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¡Ay, el Virolai!

Dels catalans sempre sereu Princesa,

dels espanyols Estrella d’Orient,        

sigueu pels bons pilar de fortalesa,

pels pecadors el port de salvament

 

Esta es una de las estrofas del Virolai, el poema de Jacint Verdaguer al que el músico Josep Rodoreda le puso la música. Rodoreda (no es pariente de Mercè, o eso parece) fue un compositor y teórico musical que se marchó de Cataluña para dirigir una orquesta en San Sebastián y, posteriormente, hacer de profesor de música en Buenos Aires. También compuso alguna pieza patriótica en catalán y varias en castellano.

Susana Alonso

El Virolai se convirtió muy pronto en el himno del Monasterio de Montserrat, en loor de la Virgen y, sin que nadie lo pueda entender (o se entiende demasiado bien) ahora es un cántico independentista, alegre y festivo, que se entona en las performances patrióticas.

No puedo evitar recordar cuando nos decían que el independentismo era un movimiento popular y espontáneo, transversal, inclusivo, democrático y progresista. Si un movimiento político con estas características toma el Virolai como canción predilecta, que baje Dios y me lo explique. Porque, como diría mi padre, eso es muy carca. No es necesario que los teóricos del nacionalismo nos argumenten sobre sus raíces conservadoras y retrógradas: basta con oírlos cantar el Virolai.

El Virolai se ha entonado en dos lugares diferentes y con muy pocos días de diferencia: uno de ellos, el 14 de junio en Vic (¿podía ser en otro lugar?), durante el Cabró Rock, un festival de música para jovenzuelos, donde el humorista y cantautor Lo Pau de Ponts (señor de quien tengo ahora la primera noticia de su existencia) invitó a los asistentes a entonar el Virolai, aunque se olvidó de la estrofa que he transcrito al principio del texto. Alguien podría decir que el público joven y el término «Cabró», más bien satánico, no riman mucho con el Virolai, pero así son las cosas en Cataluña. El segundo lugar donde se ha cantado el Virolai ha sido en la misma montaña de Montserrat, en el patio de enfrente del templo, el día 22 de junio. El rey Felipe VI visitó el monasterio, y la Assemblea Nacional Catalana (ANC), presidida por un cantautor retirado (afortunadamente retirado como cantautor) organizó una excursión a la montaña sagrada de la patria para mostrarle su rechazo al rey, al grito de «los catalanes no tenemos rey». Tampoco es necesario que nadie nos explique las vinculaciones entre el nacionalismo y el excursionismo (recuerden a Jordi Pujol en la cima del Tagamanent, donde sufrió una iluminación).

La ANC anunció que tres columnas ascenderían hasta el monasterio para sabotear la visita real. El caso, sin embargo, es que las tres columnas solemnes e irredentas consiguieron reunir a unas 100 personas, la inmensa mayoría de edad provecta. Tanto es así que una de las tres columnas tuvo que ascender en el tren cremallera para preservar la salud de los columnistas. Ya no estamos en los tiempos de la Columna Durruti, es evidente. Una vez que vieron al rey no se les ocurrió nada mejor que entonar el Virolai, convertido por arte de magia en un cántico revolucionario o, como mínimo, de protesta contra la monarquía. Parece imposible, pero es así.

En Vilaweb, Vicent Partal alabó la gesta de los jubilados excursionistas y la magnificó en los términos habituales de su medio furibundo, pero sin mencionar el Virolai ni darse cuenta de la paradoja (o de lo ridículo) de la propuesta. Es más: Partal el Terrible alertaba en el mismo artículo sobre quienes hiciesen bromas y los amenazaba, imagino que bajo pena de excomunión. Mira, Vicent: me han llamado botifler tantas veces que ya no viene de una más e incluso me empieza a gustar.

Como ustedes sabrán, según los ufólogos más reputados, Montserrat es una montaña visitada a menudo por naves extraterrestres. Y me imagino qué hubiera pasado si un visitante de las estrellas se hubiera topado con los columnistas de la ANC cantando el Virolai para protestar contra un rey. El alienígena habría preguntado: ¿qué es eso? ¿Me puede decir qué está pasando?. Yo, la verdad, no sabría cómo explicárselo ni por dónde empezar. Le habría podido decir: son unos jubilados a cargo del sistema de pensiones de España que cantan un himno católico para mostrar su rechazo al rey de España, un rey católico que visita un monasterio católico. Me temo que nuestro pobre ET habría decidido marcharse deprisa, convencido de que no hay vida inteligente en las tierras catalanas.

Por fortuna, hace pocos días, he encontrado por casualidad la película de serie B titulada «After the Lethargy» (que no puedo recomendar) donde, por primera vez, se presenta el macizo de Montserrat como una silueta siniestra, envuelta en la niebla y maligna, un lugar peligroso y el territorio de cacería de un extraterrestre que tiene mucha hambre y al que le encantan los excursionistas distraídos.

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