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Greenpeace alerta de que la gestión del litoral catalán «ignora el cambio climático» y pone en peligro las playas

Faro del Trabucador situado en el Parque Natural del Delta del Ebro (Foto: Greenpeace / Pedro Armestre)

El impacto del cambio climático está precipitando el «deterioro imparable» de las costas de toda España, y Cataluña no es una excepción. Según Greenpeace, la gestión actual del litoral catalán «ignora el cambio climático y lo enfrenta a la desaparición de numerosas playas». De hecho, según la nueva edición del informe Destrucción a toda costa, las playas del área metropolitana norte de Barcelona han perdido más de un 36% de arena: Montgat es el municipio con una regresión más marcada (74%), seguido de Badalona, que supera el 40%.

«Mientras los impactos climáticos nos muestran su crudeza en esta región, la Generalitat mira hacia otro lado, recuperando modelos litorales ya obsoletos y llevando al límite los ecosistemas costeros que nos protegen», resume Elvira Jiménez, coordinadora de campañas en Greenpeace. La entidad señala que «se han dilapidado muchos ecosistemas costeros que precisamente nos protegen», lo que ha aumentado «dramáticamente» la vulnerabilidad de las costas catalanas, y lamenta que «la gestión del litoral no está avanzando de forma paralela a esta realidad».

«La realidad que tenemos que asumir es que el modelo de «sol y playa» ahora es de «mucho sol y poca playa» y tenemos que actuar urgentemente para protegernos», ha manifestado Jiménez, que ha insistido en la «falta de coherencia entre las políticas de ordenación territorial y la necesidad urgente de aumentar la resiliencia de estos territorios». Al respecto, la ONG ha reiterado que «hay que acelerar las medidas de mitigación y adaptación que reduzcan la vulnerabilidad de la costa y de su población».

Según las distintas previsiones, se estima que en 2050 el nivel del mar en Cataluña subirá una media de 0,26 metros, siendo las zonas con más retroceso el Delta del Ebro (con un retroceso de 52 metros), el Delta del Llobregat y la Costa Dorada (23 metros). Por otro lado, indica el informe, todas las aguas que rodean la península Ibérica y las islas se están calentando un 67% más rápido que la media global, y el caso del Mediterráneo «es especialmente grave», ya que se calienta a un ritmo de dos a tres veces más que la media global, y se encuentra en ola de calor marina constante desde noviembre de 2024.

El agua más caliente, recuerda la entidad, tiene consecuencias como «una mayor intensidad de los temporales, incremento de la subida del nivel del mar o la alteración de la biodiversidad marina».

El peligro de los grandes proyectos

Greenpeace también destaca que el 59% del litoral catalán está urbanizado en sus primeros 100 metros de costa. Según el informe de la ONG, «a lo largo del litoral mediterráneo se está produciendo una reactivación urbanística que evoca a los años de la burbuja inmobiliaria». «Bajo argumentos de reactivación económica o solución a la crisis habitacional, reaparecen proyectos residenciales de gran escala, urbanizaciones turísticas y desarrollos en primera línea de mar, ignorando la realidad de los impactos del cambio climático en esta zona y ocupando los últimos tramos del litoral que quedan sin transformar en una costa saturada», subraya.

La entidad también «destaca negativamente» varios grandes proyectos «que se resisten a ser abandonados», como la ampliación de la tercera pista del aeropuerto de El Prat y el Hard Rock de Salou. Al mismo tiempo, señala que la Costa Brava «se encuentra amenazada por nuevas construcciones y proyectos salpicados por toda su extensión». «En Palafrugell (Aigua Xelida), en Palamós (Cala S’Alguer, en La Pineda d’en Gori) o en Begur (urbanización Jardins de Sa Riera Living)», lamenta Greenpeace, los proyectos urbanísticos «siguen devorando espacios naturales».

Soluciones para la costa

La ONG asegura que «con una reducción moderada de las emisiones de gases de efecto invernadero se podría evitar el 40% del retroceso de las playas de todo el mundo». Con el fin de combatir el deterioro del litoral, la entidad propone «proteger la biodiversidad» y reemplazar los combustibles fósiles y el uranio por energías renovables; «proteger, restaurar y renaturalizar la costa» dejando de lado «las medidas costosas que sólo son parches temporales, como la regeneración artificial de playas o el mantenimiento de infraestructuras obsoletas»; y «reducir la exposición al riesgo» evitando reconstruir y habitar zonas gravemente afectadas por inundaciones o temporales marítimos, paralizando los proyectos en zonas con riesgo de inundación y prohibiendo la calificación como urbanizable de los terrenos considerados peligrosos.

Por otro lado, Greenpeace insta a las administraciones a establecer e implementar estrategias a nivel nacional y regional que cuenten con la financiación adecuada, a fomentar la participación ciudadana y a «poner freno a la turistificación contando con la participación comunitaria».

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