La prensa deportiva catalana y los entornos digitales del régimen, por una cuestión comprensible y achacable a su papel de devota y entregada complicidad al laportismo, no solo han asumido que el permanente estado de precariedad de las cuentas azulgrana a la hora de fichar forma parte del estado natural de las cosas -y que, por ejemplo, no haber podido inscribir a Dani Olmo un año después de su fichaje nadie lo juzga como un hecho preocupante, cuando menos-, sino que cada ingreso por la venta de patrimonio, activos o jugadores que dejan beneficio, ni que sea mínimo, se celebra con una especie de alborozo y entusiasmo mediático, indefectiblemente a favor de la gestión de Joan Laporta.
La realidad es, por el contrario, que cada una de las salidas que los medios propagan festivamente y apuntan en el haber de la actual directiva sigue siendo, en esencia y sin discusión, parte de la más valiosa de las herencias de la etapa de Josep Maria Bartomeu y, con el devenir del mandato, el único sostén actual de la propia institución, financieramente devastada por Laporta, sus trampas contables y la compulsión por el gasto.
Por ejemplo, los diarios Mundo Deportivo y Sport, desde hace mucho tiempo alejados de cualquier perspectiva que no sea la de hacer de palmeros de Laporta, estos días no hacen otra cosa que actualizar las cuentas de la lenta fabricación del fair play fianciero que, todavía sin alcanzar para las inscripciones Dani Olmo y Pau Victor, y las ampliaciones de contrato de Gavi, Pedri, Araujo y otros, pronto se va a necesitar para la entrada de Joan Garcia y Nico Williams.
Un escenario delirante en el que lo lógico sería exigir la necesaria transparencia, eficiencia y rigor y no, como está ocurriendo, jalear las bravatas de Laporta, ahora empeñado en traer a Nico Williams, su gran fracaso de la temporada anterior, al más alto precio, los 62 millones de la cláusula que ya no pudo pagar entonces y que ahora ya busca la forma de abonar a plazos. Al menos eso es lo que le ha exigido Laporta al futbolista, que fuerce a su actual club a permitir que se lleven a su estrella sin abonar la cláusula de liberación, como sí que ha hecho con el portero del Espanyol Joan Garcia. Habrá que ver si, al final, no se trata todo de un juego de su agente, conchabado con Laporta, para aumentar la oferta del propio Athletic y el acabar de convencer al Bayern Múnich, que ha mostrado cierto interés.
En cualquier caso, el tema recurrente de los medios es la proeza laportista de vender los futbolistas que le dejó Bartomeu como, los más recientes, Todibo, Alex Valle, Ilaix Moriba, Álex Collado y Ludovit Reis, pues en este cierre de la temporada, el FC Barcelona ha obtenido ingresos por un total de 16,5 millones, distribuidos en cinco operaciones principales. La más destacada corresponde a los 8 millones de euros obtenidos por el 20% del traspaso de Jean-Claire Todibo desde el Niza al West Ham. En segundo lugar, el traspaso de Álex Valle, cuyo club receptor abonó 6 millones mediante la activación de su cláusula de rescisión, también contribuyó significativamente. Asimismo, el club recibió 1,5 millones por Ludovit Reis, tras la venta del Hamburgo al Brujas, manteniendo el FC Barcelona un 25% de los derechos del jugador. Por otra parte, el traspaso de Ilaix Moriba generó 600.000 euros para el club, luego de que el Celta adquiriera al jugador por 6 millones de euros del RB Leipzig. Finalmente, el traspaso de Álex Collado al Al-Shamal, facilitado por el Betis, generó 400.000 euros para el FC Barcelona, que conserva un 20% de los derechos sobre una posible futura venta.
Anteriormente, desde 2021, Laporta se ha salvado de no pocas dificultades a base de darles salida a futbolistas como Jutglà (5 millones), Nico González (21,5 millones), Abde (7,5 millones), Mika Faye (10,3 millones), Marc Guiu (6 millones), y Julian Araujo (10 millones), lo que arroja un parcial de 60,3 millones, a los que se debe sumar el botín de esos 16,5 de este curso. O sea, 76,8 millones por talentos de la Masía con independencia del valor futbolístico y rentabilidad de quienes ya ejercen como cracks, líderes, piezas insustituibles y de repuestos de lujo también del primer equipo en forma de legado de ese pasado del que tanto le gusta abominar a Laporta.
Según las webs especializadas, el valor de mercado de esta herencia asciende hoy a 567 millones en la banda baja de esta tasación de los Lamine Yamal (200 millones), Ronald Araujo (60 millones), Gavi (70 millones), Pedri (80 millones), Alejandro Balde (40 millones), Pau Cubarsí (25 millones), Marc Bernal (5 millones), Marc Casadó (5 millones), Héctor Fort (5 millones), Iñaki Peña (6 millones), Eric Garcia (12 millones), Fermín López (50 millones), Ansu Fati (5 millones), Gerard Martín (2 millones) y Toni Fernández (2 millones).
Por lo tanto, en jugadores de campo consolidados, a las puertas del primer equipo o ya traspasados, Laporta se ha beneficiado de 643 millones, sea en plusvalías directas o en ahorro de porteros, centrales, centrocampistas y delanteros, a falta de que una serie de operaciones que aún podrían generar ganancias por haberse reservado porcentajes en caso de un posterior traspaso de Mika Mármol, Carles Aleñá, Estanis Pedrola, Trincao, Riqui Puig, Junior Firpro, Jutglà, Mingueza y Abde.
Y de entre todo este legado, el futbolista con mayor valor de mercado mundial actualmente es Lamine Yamal, con 200 millones. No se puede afirmar que la herencia recibida fuera tan mala ni que las ventas con las que Laporta malvive a falta de fair play financiero sean precisamente una proeza más de su gestión. Prácticamente es lo único que le queda.