Todas las previsiones de los científicos muestran una tendencia clara al aumento de las temperaturas máximas y mínimas en el ámbito de la metrópolis de Barcelona. A mediados de este siglo, se prevén incrementos de hasta 3 °C, y hacia finales de siglo el aumento podría llegar a ser de casi 4 °C si no se aceleran los cambios en las políticas públicas, la actuación de las empresas y los hábitos ciudadanos para alcanzar los compromisos del Acuerdo de París.
Este calentamiento tiene múltiples consecuencias, todas perjudiciales para el territorio y para la salud y la calidad de vida de las personas. Destacan las siguientes: aumento exponencial de los días de calor y de calor extremo; multiplicación de las noches tropicales, tórridas e incluso aparición de noches rojillas; y olas de calor más frecuentes (más de cuatro cada año), duraderas (hasta 19 días) e intensas, con impactos directos en la salud, las infraestructuras y la planificación urbana.
Ante estos datos, la presencia de equipamientos urbanos preparados para reducir los riesgos asociados a las altas temperaturas es clave. Cabe señalar, en este sentido, que las personas mayores, los niños, las mujeres embarazadas y algunos enfermos sufren con especial gravedad los efectos del calor. Según el índice de vulnerabilidad al cambio climático (IVAC), un estudio coordinado y financiado por el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) y elaborado por el área de Sostenibilidad Urbana del Instituto Metrópoli, unas 526.000 personas de la conurbación de Barcelona (un 16% de la población) son especialmente vulnerables al calor, y se concentran en nueve municipios.
Una de las soluciones más notorias es la red metropolitana de refugios climáticos (XMRC, por sus siglas en catalán), que agrupa instalaciones que habitualmente tienen otra función y que de manera excepcional ofrecen confort en periodos de temperaturas elevadas, sea por medio de climatización o con métodos naturales, como la presencia de vegetación. Este año, con el levantamiento de las restricciones por sequía, adquiere una importancia especial la presencia de agua (lagos, estanques y fuentes) en los refugios exteriores, como un mecanismo más para controlar las altas temperaturas.
Los tipos de refugios que integran esta red son equipamientos municipales (bibliotecas, centros cívicos, centros de personas mayores, mercados, museos, polideportivos, etc.), parques (de gestión metropolitana o municipal) y piscinas públicas. Durante el año 2025, se prevé incorporar a la XMRC 58 nuevos espacios con las condiciones adecuadas. Sumados a los ya existentes, la red contará con un total de 244 refugios climáticos (71 parques, 151 equipamientos y 22 piscinas), que estarán activos durante los meses de más calor en 31 municipios metropolitanos.
Los refugios de la XMRC darán cobertura a 1.271.708 personas, el 80,5% de la población de los municipios que integran la red: esto significa que estas personas tienen un refugio a menos de 10 minutos a pie desde su casa. En cuanto a la población más vulnerable, el porcentaje de cobertura se eleva hasta el 82% en todo el territorio metropolitano.
El crecimiento de la XMRC supone un aumento del 31% respecto al año pasado, y de un 69% respecto a 2023. Estos datos no incluyen la red propia de Barcelona, que cubre el 97% de su población, con unos 390 espacios de refugio climático de los mismos tipos que en el resto de municipios metropolitanos. Guille López, consejero delegado de Acción Climática del AMB, manifiesta que “desgraciadamente, no todo el mundo puede pagarse unas vacaciones o disponer de aire acondicionado durante los meses más calurosos del año, por eso es necesaria la red de refugios climáticos como servicio básico para la ciudadanía”.