La capacidad de Joan Laporta para la comedia y el embuste no dejan de sorprender, incluso a su propio entorno más cercano, como sucedió el jueves en al acto de inauguración de una exposición conmemorativa de los 30 años de la Fundació Barça, cuando pareció emocionarse haciendo referencia al que fue, en su momento, un acuerdo histórico de patrocinio con UNICEF.
El presidente del Barça hizo alusión a la alianza cerrada en 2006 como “uno de esos momentos que han marcado nuestra historia». «Yo diría que la alianza global con UNICEF fue capital, fuimos pioneros en lo que es la responsabilidad social de los clubs de fútbol. Eso fue muy impactante. Porque llevamos UNICEF en la camiseta y en vez de cobrar … ¡pagando! No conozco a mucha gente que lo haga, no lo hacen muchos clubs. Y nosotros lo hemos hecho. Es una de las grandes decisiones que hemos tomado y que proyectó al Barça en el mundo sobre lo que es la solidaridad del FC Barcelona…», dijo.
Fue un momento aclamado por la prensa y destacado en las tertulias, eso sí, obviando que, claramente, se le escapaba la risa mientras aparentaba quebrarse en un breve, oportuno y teatral gesto muy cerca de echarse a llorar.
Lo que no explicó Laporta sobre UNICEF -al igual el fichaje de Guardiola, una iniciativa del entonces vicepresidente Evarist Murtra– fue el final triste de esta película. Y es que fue que él mismo, Laporta, tras su regreso al palco del Camp Nou en 2021, quien echó a UNICEF de la camiseta porque no estaba dispuesto a mantener una aportación de dos millones anuales al organismo de las Naciones Unidas para la infancia.
A lo largo de los mandatos de Sandro Rosell y de Josep Maria Bartomeu, que siempre consideraron acertado e identitario el apoyo a UNICEF, el club reforzó la alianza a base de una progresiva elevación de la ayuda económica asociada a la implementación de proyectos y de programas específicos de educación y formación en valores a través del deporte, del fútbol básicamente, con presencia y colaboración del Barça.
En 2021, Laporta volvió a colocar a su prima Marta Segú al frente de la Fundación, que no tardó demasiado adoptar dos decisiones singularmente opuestas. Por un lado, poner fin a la alianza con UNICEF y cerrar otro acuerdo por mucho menos dinero, menos visibilidad y cero implicación del club con ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados. Por otro, la propia directora de la Fundación Barça prácticamente se dobló el salario como su primera ejecutiva, enviando un mensaje completamente contradictorio de la austeridad que habría podido provocar dejar a UNICEF en la cuneta. Resaltar ahora una historia que él inició con éxito para después arruinarla por intereses estratégicos poco claros no deja de ser un acto de cinismo y de hipocresía por su parte.