La prensa laportista que compra el relato de Joan Laporta sobre el retorno a la norma 1:1 y las negociaciones avanzadas con una serie de cracks mundiales está pregonando ahora la necesidad de hacer caja para dar viabilidad a las exigencias del fair play financiero.
Portadas y páginas interiores, espacios de radio y los murmullos en las redes sociales y canales digitales se centran ahora en hacer que la misión prioritaria de Deco, el director de fútbol azulgrana, es la de acelerar las ventas y las salidas de los jugadores con los que no cuenta Hansi Flick e incluso de alguno de los que hace una semana no estaban en la lista de transferibles.
El objetivo no es otro que hacer lugar, desde el punto de vista del margen salarial, para los que puedan firmar y de todas las ampliaciones de contrato cerradas en tiempos de fair play excedido.
No existe, desde este punto de vista, peor estrategia que la de Laporta, consistente en airear las urgencias contables al mismo tiempo que permitir los alarde de grandes operaciones teniendo como una primera fecha límite el 30 de junio próximo. Los potenciales compradores juegan con todas las cartas a su favor, incluida la connivencia de los mismos objetivos como son el caso de Iñaki Peña, con un año de contrato, Ter Stegen, con dos temporadas por delante o Ansu Fati, el más difícil de colocar por su depreciación futbolística aguda combinada con un salario casi de crack, una cláusula de 1.000 millones y renovado hasta 2027.
En las últimas noticias al respecto, incluso se ha vuelto a mencionar la figura de Ronald Araujo, que podría salir por una cantidad pactada menor por un periodo corto de tiempo.
En la mayoría de los casos, futbolistas con peso en el contexto de la masa salarial y con poco mercado, circunstancia que complica la necesidad de resolver sus traspasos o cesiones a menos que, como con Lenglet, Laporta acepte regalar futbolistas a cambio de liberar salarios, en ningún caso con un extra de beneficio. Será un verano muy largo.
