Estados Unidos, Italia, Polonia, Países Bajos, Alemania, Francia, Argentina, Portugal, Hungría… en todos estos países, de cultura occidental y otros que vendrán, gobierna o sube sustancialmente la extrema derecha gracias a los votos de aquellos sectores sociales que en principio deberían verse más perjudicados.

La izquierda tradicional y bienpensante se encuentra perpleja y despistada preguntándose el porqué de este hecho y dónde ha fallado. Y seguramente lo hace, lo hacemos, sin mala fe desde una posición de superioridad moral, depositarios de lo que debe ser correcto para lograr una sociedad más justa.
Resulta difícil en el espacio de que dispongo tratar en profundidad la complejidad de la cuestión. Por eso apunto sólo cuatro cuestiones por si ayudan a reflexionar y a recuperar la confianza en las políticas de progreso.
El pasado lunes 26 de mayo, en un acto organizado por Federalistes d’Esquerres en Sant Cugat del Vallès que se etiquetó como El mundo ya no es el que era el catedrático de la Facultad de Empresa y Comunicación de la universidad de Vic Josep Burgaya contestó una pregunta formulada por la exsenadora Victoria Camps sobre el porqué de este voto extraño. Josep Burgaya vino a decir que la izquierda más radical había abandonado el discurso más social, más económico en detrimento de las clases más desfavorecidas. A su juicio, se ha fomentando un discurso más enfocado en las identidades y libertades personales en perjuicio del sentido de pertenencia social y problemas más inmediatos como el derecho a una vivienda y trabajo digno. Falta, dijo, un sólido discurso en defensa de nuevas clases más precarias.
El 26 de mayo Iván Redondo publicó en La Vanguardia un artículo que tituló El hijo del vecino. En síntesis decía que cuando un ciudadano, cualquier hijo de vecino, no podía acceder a un trabajo con un sueldo digno y tampoco a una vivienda ya sea de alquiler o de compra, podría percibir que la democracia le resultaba un estorbo, algo prescindible. También hacía mención a las declaraciones del CEO de Renault Luca de Melo que dijo que en la actualidad un trabajador de Renault tenía serias dificultades para comprar un coche de los que fabricaba. Para Ivan Redondo: “la corrosión de la democracia va del hijo del vecino y no de la batalla cultural que no es más que el marco para la comunicación política. Se trata de ofrecer y garantizar un sitio en el mundo como proyecto político”. Y añadía: “El viejo mundo social les agrede y optan por un líder fuerte que les devuelva su lugar al mundo, aunque sea a expensas de los valores democráticos y, atención, de desproteger a las minorías”.
El 31 de mayo, el periodista de El País, Angel Munárriz hacía referencia al ensayo del consultor Antoni Gutiérrez-Rubí,Polarización, sociedad y algoritmos. Una radiografía de las nuevas generaciones (Siglo XXI, 2025). Reunió, en una conversación, a 48 jóvenes entre 19 y 29 años para extraer conclusiones. A continuación resumo las 10 frases que transcribe del ensayo y que identifican a esta generación:
– Si nuestros padres seguían un guión, tenían el futuro asegurado. Seguir los pasos no garantiza ahora nada.
– Todos son lo mismo. Te intentan engañar. La política como farsa.
– Alvise dice cosas sensatas.
– Vas con miedo a la discoteca, no existe la presunción de inocencia para el hombre.
– No puedes opinar si no lo haces como la mayoría.
– No veo las noticias. No me las creo.
– En Instagram, aparece todo de tu ideología.
– Los loops infinitos (bucles de inmersión para seguir mirando) son horribles para la ansiedad.
– Una hora de serie es un esfuerzo. No aguanto dos de película.
– Todo se imputa a que somos blandos.
Y, por último, una reflexión personal. En la sesión de control al gobierno celebrada en el Congreso de los Diputados el pasado 29 de mayo, Pedro Sánchez, a una pregunta de Nuñez Feijóo, contestó haciendo uso de los datos sobre el buen estado de la economía, del crecimiento del PIB y del IBEX. Nuñez Feijóo contestó de una manera inaudita en él y en mi opinión acertada: “El PIB no se come”.
Y es que entre otros datos tenemos que el 25,8% de la población está en riesgo de pobreza o exclusión social y en el caso de menores de 16 años el porcentaje es de un insoportable 34,7% según datos del INE. Y los jóvenes necesitan el ahorro de 16 años, no para pagar un piso sino, para pagar la entrada. Tenemos un grave problema de desigualdad social, de distribución equitativa de la riqueza que genera el país.
Atención que el PP, la derecha, puede avanzar a la izquierda por la izquierda, como si reivindicara valores de la izquierda.