El escenario ideal para culminar la temporada con doblete y elecciones ya está preparado tras la victoria en el clásico, que ha dejado una diferencia matemática más que amplia para que el equipo de Lamine Yamal sentencie la Liga esta misma semana en cualquiera de los dos partidos siguientes, frente a Espanyol en Cornellà el jueves o el domingo en Montjuic, último acto de la temporada en casa con la visita del Villarreal.
Del impacto de la eliminación en las semifinales ante el Inter el martes de la semana pasada ya no queda ni rastro en un barcelonismo que se lleva ese otro título, conquistado ante el Real Madrid con un pleno de triunfos esta temporada, en los dos duelos ligueros, la Supercopa de España y la final de la Copa del Rey. Por lo tanto, desde el punto de vista deportivo y emocional nada se interpone entre el presidente y una reválida electoral que le conviene anticipar por razones obvias.
A partir de junio, Laporta deberá salvar otro cierre complicado derivado de algunas de las cuestiones pendientes, principalmente por el pufo de Barça Studios y la resolución definitiva de la venta de los asientos VIP, ambas en manos de un auditor que se estrena con dos desafíos realmente claves para la cuenta de resultados.
Por un lado, despejar su criterio sobre esos 208 millones pendientes de devaluar por la depreciación de Barça Vision, que la propia directiva de Laporta admitió en un comunicado oficial de febrero pasado en el que ya renunciaba definitivamente a conseguir inversores, anunciando además una maniobra de disolución de la mercantil Bridgeburg Invest mediante su absorción por la matriz Barça Produccions.
¿Se lo tragará el nuevo auditor, Crowe Global? Es la duda tras el despido, vestido de no renovación del anterior, Grant Thornton, después ponerse serio y de plantarse ante el engaño de Laporta del año 2023, simulando la entrada de nuevos inversores, Aramark básicamente, seducida por un nuevo plan de negocio. Laporta pasó por admitir pérdidas de 145 millones, pero no pasó por añadirle los 208 millones del valor cero de la sociedad que a día de hoy sigue igual o peor.
El caso es que Crowe Global ya se las ha tenido con la directiva por dejar al presidente colgado, no admitiendo como ingreso los 100 millones de la presunta venta de los asientos VIP a 31 de diciembre de 2024 y veremos si también a 30 de junio, si bien esa postura al respecto no se conocerá hasta más adelante, hasta la asamblea de octubre, como el lastre de Barça Studios. En el peor de los escenarios, Laporta debería hacer frente a casi 300 millones de nuevas pérdidas.
En el transcurso de los dos meses próximos, la Audiencia Nacional deberá resolver también las medidas cautelares sobre Dani Olmo, que probablemente -por razones políticas- no se harán públicas hasta después de que dispute los partidos de Nations League con la selección española, aunque para entonces Joan Laporta ya podría haber forzado unas elecciones sin rival que le garantizarían la continuidad antes de que las cosas empeoren.
Si no restaura el fair play financiero ante LaLiga por culpa de algunas de estas situaciones, pues además en el caso de Olmo podría quedar libre si Laporta no lo puede inscribir, la precariedad pondría en peligro la renovación de Lamine Yamal a partir de julio. La normativa le permite al Barça atarlo sin necesidad de acreditar fair play financiero previo por su condición de jugador de la casa, pero igualmente ha de disponerde él a lo largo de la temporada antes de que concluya. A todos los efectos, por tanto, debe fabricarlo como sea porque el equipo anda corto de fondo de armario de cara a la siguiente.
Otro reto que puede marcar la próxima temporada pasa por reabrir el Spotify provisionalmente y para al menos 60.000 espectadores en septiembre, a tiempo de disputar el primer partido de la Champions, un éxito que Laporta puede prometer ahora, sea realidad o no a la hora de la verdad. Urgentemente, el club necesita más ingresos de match day y no seguir pagando un alquiler carísimo en Montjuic porque este año ha acabado la carencia del préstamo de Goldman Sachs firmado en 2021 para aplazar la deuda a corto plazo. La cuota es de unos 70 millones anuales que pronto, a partir de 2026, esté terminado o no el Spotify, se sumará a la devolución del primer tramo de 400 millones del préstamo (fondo de titulización) para el Espai Barça.
El doblete es una buena noticia, una alegría para la afición, que lo necesitaba, además de una recuperación del prestigio con el añadido de atractivos ingresos derivados de las primas por títulos previstos en los diferentes contratos de patrocinio. Ingresos que, de algún modo, equilibran las variables que también se han de abonar a los jugadores por los mismos títulos.
En definitiva, que la bonanza de estos días, por la conquista de una Liga (más la Copa y la Supercopa de España), puede dar paso a un verano en el que, sin fútbol ni goles, se puede desnudar otra vez el terrible impacto de la gestión de Laporta y poner al descubierto la cruda realidad de una crisis económica contra la que no sirven los goles ni el estrellato de Lamine Yamal.

