Laporta sólo volverá a la regla 1:1 si el auditor le ‘perdona’ 465 millones

Es la suma de la operación de los asientos VIP de 100 millones pendiente de luz verde y de las depreciaciones de las palancas fantasma que igualmente el presidente no piensa admitir ante los socios

El presidente del Barça, Joan Laporta, en el Palau de la Música

En la hora del cierre del curso, las primeras conclusiones sobre los resultados y las expectativas económicas pasan sobre todo por un decorado de especulación y de confusión, porque desde la directiva sólo se filtran aquellas informaciones que le convienen a un relato feliz de estabilidad, recuperación y opulencia financiera que en absoluto responde a la realidad. Por ejemplo, sobre si el Barça de Joan Laporta está en la regla 1.1 del fair play económico, los mismos medios oficialistas le dan enfoques diferentes, ya que el diario Sport afirmaba el miércoles que LaLiga ya le ha confirmado que podrá operar en el mercado bajo este parámetro, mientras que Mundo Deportivo lo negaba, informando de que Javier Tebas todavía no le había comunicado a Laporta este cambio pese a «estar en el buen camino».

Ambas afirmaciones dan vueltas a la misma incógnita sobre qué criterio aplica el auditor, Crowe, a tres asuntos concretos. Primero, el tratamiento contable de los 100 millones de los asientos VIP que, según las informaciones de la prensa laportista -como Mundo Deportivo, Sport y el resto, mayoritariamente- tenía que haber sido efectivo a finales de mayo y sin duda antes de acabar junio. Expectativas que no se han cumplido y que se han complicado porque, además, el Ayuntamiento de Barcelona no piensa parcelar ni atomizar licencias de apertura: habrá una sola cuando formalmente Laporta la solicite una vez acabada la primera fase de las obras.

El segundo y tercer punto son el mismo problema de raíz: la depreciación pendiente de Barça Vision (208 millones) y de Locksley Invest (157 millones) en forma de pérdidas derivadas de la muerte anunciada de ambas sociedades, no porque no hayan podido desarrollar su plan de negocio, sino porque desde el principio fueron, intencionadamente, operaciones ficticias y engañosas para engañar a LaLiga.

Incluso el financiero Marc Ciria, que ha sido requerido por la prensa del régimen para analizar esta situación desde su siempre cuidadosa condescendencia y generosidad con las atrocidades del laportismo, cree que es inalcanzable este estatus sin la colaboración expresa de Crowe mirando hacia otro lado. «Con la información que tenemos hoy, creo que el presidente cuenta con dos cosas: no depreciará ni Locksley ni Barça Studios, aunque haya reservas por parte del auditor, el club no los depreciará; y, además, entiendo que el auditor dará por buenos los 100 millones de euros de ingresos por la venta de los asientos VIP. Esta es la única posibilidad. Si depreciamos Locksley, que recordamos son 157 millones, o una parte de Barça Studios, que son 204 millones de euros que todavía figuran en el balance del club, incluso si nos reconocen los 100 millones como ingreso, no llegamos«.

Dicho de otra manera, a Laporta le tienen que acomodar como sea los 100 millones que Crowe no había validado en abril por varias causas y, además, ocultar a LaLiga las enormes -monstruosas sería el adjetivo ideal- depreciaciones de compañías y engaños diseñados por Laporta, 465 millones en total, para poder falsear de cara a los balances una situación de colapso total.

Si ahora depende de la clemencia –o falta de rigor, según como se mire– del auditor para no volver a hacer el ridículo en este mercado de verano y el club se mantiene todavía en pie es por dos razones: la deportiva, gracias a la herencia de la Masía de Josep Maria Bartomeu; y la financiera, gracias a que, desde 2022, cuando Tebas se dio cuenta de que Laporta le había colado un gol, o varios, por la escuadra, le obligó a suscribir un plan de viabilidad que, evidentemente, ha supuesto recortes contundentes en el gasto y una limitación de la masa salarial, para disgusto de Laporta.

El otro punto de apoyo, sin el que el peso de la deuda habría caído encima del club en forma de intervención de la tesorería del Barça a cargo de Goldman Sachs, es la refinanciación recientemente acordada para parte (40%) del préstamo de 1.500 millones a invertir en la reforma del estadio. Para Marc Ciria, una solución que llega tarde y mal.

«Teníamos una deuda a corto y medio plazo –ha explicado–, que se tenía que devolver, de casi 800 o más de 800 millones, antes de acabar el año 2028, y el Barça ha conseguido refinanciar 424 millones a largo plazo hasta 2050. Esto al principio parece una noticia positiva, pero no lo es. Bien, eso no lo dice sólo Marc Ciria, lo dice el mercado, ¿verdad? Porque el mercado nos otorga una calificación, el rating, para que todo el mundo lo entienda, que es el nivel de solvencia, la capacidad que tienes para devolver una deuda, ¿de acuerdo? Hace poco tuvimos una buena noticia: la mejora en positivo de la calificación. Por lo tanto, cuando vas al mercado con este mismo rating, el mercado te está financiando al 3,5%. Esta es la media europea con la que se están financiando emisiones de otras corporaciones similares al Barça. Con el mismo rating, es decir, la misma calificación de solvencia y la misma duración, porque si no estaríamos comparando cosas diferentes, el mercado está pagando de media para cubrir esta deuda un 3,5% de interés anual, mientras que el Barça ha cerrado con 5,19%. La diferencia de un punto o punto y medio en el interés puede parecer menor, pero, proyectada a lo largo de veinticinco años, implica un sobrecoste de más de 100 millones de euros para el club. Este hecho evidencia una falta de optimización en la negociación, ya que acudir al mercado de capitales para comparar ofertas podría haber permitido acceder a condiciones mucho más favorables».

Se explica porque «Goldman Sachs, por un lado, representa a los acreedores porque estructura la operación y, por otro, refinancia la deuda para nosotros. Es como negociar la hipoteca en el banco sin comparar lo que ofrecen otros. Si quieres bajar el tipo de interés, tienes que ir al mercado de capitales, ver qué se está pagando y, con ello, conseguir una refinanciación más ajustada. El año pasado el mercado, por liquidez y por la curva de tipos, ofrecía una mejor oportunidad, había menos incertidumbre, todavía no se había vuelto al estadio, etc. Por lo tanto, era un mejor momento para hacerlo. Evidentemente, ahora ya estábamos prácticamente contra las cuerdas, a un año de un vencimiento muy importante y a dos años de otro vencimiento de más de 600 millones de euros, sólo uno de los vencimientos. Así que era necesario hacerlo para seguir siendo viables con respecto a la parte del crédito, pero se ha hecho tarde y caro«.

En conjunto, medidas desesperadas y de cara a la galería de Laporta para poder seguir gastando e intermediando comisiones a pesar de los controles de Tebas que el propio Gobierno de Pedro Sánchez está dispuesto a ayudarle a eludir.

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