«En Euskadi hemos pasado de una época sangrienta a una situación de estabilidad»

Entrevista a Juan Infante

Bluesky
Juan Infante (Foto: Juan Solapa)

Abogado de Bilbao. Lector empedernido y escritor de género negro, desde hace tiempo, cuando en Euskadi todavía había un especial temor y prevención ante la violencia de ETA. Ha publicado nueve títulos, con un único protagonista: Tomás Garrincha. Ahora, sale en las librerías Garrincha y su Beretta (Editorial Alrevés).

¿Por qué, en lugar de un comisario, un detective…, como es habitual en el género, Tomás Garrincha parece más bien un gángster que va por libre?

Es verdad que, en la novela negra, en un 90%, los protagonistas son un policía, un detective…, y a veces también un abogado, un exjuez… Hay otras en las que es un malvado, como Hannibal Lecter, o un amoral, sin escrúpulos, como Tom Ripley, de Patricia Highsmith. Yo quería un personaje que no fuera del ámbito de la ley, por decirlo así, policía, detective, juez…, sino del otro lado. Pero que, en cualquier caso, empatizara. Garrincha es un personaje algo peculiar. Dice que usa su Beretta. Hay quien lo define como un canalla, pero él actúa contra otros canallas que se lo merecen. Intento, como creo que desea el lector, que le salgan bien sus asuntos.

¿Estudias la posibilidad de llevar a Garrincha al cine, a hacer una serie, ahora que hay series localizadas en Euskadi?

El mundo cinematográfico, no sólo el género negro, está al alza en el País Vasco, porque, entre otras cosas, la producción de películas goza de beneficios fiscales. Así, la industria de la imagen está en auge, no sólo en la realización, sino también con la creación de infraestructuras. Efectivamente, en el género negro se han hecho series que pasan en Euskadi, como Detective Touré, de Jon Arretxe, o alguna de las novelas policíacas de Mikel Santiago. Me interesaría, por descontado, que de Garrincha se pudiera hacer una serie.

¿En las aventuras de Garrincha aparece, de alguna manera, el todavía reciente telón de fondo histórico de Euskadi, como ocurre, por ejemplo, con los relatos policíacos del Ulster?

Conozco buenas novelas que hacen alusión al conflicto del Ulster. En el País Vasco no han proliferado mucho. Está Patria, de Fernando Aramburu… Ahora, se ha empezado a publicar alguna, pero sigue existiendo cierta prevención. Seguramente, en eso influyen las molestias que a unos u otros les puede seguir suscitando tomar partido. Es una cuestión ciertamente complicada. Pero creo que, con el tiempo, se acabarán haciendo.

¿Cómo está de salud esta sociedad vasca, de mediados de 2025, donde se mueve Garrincha, tras el espeso velo que ha interpuesto con el pasado?

Nosotros bromeábamos, haciendo comparaciones de Euskadi con Suiza, que sería fantástico que fuera noticia que una vaca se hubiera perdido en las montañas… En Euskadi hemos pasado de una época terriblemente turbulenta, sangrienta, a una situación muy diferente. Ahora hay, por decirlo así, una situación de estabilidad, en todos los sentidos. La gente que se considera nacionalista generalmente ejerce como tal. Y los que no lo son, también. Pero hay una convivencia positiva. Es algo importante, porque salen a la luz los grandes problemas que antes no salían. Por ejemplo, ahora hay un debate sobre Osakidetza, que es la sanidad pública vasca. Hay críticas no sólo de los usuarios, sino también de los profesionales de la salud. El Gobierno vasco se da cuenta de que tiene que resolver muchos temas. Es decir, se plantean problemas normales, de un país moderno. Aunque de vez en cuando aparecen, no destacan en los debates las cuestiones, digamos, de identidad nacional. Esto genera un clima de tranquilidad, que para la actividad política resulta favorable. También hay más desinterés, claro está, por la política. A los jóvenes les preocupa mucho el problema de la vivienda.

En este sentido, ¿el Estatuto de Autonomía goza de relativa buena salud?

Es lo que es. Es algo que se hizo en su momento, con una confluencia muy clara de diferentes corrientes. Desde la derecha de la UCD, el PSOE, Euskadiko Ezkerra, el PNV… La izquierda abertzale se mantuvo al margen…, pero ha funcionado, sin modificaciones sustanciales. Se ha planteado un nuevo Estatuto, que los partidos nacionalistas llevan en sus programas. Pero es un tema que creo no se aborda porque, si se hiciera de verdad, saldrían a la luz problemas que los partidos más importantes ahora no quieren plantear. El mundo de Bildu lo suele sacar. Pero sin poner, tampoco, mucha carne en el asador. Nadie renuncia a su meta final, pero cuando parece irse acercando, tiende, paradójicamente, a alejarse.

En este contexto, ¿el PNV sigue manteniendo este mito de eternidad, que siempre ha parecido envolverlo?

El PNV parece estar un poco preocupado, porque, según sus estudios internos, hay quien lo percibe como un partido un poco anquilosado, de personas mayores… Lo cual es verdad, por otra parte. Siempre lo ha sido y ahora hay quienes, cuando se refieren a él, hablan del partido de mi abuelo, de mi padre… Por descontado sigue teniendo un apoyo importante, pero Bildu está presente. Haciendo una política inteligente, sin complicarse la vida, avanzando razonablemente, sin estridencias, en temas de gestión. En los ayuntamientos tiene mucha fuerza. Se están olvidando de temas maximalistas, de antes. Todo esto genera un clima un poco aburrido, pero, en definitiva, bueno.

¿Cómo se percibe la alianza del PNV y, en cierto modo, de Bildu con Sánchez?

Creo que en ambos hay un interés. Sánchez ha dado juego político, quizá no especialmente en el País Vasco. Probablemente más con Cataluña. Pero la conclusión que aquí se saca, más que hablar en positivo de Sánchez, es que con los demás estaríamos peor. Creo que incluso Bildu, que podría haber radicalizado mucho las cosas, lo deja aquí. Está más cómodo así. Y el PNV, que siempre se ha dedicado a negociar, sabe que incluso en temas con cierta importancia, como las selecciones deportivas, los puertos y aeropuertos…, puede sacar provecho. Poco a poco, van avanzando y no se preocupan de nada más.

¿Tomás Garrincha es nacido en Euskadi, con ascendientes en la emigración, autóctono, vasco de pura cepa
…?

Su nombre procede de un futbolista brasileño muy famoso, antes de Pelé. Es nacido en Portugalete. Tiene cuarenta y pocos años. Vive en Olabeaga, un barrio de Bilbao, al borde de la ría… Su padre trabajaba en Altos Hornos de Vizcaya, y él nació en Bilbao. Con 20 años, empezó en el mundo del narcotráfico, y con ello una vida disoluta. Se casa, y dice «hasta aquí hemos llegado, quiero vivir en la legalidad.» Tiene dinero, un par de tiendas… Pero también tiene un imán que lo tira. Y cuando, como en la última novela, a una familia rica de Bilbao le queman la fábrica en Sestao, acaba involucrándose en ella, porque sabe moverse en los bajos fondos.

Hablando de los emigrantes, ¿cómo se lleva esto en Euskadi?

En Euskadi hay una emigración latinoamericana muy importante, que creo funciona muy bien. Hablan un español muy bueno, es gente muy educada. Da gusto. La emigración magrebí no ha derivado en guetos, está muy esparcida. No es lo de la banlieu francesa. Hay un poco de delincuencia… Pero mi percepción es que la emigración no constituye un problema relevante. No hay tampoco fenómenos xenófobos. Vox es muy residual. Sin la emigración, no podríamos tomar ni un café, en Bilbao.

¿Cómo están en Euskadi, después de tantos cambios y avatares, los colegas de Garay, el empresario al que le han quemado la fábrica?

La gran industria de origen vasco, mitificada, es ya cosa del pasado. Incluso el Banco de Bilbao, que sigue manteniendo una huella vasca, tiene de vasco como el Santander, de la capital cántabra. Para el BBVA tiene, sin duda, mucho más interés la capital mexicana que Bilbao. Petronor, que todavía tiene aquí la refinería, es también una multinacional. Iberdrola se ha mantenido también como una empresa eléctrica de referencia… Pero, en general, hay una tendencia al desarrollo de los servicios. El turismo está creciendo muchísimo, y la gente empieza a quejarse de él. Bilbao no es, en cualquier caso, la imagen de la ría con chimeneas que, a Pilar Careaga, exalcaldesa de Bilbao, le hizo decir: «Estos humos para mí huelen a dividendos».

¿Los jóvenes se quedan mayoritariamente, o se desplazan buscando mejores condiciones laborales?

El 80% de los hijos de los socios de la Sociedad Bilbaína (el club de élite, por excelencia, en la capital vizcaína), se van a Madrid. Lo mismo ocurre con los estudiantes de la Universidad de Deusto… No es algo completamente nuevo, pero sí que llama la atención. Bancos, compañías de seguros, la misma bolsa…, que antes estaban aquí, se han ido. Podríamos decir que hay más vascos en Madrid que en Bilbao. También hay muchos que se van por Europa, a estudiar…

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