Laporta cumple dos años sin presentar a un jugador para el primer equipo

El acto protocolario que mantiene el resto de los clubs se lo ha cargado el presidente del Barça para evitar dar explicaciones a los medios sobre el 'fair play' financiero y porque tampoco es el gran protagonista

Presentació de Vítor Roque - Foto: FC Barcelona

El resto de los clubs de fútbol del mundo, menos el Barça, celebra, comparte, divulga y se enorgullece de haberse reforzado con fichajes que cada temporada se cierran con la aspiración de mejorar la anterior. El Barça de Joan Laporta decidió hace ya bastante tiempo, casi tres años, que ese era un acto protocolario innecesario por la sencilla razón de que, por su naturaleza y definición, históricamente había sido abierto a la prensa y a la lógica interactuación con el recién llegado, además de con el presidente y el directo de fútbol de turno, para las explicaciones y características de la operación.

En su línea de reducir a la mínima expresión el contacto con la prensa, si no son entrevistas teledirigidas desde Barça One, o encuentros pactados con medios y periodistas amigos -o situaciones en las que, como en enero pasado, tras la resolución del Consejo Superior de Deportes (CSD), fue el propio presidente el que quería atizar a determinada prensa y reivindicarse por haber cerrado el trato con dos empresas árabes, una de Qatar y otra de los Emiratos, para salvar la inscripción de Dani Olmo-, Laporta ya no se rebaja desde hace meses a esa antigua, transparente, democrática y saludable costumbre de afrontar ruedas de prensa sin límite de tiempo ni censura o selección de medios.

Igual que con los socios, a los que no quiere ver ni en pintura y mucho menos en las asambleas, Laporta deja en manos de su aparato de control mediático, su legión de palmeros y al periodismo adscrito a su nómina ideológica la construcción de ese relato de éxito y liderazgo capaz de haber convencido a los socios y a los aficionados en general que a él, y solo a él, le corresponde el mérito de «haber devuelto la ilusión al barcelonismo», como ahora vuelve a proclamar, además de haber sacado al club del pozo y de la oscuridad económica con la que se encontró.

La realidad es que, como refleja la memoria económica del club y el informe del auditor, el club camina imparable e inevitablemente hacia un colapso financiero que, como está previsto en el fondo de titulización suscrito para el préstamo de la reforma del estadio, que no del Espai Barça, lo más seguro es que acabe con una intervención de la gestión del match day, la clave del futuro crecimiento económico, por parte de Goldman Sachs en nombre de los inversores.

En lo deportivo, igualmente palmario resulta el efecto salvavidas, imprevisto e hijo natural de la precariedad del laportismo, de la nueva generación de oro de la Masía herencia exclusiva y directa de la gestión de Josep Maria Bartomeu.

Es por esta razón que el laportismo mediático ha intentado concentrar la medalla de los títulos de esta temporada en la figura de Hansi Flick, y por elevación en la del presidente, por encima del homenaje y el reconocimiento merecidos y obligados de la mejor escuela de fútbol del mundo. Al presidente no solo no le interesa este enfoque, sino que, de nuevo, se esfuerza en gastar todo el dinero que pueda y hasta el que no dispone el Barça en futbolistas extranjeros o que, al menos, encajen en esa fórmula de operaciones que dejen un rastro llamativo de comisiones a favor de sus agentes predilectos.

El verano pasado ni siquiera fue presentado el propio Hansi Flick como tampoco Dani Olmo. La última presentación oficial fue la de Vítor Roque el viernes 5 de enero de 2024, en la Ciudad Deportiva Joan Gamper, específicamente en el campo Tito Vilanova, en una puesta de largo celebrada poco después de su debut con el equipo en el partido contra la UD Las Palmas, que tuvo lugar un día antes, el jueves 4 de enero. Por cierto que, sorprendentemente o no, el presidente Joan Laporta no estuvo presente, haciendo los honores el vicepresidente deportivo Rafa Yuste y el director deportivo, Deco.

Y la anterior, por citar la última más o menos en el formato más natural, fue la de Robert Lewandowski, en verano de 2022. Luego, refuerzos como Oriol Romeu, Ilkay Gundogan o Iñigo Martínez, y finalmente Dani Olmo, protagonizaron ese momento en el contexto del Gamper.

A Laporta también le han dejado de interesar con el paso del tiempo ese tipo de eventos en los que no es él el principal protagonista y en los que ahora mismo habría preguntas incómodas que responder sobre si se dan las condiciones de fair play financiero suficiente como para afrontar refuerzos del calibre de los nombres que suenan. La transparencia ha dejado de formar parte de la normalidad azulgrana hasta el extremo que, en la firma del primer contrato importante de Lamine Yamal, el club no facilitó declaraciones del jugador o del presidente ni imágenes de la firma.

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