24 horas después de Javier Tebas dejase claro que para estar en la regla 1:1 del fair play financiero Joan Laporta debe «hacer unas cuantas cosas, no muchas, pero deber hacerlas», para afrontar los fichajes que le ha prometido a Hansi Flick, el presidente azulgrana aseguró ante el Senado Blaugrana que «estamos en la situación 1-1 y eso nos permite fichar con normalidad».
Un mensaje que, sin embargo, no recogió con la misma literalidad la web oficial del club, consciente de que Laporta se había excedido en su optimismo y confianza de cara al escenario económico previsto para el 1 de julio próximo, cuando arranque oficialmente la ventana del mercado de verano y el Barça pueda inscribir a los recién llegados, además de registrar las ampliaciones de contrato negociadas y firmadas a lo largo del último semestre dentro de ese ficticio estado financiero de 1:1 en el periodo entre 1 de enero y el 30 de abril, fecha en la que LaLiga lo revirtió y anuló porque el propio auditor del club, Crowe, no validó la operación de los asientos VIP.
Tras recoger parte del discurso de Laporta sobre la eficiencia y acierto de su gestión, la nota de la web sobre la reunión con el Senado se refería a «unos esfuerzos para recuperar económicamente a la entidad que, según ha anunciado Joan Laporta, permitirá que este verano el Barça pueda operar con normalidad según la regla del 1:1 del fair play financiero».
O sea que, como siempre, Laporta se salió del guion preparado por su equipo de asesores, en el sentido de que la directiva y los ejecutivos trabajan para alcanzar ese estatus ante LaLiga, no sin bastantes complicaciones previas, según han admitido fuentes de la propia directiva debido a la incertidumbre causada por los criterios profesionales de Crowe a la hora de considerar la inyección contable del negocio con New Era Visionary Group y los deterioros de Bridgeburg Invest y Locksley Invest, que podría añadir al dantesco panorama de los estados financieros de Laporta más de 300 millones de pérdidas.
La prensa laportista es la que, precisamente, bebiendo en fuentes fiables de la junta y del aparato nuclear de Laporta, viene avanzando la necesidad de activar con carácter urgente las salidas de futbolistas que -como Ansu Fati, Pablo Torre, Pau Víctor y, ahora sobre todo, Ter Stegen y Araujo- han de generar espacio salarial para los nuevos y los renovados, y, al mismo tiempo, con el margen de beneficio que arroje cada operación, compensar el incremento de ese fair play financiero en el que Laporta vive excedido desde el inicio de un mandato marcado por las peores decisiones en este ámbito, las trampas y los subterfugios propios de un presidente incapaz de darle equilibrio, solidez y transparencia a las cuentas del club.
Entonces, ¿por qué Laporta se inventa directamente que el Barça está en la regla 1:1 para operar con normalidad en el mercado ante los 328 miembros que acudieron a la sesión obligada del Senat?
Lo primero es que, si fuera por la voluntad de Laporta, prescindiría absolutamente del Senado, si no fuera porque, como ha podido pervertirlo, se ha convertido en el único público sumiso, domado, obediente y tragaldabas que el presidente permite asistir al paripé de las asambleas telemáticas. Lo peor de este colectivo anteriormente tan alabado por su talante, experiencia, personalidad y sentido común, es que ha acabado por ser el cómplice necesario de Laporta que, como colectivo egoísta y antidemocrático, apoya la prohibición de la presencia y participación asamblearia del resto de los compromisarios. Y lo segundo, claro está, que el Senado no iba a discutirle nada de lo que pudiera decir Laporta, mucho menos si además de los privilegios otorgados y de invitarlos a merendar les prometía más fichajes dentro de ese cuento de hadas laportista.
En su informe, como no podía ser de otro modo, Laporta concluyó que durante los más de cuatro años de mandato de su directiva «se ha logrado la recuperación del Club gracias a la consecución de cinco grandes objetivos: aumentar los ingresos, reducir los gastos, no poner en riesgo el modelo de propiedad asociativa, evitar que la recuperación económica afecte al bolsillo de los socios y socias, y devolver la alegría al barcelonismo coincidiendo con la celebración del 125º aniversario».
Por descontado que ese repóquer de éxitos es discutible, empezando porque los fondos propios del club son de 94 millones negativos. En realidad, de más de 400 millones en rojo, según los expertos, la deuda ya es inasumible por encima de los 2.000 millones y el modelo de propiedad a partir de que se inaugure el nuevo Spotify será el de una entidad intervenida por Goldman Sachs por lo que se refiere a la explotación del estadio, mientras los ingresos por los derechos de TV de la Liga se mantendrán reducidos al 75% y el contrato clave de patrocinio con Nike no será revisable hasta 2038. En el primer gran año de impacto en las cuentas del que Laporta dijo que «es el mejor de la industria del fútbol», la situación es que el Barça no ha podido salir del estado de fair play excedido sin que el presidente, a pesar de anunciar récord de ingresos, se haya atrevido a anunciar beneficios.
Más allá de esa realidad indiscutible, hasta el propio fichaje de Joan Garcia ha debido ser revisado a última hora mediante una fórmula creciente de salario, tantas veces criticada por Laporta porque así eran los contratos del pasado. En el caso del nuevo guardameta, con una trampa estructural a base de alargarlo a seis años, sabiendo que el máximo legal es de cinco años para las amortizaciones, y pasando el grueso de la ficha a esa sexta temporada después de convencer al jugador de aceptar esa fórmula a cambio de un primer aumento sobre las condiciones pactadas inicialmente.
Con esa afirmación soberbia, temeraria y embustera en el sentido de que «el Barça está en la regla 1:1» hoy en día, lo que Laporta busca es anticipar una cultura del victimismo para cuando LaLiga y la falta de fondos para pagar la cláusula de Nico Williams compliquen gravemente las inscripciones, si antes no se vende bien a un tercio de la plantilla y el auditor está de acuerdo en ponerse una venda en los ojos para ignorar los pufos del presidente. Entonces, como siempre, Javier Tebas será el malo de la película y el Barça el mártir de otra gran conspiración.