Díaz Ayuso, los “pinganillos” y Òmnium Cultural

Bluesky

La semana pasada se produjeron dos hechos lamentables: la espantada de Isabel Díaz Ayuso en la Conferencia de presidentes autonómicos cuando los de Cataluña y Euskadi hablaron en catalán y en vasco y los gritos de independencia con los que fue recibido Salvador Illa en el acto de entrega del Premio de Honor de las Letras Catalanas de Òmnium Cultural. Dos palacios de Barcelona -el de Pedralbes y el de la Música- fueron los escenarios de estos tristes espectáculos.

Los dos hechos desprestigian a la presidenta de la Comunidad de Madrid y a la plataforma que se creó para la defensa del catalán en pleno franquismo y que se ha convertido desde hace años en una muleta privilegiada del independentismo.

Díaz Ayuso amenazó con que si alguien hablaba en un idioma que no fuera el español en la Conferencia de presidentes se ausentaría de la sala. Y lo hizo. Lo hizo a medias porque se fue cuando hablaron Illa y Pradales pero se quedó cuando lo hicieron los presidentes de Baleares y Galicia, Marga Prohens y Alfonso Rueda, en catalán y gallego, respectivamente. Prohens y Rueda son del mismo partido que Díaz Ayuso. Illa es socialista y Pradales del PNV. Quedó, claro, pues que su salida de la sala donde se reunían los presidentes autonómicos no respondía a una aversión a las lenguas cooficiales sino a los representantes de partidos políticos diferentes al suyo.

En el acto de Òmnium Cultural pasó algo parecido. Los asistentes que gritaron “independencia” cuando Illa entró en el recinto donde se hacía el acto de entrega del Premio de Honor de las Letras Catalanas lo que querían era mostrar su disgusto por la presencia de un presidente catalán que no era de su color político.

Ayuso y Òmnium Cultural caminan en la misma dirección pero en sentido contrario. La presidenta de la Comunidad de Madrid quiere presentar Cataluña y su lengua como una amenaza para la unidad de España. Òmnium Cultural, de la mano ahora de Xavier Antich y antes de Jordi Cuixart, quiere presentar España como enemiga de Cataluña y el catalán.

Ignoran o lo pretenden que hay millones de españoles y catalanes que no quieren participar en este juego. Que creen que las lenguas y la política están, o deberían estar, al servicio de la comunicación y la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.

Los populistas y la extrema derecha han descubierto ya hace años que polarizar la sociedad les da buenos resultados electorales. Que potenciar el maniqueísmo, el odio, el insulto y la chulería, con el apoyo eficaz de las redes sociales, moviliza a una parte de la sociedad lo cual les resulta rentable electoralmente.

Una parte del independentismo considera que abuchear al presidente socialista de la Generalitat es una buena idea. Que desean que quede claro que no lo quieren en actos teóricamente concebidos para premiar a las personas que han prestigiado el uso del catalán. Que renuncian a atraer a su causa a los cerca de 900.000 catalanes que votaron al PSC en las elecciones autonómicas de mayo del año pasado.

La España que representa Díaz Ayuso y la Cataluña que representa el Òmnium de Xavier Antich, Mónica Terribas y David Fernández no llegarán nunca a ningún acuerdo. No se pueden entender porque no quieren. No es un problema de “pinganillos”. Es un problema de dar por perdida la batalla del diálogo y el consenso constructivo para mejorar la calidad y la dignidad de la vida de madrileños, catalanes, españoles, hablen la lengua que hablen.

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