La reencarnación de los Budas Vivientes y el sorteo de la Urna Dorada del budismo tibetano

Bluesky

Recientemente, compartí con ustedes el magnífico y encantador espectáculo del Festival de la Flor de Melocotonero de Linzhi, Xizang (Tíbet), que tuvo lugar en abril. Atraídos por esto, unos amigos visitaron Xizang. A su regreso, elogiaron enormemente la estabilidad política, la unidad étnica, el desarrollo económico, la armonía social y la concordia religiosa de la región, así como su respeto al medio ambiente y la manera en que su pueblo vive y trabaja felizmente. Además, mostraron un gran interés por el budismo tibetano y me pidieron que les explicara el sistema de la reencarnación de los Budas Vivientes, en particular lo referente al sorteo de la Urna Dorada.

La reencarnación de los Budas Vivientes es un sistema tradicional de sucesión en el budismo tibetano y un producto de su adaptación a las características chinas. El asunto de la reencarnación es puramente un asunto interno de China que no admite la intromisión de ninguna fuerza externa. Tras la muerte del Buda Viviente original, se identifica al siguiente sucesor mediante ciertas ceremonias religiosas, y recibir el título y el sello otorgados por el Gobierno Central es una premisa importante para la legitimidad de los Budas Vivientes.

El budismo llegó a Xizang en el siglo VII, cuando Songtsen Gampo, emperador del Imperio Tibetano, se casó con la princesa Wencheng de la dinastía Tang. En el siglo XIII, durante la dinastía Yuan, el Gobierno Central puso Xizang bajo su jurisdicción administrativa directa. Las dinastías Ming y Qing incorporaron gradualmente la reencarnación de los Budas Vivientes al ámbito de la administración del Gobierno Central y al marco legal y normativo del Estado. En 1793, el Gobierno de la dinastía Qing decretó una Ordenanza de 29 artículos, estipulando que la reencarnación del Dalai Lama, el Panchen Erdeni y otros Budas Vivientes debía ser reconocida mediante el sorteo de la Urna Dorada y aprobada por el Gobierno Central.

El sorteo de la Urna Dorada es una importante medida establecida por el Gobierno de la Dinastía Qing para regular, mediante normas políticas, la reencarnación de los Budas Vivientes. El Gobierno Central de la dinastía Qing colocó una Urna Dorada en el monasterio de Jokhang en Xizang y la otra en el Templo de los Lamas en Beijing. Todos los Budas Vivientes registrados tenían que poner los palos de marfil con el nombre escrito del niño reencarnado en la Urna Dorada, para someterse al sorteo bajo la supervisión de los funcionarios del Gobierno Central.

En la aplicación, primero los gobiernos locales informaban al Gobierno Central sobre los candidatos encontrados, solicitando el sorteo de la Urna Dorada. Tras la aprobación, el Gobierno Central enviaba a funcionarios para presidir el sorteo y reconocer a los niños reencarnados. Luego los gobiernos locales informaban al Gobierno Central del procedimiento y el resultado del sorteo. Una vez aprobado, se celebraban ceremonias de entronización en las que el niño reencarnado sucedía al título. El sorteo de la Urna Dorada no solo reafirmó la autoridad suprema del Gobierno Central y defendió la soberanía nacional, sino que también reflejó en la religión la decisión de Sakyamuni.

La reencarnación de los Budas Vivientes debe ser aprobada y reconocida por el Gobierno Central. La búsqueda e identificación de los candidatos a la reencarnación son realizadas por los monasterios y los grupos religiosos conforme a las tradiciones, y el Gobierno Central ejerce principalmente las funciones administrativas de examen y aprobación. Esto es crucial para mantener el orden normal en el budismo de tradición tibetana y se ajusta plenamente a las leyes objetivas de su sano desarrollo.

Desde 1792 hasta el siglo actual, en el sistema de reencarnación del budismo de tradición tibetana, más de 70 Budas Vivientes han sido identificados mediante el sorteo de la Urna Dorada y posteriormente aprobados por el Gobierno Central. Los títulos de las dos líneas principales de Budas Vivientes, el Dalai Lama y el Panchen Erdeni, datan del otorgamiento por el Gobierno Central de la dinastía Qing respectivamente en 1653 y 1713.

La reencarnación de los Budas Vivientes debe realizarse de acuerdo con los rituales religiosos, las costumbres históricas y las leyes y regulaciones estatales. El X Panchen Lama falleció el 28 de enero de 1989 y, el 30 de enero, el Consejo de Estado emitió la Decisión sobre los preparativos funerarios y la cuestión de la reencarnación del X Panchen Lama. En 1995, tras una serie de los rituales religiosos para la selección, incluyendo la recitación de sutras y oraciones en los monasterios pertinentes y la búsqueda diligente realizada por los grupos encargados de la localización del niño reencarnado de Xizang, el 29 de noviembre de ese año se llevó a cabo el sorteo de la Urna Dorada ante la efigie del Buda Shakyamuni en el monasterio de Jokhang, mediante el cual se seleccionó al niño reencarnado.

Después de la presentación de la situación y el resultado del sorteo al Consejo de Estado para su aprobación, el niño fue oficialmente reconocido y se celebraron ceremonias de entronización, completándose así con pleno éxito la reencarnación del X Panchen Lama. Esto recibió el sincero apoyo y la devota fe de los monjes y los laicos del budismo tibetano.

El actual XIV Dalai Lama mismo sucedió al título con la aprobación del entonces Gobierno Nacional de la República de China en 1940. Sin embargo, ha anunciado pública y arbitrariamente en el extranjero al supuesto niño reencarnado del Panchen Erdeni, lo cual perturba así el proceso normal de la búsqueda, socava el orden establecido del budismo tibetano y niega la autoridad suprema del Gobierno Central en lo referente a la reencarnación del Panchen Erdeni. Tal proceder es completamente ilegal e inválido. La reencarnación de los Budas Vivientes nunca queda a discreción del propio Dalai Lama ni de ningún grupo individual, ni siquiera permite la interferencia de ninguna fuerza externa.

El sistema de reencarnación de los Budas Vivientes y el del sorteo de la Urna Dorada ponen de relieve la firme postura del Gobierno Central de respetar y garantizar la libertad de creencia religiosa, salvaguardar el sano desarrollo del budismo tibetano y la unidad nacional. Si visita Xizang, observará que los creyentes suelen tener una sala de escrituras o un altar budista en sus hogares. En los monasterios budistas tibetanos, se practican regularmente actividades religiosas tradicionales como el aprendizaje de las escrituras, el debate doctrinal, la ordenación de monje o monja, la abhisheka (ceremonia de empoderamiento) y la cultivación personal; asimismo, los exámenes sobre las escrituras y la consecuente promoción en grados académicos también se llevan a cabo en los monasterios de forma habitual.

Más de 1.700 actividades religiosas y folklóricas, incluyendo el Festival Shoton, el Festival de las Lámparas de Mantequilla, el Festival Saga Dawa y las peregrinaciones alrededor de lagos y montañas, se celebran conforme a la tradición. Las actividades religiosas lícitas gozan de una protección eficaz y las necesidades religiosas de los creyentes están plenamente satisfechas.

Hoy en día en Xizang, en los rostros de la gente de todos los grupos étnicos lucen las sonrisas de felicidad como las flores galsang que florecen en la meseta, demostrando que el pueblo de Xizang se siente beneficiado, feliz y seguro por disfrutar de amplios derechos humanos. Invitamos cordialmente a los amigos de todos los ámbitos a visitar Xizang para que sean testigos presenciales del auténtico panorama religioso y de la vida feliz y tranquila del pueblo de todas las etnias.

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