La ultraderecha independentista se organiza en las calles para dirigir la nueva etapa del soberanismo. Una vez demostrado que el proceso independentista es cosa del pasado, empieza una nueva era que aprovecha el auge internacional del populismo y la ultraderecha para pasar la mano por la cara a los procesistas. Fenómenos como el de JavierMilei en Argentina; DonaldTrump en Estados Unidos; GeorgiaMeloni en Italia; Viktor Orbán en Hungría, HerbertKickl en Austria (que estuvo a punto de poder gobernar); NigelFarage en el Reino Unido; Marine Le Pen en Francia o AliceWeidel en Alemania contribuyen a alimentar la propuesta de la ultraderecha en Cataluña.
De hecho, tanto el Vox de SantiagoAbascal como la Aliança Catalana (AC) de SílviaOrriols se han mostrado entusiasmados con la victoria de Trump en Estados Unidos, lo que demuestra un alineamiento ideológico de fuerzas aparentemente enemigas. En Cataluña existe, además, un fenómeno que contribuye a unificar las pequeñas taifas independentistas de la extrema derecha: los grandes partidos soberanistas y las entidades cívicas que lideraron el procés dejaron muchos descontentos que están dispuestos a venerar y a seguir a otro líder que los lleve hacia su tierra prometida.
Así, rebotados de Junts, ERC y la CUP se unen a los enfadados con la Assemblea Nacional Catalana (ANC), ÒmniumCultural, los Comités de Defensa de la República (CDR) o el Consell de la República. Todos ellos se han ido acercando en mayor o menor medida a Sílvia Orriols y a sus propuestas extremistas.
La teoría de que lo que llega de fuera es nocivo para Cataluña y para los catalanes es muy similar al mensaje que adoptó Trump de rechazo a la inmigración y de la política de mano dura contra los extranjeros, incluso saltándose las leyes. Esta consigna es la nueva biblia del soberanismo y ha empezado a calar en la sociedad catalana, especialmente en determinados sectores que se han quedado huérfanos de liderazgos.
Así, Orriols va formando un entramado de pequeñas organizaciones que suplen la falta de estructura de Aliança Catalana. Un veterano militante de uno de los principales partidos procesistas, que se pasó al bando de los críticos y que ahora se mueve alrededor de AC, dibuja un perfil preciso del fenómeno Orriols: «Si AC hubiera establecido deprisa y corriendo una estructura territorial, se le habrían colado muchos intrusos que le podían haber supuesto problemas al cabo de un tiempo. Es mejor ir poco a poco, controlando a quien pones al frente de los órganos del partido, para tener una maquinaria bien engrasada y fiel. Somos muchos los militantes veteranos que hemos aconsejado a Orriols y a su círculo más cercano que monte la estructura poco a poco. No hay prisa por llegar. La suya es una carrera de fondo».
La poca implantación territorial se está solucionando llevando el mensaje del partido semanalmente a los pueblos a través de las carpas informativas: cada fin de semana se montan paradas informativas en tres, seis u ocho poblaciones diferentes. Paralelamente, AC quiere penetrar en todos los colectivos sensibles, cuyos problemas son de fácil impacto mediático. Los dirigentes ultras del partido de Orriols se han visto en las últimas semanas con la Asociación Sindical por la Integración Laboral Mossos d’Esquadra con Discapacidad (Ailmed Sindicat), de los Mossos d’Esquadra, y con el sindicato MareaBlava, colectivo de funcionarios de prisiones. Su estrategia es hacer de correa de transmisión de sus reivindicaciones en el Parlamento de Cataluña y ganar adeptos.
La exoestructura de Orriols
Pero para apoyar sus consignas dispone de otras herramientas, como pequeñas organizaciones de extrema derecha que hasta ahora habían coqueteado con partidos como Junts y que observaban a sus dirigentes con cierta benevolencia, especialmente a CarlesPuigdemont y a QuimTorra. Este idileo se acabó, y ahora son críticos feroces con todo dirigente que siga los mandatos de JxCat.
Estas plataformas trabajan ahora en la exaltación de Aliança Catalana y apoyan la estrategia y las propuestas de Orriols como si fueran de su propio partido, conformando una exoestructura de AC que suple la débil implantación territorial del partido ultra. Uno de los grupos principales que se han posicionado junto a Sílvia Orriols y AC es el Moviment Identitari Català (MIC), al igual que su partido hermano, Renaixença Nacional Catalana (RNC). Ambos han optado por cerrar filas con la alcaldesa de Ripoll.
El MIC ha puesto incluso encima de la mesa la reacción contra los intentos de boicot de la CUP contra las carpas. «Los patriotas catalanes hemos estado recibiendo amenazas, insultos y agresiones físicas durante años; siempre desde sectores violentos del anticatalanismo de ultraizquierda. ¡Basta! Hay que pasar a la acción para rehacer puentes entre diferentes organizaciones de carácter nacional de cara a defendernos ante una violencia que irá a más ante la negligencia judicial», advierte este grupo ultra. También asegura que «estos ataques terroristas no pueden ser olvidados. Tenemos el deber de preparar la defensa de nuestra población catalana ante el terror de los nuevos incontrolados del siglo XXI».
La teoría embalsada por MagíHildebrandt, exdirigente del Front Nacional de Catalunya (FNC) y ahora en las filas de AC, pone en el punto de mira a la izquierda independentista: «El problema de la CUP es que van de cabeza a la desaparición parlamentaria. Algunas encuestas les dan de 0 a 1 diputado. Están desesperados por llamar la atención. Si se quedan fuera, miles de parásitos con currículos ridículos irán al paro. De ahí el show constante contra AC».
Hace apenas seis meses, se creó Nacionalistes al Carrer, una marca para movilizar la calle. Según fuentes independentistas, detrás de esta marca está la larga mano de Orriols, pero también de grupos como el MIC, RNC y Acord per la Independència, un colectivo que reúne a plataformas tan diversas como DonecPerficiam y Unitat per la Independència, entre otras.
Nacionalistes al Carrer convocó para el 4 de mayo un acto en la plaza Major de Vic para reclamar una «Cataluña catalana y libre de delincuentes». Vic no fue elegido por casualidad. «Si pudiéramos enseñar a los catalanes de hace 100 años cómo ha acabado Vic, no se lo podrían creer: sustitución demográfica total, destrucción demográfica de la nación catalana, todo con la colaboración y la complicidad de nuestros políticos. Hay que deportar ya», reclamaba poco antes de este acto Magí Hildebrandt. Acompañaba el texto con un vídeo de las calles de Vic que parecían más los de un zoco árabe que los de una ciudad catalana.
En Vic, la inseguridad se ha disparado. AC ha distribuido un vídeo en el que recopila algunas escenas de delitos captadas por cámaras en la calle o en establecimientos y que acaba con un titular generalista: «La criminalidad sube en Vic durante 2024». A mediados de abril, AC pidió la dimisión de ElisabetFranquesa, concejala de Convivencia y Seguridad Ciudadana, «por su manifiesta incompetencia y por su obstinación en negar una realidad que los vecinos viven con angustia día tras día». La regidora había justificado robos de delincuentes con la excusa de que «tienen dificultades y no son del todo conscientes cuando actúan».
Además, la convocatoria de Vic es un ensayo para ver el poder de convocatoria y la acogida de AC en los centros neurálgicos de la Cataluña profunda. La convocatoria fue apoyada por la plataforma DefensaCatalunya, una organización ultra con fuerte cariz xenófobo. En el último instante, se añadió al acto la asociación Neopàtria, que se autodefine como la Juventud Nacionalista Disidente de Cataluña.
Creada hace casi un año, Neopàtria sigue consignas de fuerzas identitarias de diferentes zonas, desde Alemania a Galicia pasando por Bretaña o Asturias. En sus escuetos postulados, afirma que «nace como una alternativa juvenil nacionalista en Cataluña y como reacción a la continua degradación que sufre nuestra tierra». A partir de Neopàtria, se ha creado otra marca para operar en las redes sociales: la de CataluñaIdentitaria (Catalunya Id), creada el 22 de abril pasado con el objetivo de que sea «un nuevo altavoz con la voluntad de reforzar la presencia digital del nacionalismo firme y de difundir con más fuerza nuestros valores, actividades e ideas».
Varias de las plataformas y marcas ideológicas que se están añadiendo a la galaxia de la ultraderecha independentista son de reciente cuño, es decir, se han creado hace menos de un año, lo que apunta a una operación que sólo beneficia a un actor político: Sílvia Orriols. ResistènciaCatalana es otra de las plataformas, creada ya hace unos años pero que ahora se mueve en el entorno de Aliança. De hecho, suele hacer publicidad de las carpas informativas de los de Orriols en toda Cataluña, aunque no se está de retuitear, por ejemplo, mensajes de Josep Lluís Alay o de Xavier Sala-i-Martín, de la órbita de Junts.
Puntualmente, AC recibe apoyos y promesas de fidelidad de grupúsculos o de exdirigentes que antes se alineaban con los partidos procesistas. Esta efervescencia la pone en una situación ventajosa respecto a los vetustos aparatos de Junts o de ERC. La situación preocupa a los grandes partidos, que ven, además, cómo el cordón sanitario para dejar a AC fuera de cualquier pacto se les puede girar en contra, y a veces llegan a situaciones absurdas con la estrategia de rechazar todo lo que provenga de las filas de Aliança.
Sílvia Orriols pesca cómodamente en este río desvanecido en el que se ha convertido el independentismo catalán con un partido sin casi estructura pero con un exoesqueleto que le da una gran fuerza.