Este mes de junio ha aparecido el libro ‘Fiascos SA. Los grandes fracasos empresariales de la democracia» (Debate/Penguin Random House), escrito por Miguel Ángel Noceda, periodista especializado en información económica y presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE). Uno de los fiascos de los que habla Noceda es el de Banca Catalana, que ocupa 26 páginas del libro, junto a otras crisis financieras y empresariales como Rumasa, Banesto, KIO-Torras, Gescartera o Martinsa-Fadesa. El autor recoge el dato que calculó el Tribunal de Cuentas sobre el coste público del saneamiento de las arcas de Banca Catalana: 344.000 millones de pesetas.
El análisis de la crisis de Banca Catalana va desde la quiebra que llevó a su absorción por el banco BBVA hasta la confesión de Jordi Pujol, en el verano de 2014, de que escondió una fortuna en el extranjero durante todos los años que fue presidente de la Generalitat. Define la actuación del ex presidente al frente de Banca Catalana como «una forma de enriquecerse».
«La filosofía bancaria que quería implantar Pujol con Banca Catalana era de la de fer país («hacer país»), algo así como un banco oficial al estilo del Instituto de Crédito Oficial (ICO) en Cataluña pero con depósitos de los particulares. Es decir, pedía dinero a los ahorradores catalanes con el señuelo de que estaba construyendo Cataluña y lo utilizaba como si nunca tuviera que devolverlo. O sea, una eficaz forma de enriquecerse. Las inversiones y los créditos concedidos respondían más a una rentabilidad ideológica que financiera», se lee en «Fiascos S.A.».
El Tribunal Supremo no va voler reobrir el cas
El libro repasa también la gestación y desestimación de la querella presentada por la Fiscalía General del Estado contra Jordi Pujol y la cúpula directiva de Banca Catalana. Trata de las divisiones en el seno del gobierno de Felipe González por la actitud a tomar frente a esta querella. González, como su vicepresidente, Alfonso Guerra, temían las repercusiones políticas del procesamiento de Pujol. Pujol acusó a los socialistas de maniobrar para descabalgarlo de la presidencia de la Generalitat pero Noceda explica que «Felipe González no disimuló su alivio cuando Pujol salió impune ante la justicia. Había buscado la forma de bloquear la querella pero no pudo. Nunca pensó que los fiscales iban a acusar al político catalán ni, mucho menos, llegar tan lejos».
El autor asegura que el presidente del gobierno español «veía con gran preocupación que se rompieran las relaciones y las alianzas parlamentarias que existían, aunque el PSOE podía en aquella legislatura aplicar el rodillo con la mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados». Y añade que «fuentes judiciales aseguraron que si el Tribunal Supremo hubiera recurrido, se habría reabierto el caso».
La ‘deixa‘, una excusa que nadie se cree
Concluye que «el Gobierno respiró, pero los datos son tozudos y no engañan. De hecho, ni los abogados defensores ni los magistrados que determinaron la exculpación rebatieron los datos en los que se detalla la gestión de Pujol como consejero ejecutivo entre 1974 y 1976. Asimismo, recoge que el entonces ejecutivo cobró dividendos ilícitos y se lucró de la compra venta de acciones, de depósitos a largo plazo a su nombre o de familiares y la concesión de créditos ficticios. Para ello, habían utilizado la caja b».
De este dinero como posible origen de parte del que escondieron en el extranjero los Pujol durante muchos años se hablará en el juicio que comenzará en noviembre. La excusa de la ‘deixa‘ de su padre esgrimida por el ex presidente no se aguanta por ningún lado como apuntaba el desaparecido periodista Pere Ríos en su libro «Banca Catalana, caso abierto», profusamente citado en «Fiascos S.A.».