Laporta margina a los socios del 125º aniversario en su línea clientelista

El presunto acto masivo abierto a los socios, la marcha culé hasta Montserrat, fue organizada por la FEEC en el marco del milenario de la abadía y no por el Barça, además de ser de pago, excluyente y limitado a apenas 1.000 participantes

Joan Laporta, entregando un recuerdo del 125º aniversario del Barça en Montserrat - Foto: FC Barcelona

De no mediar un desvarío del presidente Joan Laporta o un ataque de sensibilidad repentino, imprevisto y descartable, los actos del 125º aniversario del FC Barcelona quedarán reducidos a una gala en el Liceo, tipo festival de Eurovisión al gusto de su comisionado, el músico David Carabén; un discurso castrista de Laporta, que acabó siendo el acto central de la celebración; y, como el principal y único evento de carácter social, una caminata a Montserrat. Este último evento lo organizaron las asociaciones catalanas vinculadas al excursionismo de montaña y, ciertamente, estuvo más orientado al milenario del monasterio que al 125º aniversario de un club que, bajo la destructiva y dictatorial gestión del segundo mandato de Laporta, ha perdido definitivamente y, por desgaste, ese sentimiento colectivo de identidad sobre el que se había construido la singularidad de ser més que un club.

La marcha culé, como se bautizó ese doble asalto a Montserrat en dos formatos -el largo, de 46,7 km, y el corto, de 6,6 km-, se desarrolló el fin de semana pasado organizado no por el Barça, sino por la Federación de Entidades Excursionistas de Cataluña (FEEC) bajo los criterios y estándares de sus entidades asociadas e incluida de forma excepcional dentro del circuito catalán de caminadas de resistencia de la FEEC, aunque sin puntuar, gracias a la experiencia y la capacidad de convocatoria de las siguientes entidades: el Centre Excursionista Despí, el Centre Excursionista Molins, la Agrupació Excursionista de Martorell, el Club Muntanyenc Sant Cugat, el Club Excursionista Independent de Catalunya, el GIRES (Sesrovires), 4000 peus, CE Alliberadrenalina, UEC Gràcia, CE Rubí y Club Excursionista Esparraguera.

Marcha de pago

La convocatoria era de pago para los socios del FC Barcelona, a razón de 30 € por cabeza, de 35 € para peñistas y afiliados a la FEEC, de 40 € para el resto -con un cargo extra de 10 € para contratar el regreso en autocar- para la marcha larga, y 10 € menos para la corta. Las inscripciones eran, además, limitadas a unos 500 participantes por categoría, por exigencia de la FEEC, con el fin de poder controlar el evento con su propia logística y capacidad de sus voluntarios.

Que se tenga noticia, ni un solo directivo de la junta de Laporta participó en la marcha culé, más allá de salir en la foto de salida y en la clausura en el Abadía, donde se expusieron los trofeos de la temporada barcelonista. A Laporta y a los suyos les importaba poco o nada el que, supuestamente, ha sido el acto social del 125º aniversario. La organización no ha facilitado, en ningún caso, el número de socios participantes, lo que también invita a suponer que fue más bien bajo y que el grueso de los caminantes lo integraron miembros de la Federació d’Entitats Excursionistes de Catalunya.

Por el tratamiento y el mensaje oficialistas en la web del FC Barcelona, este segundo acontecimiento habría servido para justificar que el aniversario de la fundación del club ha vivido su cara social, que la marcha culé era la única oportunidad de los 140.000 socios del FC Barcelona de vivirlo en un formato popular y masivo. Y ya está.

La huella social

No se tiene noticia de que David Carabén haya programado ninguna otra cita en la agenda de una celebración que, por todos los síntomas, no dejará más que el rastro pobre y prácticamente invisible de dos actividades elitistas, intrascendentes, pretendidamente a espaldas de los socios y, además, en el caso de la marcha culé, de pago, a diferencia la gratuidad de los numerosos actos del centenario de 1999, incluido el Barça-Brasil del Camp Nou.

Nada nuevo ni sorprendente en el marco de una política definidamente clientelista por parte de Laporta, que ha mutilado y eliminado en la medida de sus posibilidades cualquier interacción y protagonismo social a base de suprimir los derechos fundamentales democráticos de opinión, información, participación, interpelación y hasta de voto en las asambleas telemáticas de las que las autoridades deportivas de la Generalitat también son cómplices.

El exterminio de las peñas, la sustitución de los abonos por pases de temporada sin derecho a un asiento fijo, y el maltrato y desprecio permanentes de los que han sido víctimas los socios que han intentado seguir dando su apoyo al equipo en Montjuic son algunas de las prácticas habituales del estilo Laporta en su objetivo de priorizar la entrada de turistas y visitantes VIP para cuando se reabra el Spotify. El cierre de un día para otro, seguido de la expulsión de la grada de animación en plena temporada y la absoluta falta de interés en la prometida reforma de los estatutos y tantas promesas incumplidas en el ámbito del área social de los servicios y atención, convierten la frialdad y el desinterés directivo y presidencial en el 125º aniversario del Barça en una consecuencia lógica y previsibles de sus pocas ganas de trabajar por el club, si no se trata de viajar con todos los lujos posibles con el primer equipo.

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