Hace muchos años hice una visita a Alemania y recuerdo haber visto unos adhesivos donde se podía leer «In Deutschland, Deustch«. Parece que había patriotas alemanes que no querían saber nada del inglés. La cuestión del idioma, en Alemania, es compleja. El nazismo decidió que los territorios donde se hablaba alemán eran Alemania y ese fue el argumento para anexionarse, más o menos por fuerza, Austria y partes de otros países.
Cataluña, por fortuna, se anexiona otros territorios de forma mucho más naïf y se limita a imprimir planos de los países catalanes: su anexionismo es una postal de colores donde no puede faltar L’Alguer, aquel pueblo de Sardenya que tanto les gusta, aunque allí conoce el catalán un 15% de la población.
Pero una y otra vez se repite que Cataluña tiene una lengua propia y se insinúa que el verdadero buen catalán habla en catalán y, no hace falta decirlo, escribe en catalán. Por este motivo, personalidades de la política y de los medios se han enfadado mucho porque Salvador Illa festege Sant Jordi en compañía del escritor Javier Cercas. Vive en Girona, habla en catalán, es profesor de una universidad catalana, cotiza en Cataluña. Entonces… ¿es un escritor catalán? Los nacionalistas responden que no es catalán porque nació en Extremadura y escribe en castellano, y por eso protestan la elección de Salvador Illa. Sin embargo, me temo que si Cercas se hubiera manifestado independentista, como el estrambótico Ramón Cotarelo, no habría tantos escaramuzas nacionalistas.
Es imposible decir que la lengua catalana es la lengua propia de Cataluña, y no sólo porque los territorios no hablan. Para ello, habría que definir algunas cuestiones: ¿en qué momento de la historia nos fijamos? Depende del momento en que nos fijemos llegaríamos a la conclusión de que el árabe es (o fue) una lengua propia de Cataluña, o el íbero, o el latín. Por otro lado, hay evidencias innegables de que la lengua castellana se habla y se escribe en Cataluña desde hace muchos siglos.
Por otro lado: ¿qué porcentaje mínimo de hablantes hay que establecer para concebir que hay una lengua propia? Si las encuestas más recientes nos explican que la lengua castellana es la primera de más del 50% de la población, se hace muy difícil mantener esta extraña propiedad. Aunque la lengua minoritaria no parece ser un obstáculo, al contrario: si el catalán es minoritario podemos acusar a un enemigo exterior, y por eso tenemos el nacionalismo capaz de inventar naciones en cualquier situación. En efecto: el nacionalismo no reivindica una nación, si no que el nacionalismo inventa una nación allí donde no estaba.
Se suele argumentar que el predominio del castellano se debe a factores externos. Vemos aquí el eterno recurso al enemigo exterior del nacionalismo: Felipe V y el Decreto de Nueva Planta, el franquismo y la inmigración que supuestamente promovió para españolizar Cataluña, los inmigrantes actuales que nos residualizan (palabra de la señora Sílvia Orriols), etc. Una vez se sabe que es imposible definir el «hecho diferencial catalán», tal como es imposible definir qué es una nación en términos racionales, tan solo permanece el recurso a la lengua y esta fascinación por el mundo rural como refugio y motor de las esencias. No sólo las tradiciones de la Cataluña rural y profunda parecen las auténticas, si no que se habla de una Cataluña catalana situada en las comarcas interiores donde la lengua catalana podría ser mayoritaria, aunque esto podría decaer pronto.
La danza popular catalana ha dejado de ser la sardana porque supongo que se baila mucho más el reguetón, pero mientras en algún pueblo de montaña allí por Ripoll u Olot se hagan sardanas el domingo por la mañana habrá argumentos para decir que es la verdadera danza popular catalana, la danza propia de Cataluña. O quizás la danza vehicular propia de Cataluña. El nacionalismo es capaz de decir eso y mucho más.