Laporta refinancia el Espai Barça hasta 2050 solo para despejar su mandato

La operación retrasa un 40% (1.200 millones) de la devolución de préstamo total, aumentando el coste de la obra y alejando los vencimientos y las principales cargas para cuando ya no pueda ser presidente

Laporta, presentant el finançament de l'Espai Barça

La perspectiva de que Joan Laporta no podría digerir ni afrontar el calendario de devoluciones de los intereses y del capital formalizado mediante el Fondo de Titulización para el Espai Barça hace dos años se ha cumplido tal y como se esperaba con una renegociación que básicamente solo beneficia a Goldman Sachs. En una operación de reestructuración de la deuda de corto a largo acaba de suscribir una refinanciación del 40% del total de la deuda vinculada al Espai Barça. Esto significa que una parte significativa del préstamo inicial, que tenía una estructura escalonada con diferentes vencimientos (a 5, 7, 9, 20 y 24 años), ha sido renegociada para adaptarse a nuevas condiciones de mercado y a la situación financiera actual del club.

El propósito busca dar más margen de maniobra, retrasando o suavizando los pagos más inmediatos. En la estructura anterior, el club debía empezar a devolver el grueso del préstamo una vez finalizadas las obras y comenzarán a generarse ingresos por el nuevo estadio, pero los primeros años ya suponían obligaciones de retorno muy elevadas (más de 250 millones en el corto plazo sumando intereses y amortización de tramos iniciales) entre ellas la devolución del crédito directo de Goldman Sachs.

Aunque ni el club ni los inversores ofrecen detalles, si en 2028 el Barça debía afrontar un retorno de unos 400 millones en 2028, el aplazamiento suscrito habla de un volumen de prolongación de 1.200 millones de los 3.000 millones calculados del coste de la reforma el estadio -que no del Espai Barça y mucho menos del nuevo Palau- que al retrasarse supondrá un incremento considerable de los intereses al ampliarse de 2047 a 2050, de momento, el vencimiento de la liquidación total del préstamo.

Por lo tanto, debe considerarse en el futuro la posibilidad de una nueva refinanciación si hay que asumir que Laporta seguirá en el cargo unos cuantos años más y que los inversores van a disponer de aproximadamente la mitad de la recaudación de la explotación del estadio. El mandato más beneficiado por esta redistribución de la deuda será el del nuevo presidente (probablemente Joan Laporta), entre 2026 y 2030, de manera que será a partir del siguiente, cuando en teoría Laporta ya no podrá volver a presentarse, cuando la carga de las cuotas anuales asfixien al Barça teniendo en cuenta, además, que hasta 2047 el 25% de los derechos de TV de LaLiga están cedidos, así como buena parte de la comercialización y gestión de los asientos VIP a diferentes empresas como Legends o New Era Visionary Group, también el catering por muchos años y hasta 2038 el contrato de Nike que ni siquiera esta temporada, la primera con el presunto incremento “del mejor contrato de la historia” ha servido para proyectar beneficios ni tampoco para volver a la regla 1:1.

Las nuevas condiciones financieras, a falta de detalles que, por supuesto no conocerá el socio del Barça, serán las habituales de las prácticas de los grandes fondos a base de alargar plazos y asumir tipos de interés más altos para el tramo refinanciado, a cambio de reducir la presión de pagos inmediatos. Lógicamente, la directiva ha anunciado la refinanciación como otro éxito inenarrable de su gestión, refiriendo que los tipos de interés se han acomodado al mercado actual, ligeramente más favorables que hace dos años aunque sin precisarlos ni explicar las consecuencias globales de un aplazamiento que, de forma inequívoca, incrementará el coste final de la reforma.

El dinero liberado se destinará a cubrir vencimientos previos y a devolver anticipos ya utilizados para obras y gastos operativos, no solo para la construcción directa del estadio. Esto implica que una fracción del dinero obtenido no se invierte directamente en el Espai Barça, sino que sirve para tapar agujeros de tesorería y obligaciones previas con los financiadores. Lo que se gana es tiempo para intentar ahorrar y cumplir con el nuevo calendario que sobre todo afectará a la directiva azulgrana a partir de 2030 cuando Laporta ya no esté.

Aun así, para este año próximo las obligaciones de retorno superan los 250 millones de euros, sumando 180 millones del Espai Barça, 70 millones del préstamo de Goldman Sachs y otros 20 millones en obligaciones financieras diversas. La refinanciación permitirá repartir parte de esta carga en más años, pero a costa de pagar más intereses en el global de la operación.

Como conclusión lo que sí aumenta es el riesgo de sostenibilidad derivado de una estructura de deuda que, según expertos y auditores independientes, es muy exigente para la capacidad de generación de ingresos del FC Barcelona, sobre todo si el estadio no alcanza los niveles de explotación previstos o si el contexto económico empeora.

En el Fondo de Titulización, si no se han modificado las bases, el club no compromete patrimonio ni más activos de los que Laporta ya ha ‘vendido’ con sus trampas habituales, pero sigue sometido a la amenaza de que Goldman intervenga la gestión del estadio si no se cumple algo tan básico como las normas de LaLiga, que no es estar en la regla 1:1, sino las ratios de deuda, de masa salarial y de fondos propios, que siguen siendo impresentables.

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