Dos años sin Claudia: El silencio del ‘bullying’

Bluesky

Hace justo dos años, en Gijón, una joven de solo 20 años, Claudia González, decidió poner fin a su vida después de sufrir años de acoso escolar. En este artículo quiero rendir homenaje a esta joven víctima y comenzar recordando sus últimas palabras, que nos conmovieron a todos: «Por favor, parad el acoso, dejad a las personas ser quienes son. Hasta siempre. #StopBullying.» Estas fueron sus últimas palabras exactas que dejó escritas en una carta de despedida antes de quitarse la vida, un grito contundente para denunciar todo lo que sufrió y el motivo por el cual decidió acabar con su vida, así como una voluntad muy clara: que nadie más sufra lo que ella sufrió. Y aunque estas palabras deberían haber sido un punto de inflexión, tristemente, hasta el momento, no se han cumplido. Prometí a su madre y a mí mismo que la historia de su hija nunca caería en el olvido. Y por mucho que lo intenten, no nos silenciarán. Ya le arrebataron el futuro a una joven con todo un camino por delante, pero su memoria y su voluntad seguirán siempre entre nosotros, aunque algunos cómplices de su pérdida no quieran.

Susana Alonso

El infierno que vivió esta joven debe dejar una huella profunda en nuestra conciencia colectiva sobre la gravedad del acoso escolar. Era una persona con una vida llena de posibilidades, guapa, empática, amante de los perros, especialmente de su querida Dana, y con una luz interior que se fue apagando progresivamente por la crueldad de sus acosadores. Fue víctima de un bullying extremo, por parte de varios compañeros del Colegio de la Asunción. Insultos, humillaciones y burlas constantes formaban parte de su día a día. Ella se encontraba aislada, sin apoyo de quienes deberían haber sido sus protectores, a pesar de sus intentos por buscar ayuda, no logró encontrar la solución a su sufrimiento entre aquellos que deberían haber velado por su seguridad: la escuela, compañeros, profesores y también las autoridades pertinentes.

El caso de la joven de Gijón es sin duda uno de los más silenciados de acoso escolar que conozco. La dramática pérdida de Claudia, que terminó con un suicidio, ha quedado eclipsada por la indiferencia y la falta de responsabilidad de las instituciones educativas y las autoridades. Su última voluntad, expresada en una carta de despedida, era clara, como he indicado anteriormente. Pero esta petición, que debería haber sido una llamada de atención para todos nosotros, ha sido ignorada. No solo por aquellos que permitieron que el acoso se perpetuara, sino también por las personas que miraron hacia otro lado…

Con el corazón roto y totalmente desesperada, esta joven pidió que se detuviera el sufrimiento de las víctimas de acoso. Sin embargo, después de su muerte, el silencio continuó: un caso sin resolver, una comunidad educativa que no tomó medidas y una sociedad que no estuvo a la altura y dejó sola a una familia destrozada. La gran pregunta sigue sin respuesta: ¿Dónde está la justicia? ¿Dónde están las acciones concretas para evitar que más jóvenes como ella pasen por el mismo infierno?

Dos años después de la pérdida, su historia sigue siendo un recuerdo doloroso de las consecuencias de un acoso escolar que nunca se detuvo a tiempo. Pero su caso también es un llamado a la acción para que todos trabajemos juntos para evitar que otros jóvenes tengan que vivir lo mismo. Su memoria debe servir como un impulso para que la sociedad en su conjunto se comprometa a erradicar el bullying. Cada día que pasa sin una solución efectiva es un día más en el que más jóvenes pueden verse abocados a vivir una pesadilla que, lamentablemente, puede terminar como la suya. El deseo de la joven era que nadie más sufriera lo que ella vivió. Un deseo que comparto con el privilegio de ser comunicador y activista, porque creo que la obligación ética y moral de quien ha sufrido lo mismo, pero sigue vivo, debe ser honrar la memoria de los que no están y se fueron por el mismo motivo.

Este caso es un recordatorio duro y cruel, pero necesario, de la importancia de combatir el bullying en todas sus formas. Porque, a veces, las voces más débiles son las que más llaman la atención cuando se las escucha. No dejemos que el grito de la joven quede en el olvido. Su historia es nuestra también. ¡Basta de violencia escolar! Cuantas víctimas más tienen que haber para que alguien hago algo.

El #StopBullying no debe ser solo un hashtag, sino un compromiso real de todos. Debemos garantizar un entorno seguro en la escuela y siempre creer a la víctima y apoyarla hasta el final. Siempre contigo, Claudia. Que tu lucha no sea en vano. No te olvidamos… #StopBullying.

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