El movimiento ‘indepe’ se divide y polariza entre la CUP y Aliança Catalana

Los antifascistas se abrazan contra los islamófobos que lidera Silvia Orriols, a los que acusan de atizar un conflicto étnico artificial que solo beneficia a España

Bluesky
A l’última Diada de l’11-S ja es van desfermar els altercats entre cupaires i orriolistes

Las malas relaciones entre grupos independentistas están llegando a límites insostenibles. La violencia física ya ha hecho acto de presencia y han aparecido los primeros brotes que la justifican contra los rivales políticos. Las dos formaciones que destacan por medir sus fuerzas por dosis de testosterona son Aliança Catalana (AC) y la CUP. Por primera vez, desde algunos sectores independentistas ya se alerta de que la sangre puede llegar al río.

La guerra entre la CUP y AC se libra en varios frentes: Ripoll, Barcelona, Salt, Girona, Vilafranca, El Maresme… En todos estos lugares han tenido enfrentamientos. La consecuencia es una brecha insalvable dentro del antes compacto bloque soberanista.

Sílvia Orriols y los suyos han acuñado la expresión «fascismo inverso» para referirse a la extrema izquierda independentista. Hay quien lo llama también «fascismo de izquierdas». AC (al igual que Vox) trata a la extrema izquierda independentista de totalitaria. Los ‘cupaires’ y sus satélites tildan de «fascistas y totalitarios» a los de Aliança. Y advierten que «los representantes de la nueva extrema derecha usan el término fascista para despreciar a sus rivales políticos. Su objetivo siempre ha sido el de desvirtuar la palabra, convertirla en un adjetivo sin un significado claro», tal y como recoge el «libreto antifascista» titulado Sin miedo, sin permiso, elaborado por Arran para enseñar sobre cómo enfrentarse a la ultraderecha. Estamos, pues, en una guerra de trincheras. Y desde las trincheras se acusan mutuamente de ser falsos independentistas y de ser instrumentos del pérfido Estado español para romper Cataluña.

Los primeros avisos serios llegaron la última Diada del 11-S, cuando un grupo de activistas de Arran y la CUP interrumpieron una ofrenda floral de los de Aliança Catalana en el Fossar de les Moreres. Llegaron a las manos, pero la presencia policial evitó males mayores. Antes, ya había habido bazas localizadas en diferentes lugares, como la Diada de 2021 en el propio Fossar de les Moreres. Arran destrozó una parada de AC (donde había buena parte de la cúpula del partido, con Jordi Aragonès y Oriol Ges al frente) y tres de sus militantes fueron condenados judicialmente por «daños y lesiones».

Pero en Barcelona ya brotó la sangre hace dos meses. El 25 de enero pasado, un grupo de ‘cupaires’ asaltaron una parada de AC en Les Corts. A mediados de marzo, eran detenidos tres activistas de Endavant acusados de haber agredido a un militante rival, que acabó en el hospital con heridas graves. A los detenidos se les acusa de lesiones, daños, robo con violencia y coacciones. Una de las detenidas es Adriana Plena, número 3 de la lista de la CUP a las municipales por Barcelona y exportavoz de Arran, la rama juvenil de la CUP.

Tras las detenciones, todas las organizaciones y plataformas de la izquierda radical salieron en defensa de los agresores. «¡Militante detenida por plantar cara a Aliança Catalana! Ante el acoso y la persecución de la extrema derecha, solo hay dos caminos: ponerse a su lado o confrontarlos. Nosotros lo tenemos claro: tumbamos AC», afirmó Endavant para animar a su militancia.

La extrema izquierda lo aprovechó para ganar oxígeno. «Tumbemos AC, su persecución no nos detiene», clamaban la CUP, Endavant y Alerta Solidària para solidarizarse con los detenidos. Un comunicado de estas organizaciones aseguraba: «Llamamos a todos a tener claro de qué lado está: del lado del totalitarismo de Aliança o del lado de la libertad política y los derechos sociales. Que no nos confundan escondiéndose tras una estelada o detrás del catalán. No son independentistas, porque refuerzan, con su práctica, el orden establecido y el poder del Estado español y sus fuerzas represivas».

Mientras tanto, la líder de AC, Sílvia Orriols también hacía un llamamiento: «Ayúdame a identificar a todos aquellos hijos de puta que hoy han herido de gravedad a un compañero. Necesito nombres y apellidos de todos y cada uno, para que lo paguen».

Hubo quien intentó sacar provecho de la situación, argumentando que la «refinada técnica» del ataque a la carpa era obra de «profesionales infiltrados», aunque desde la CUP se asumió la acción desde el primer momento. Tras las detenciones, la portavoz de la CUP, Su Capellades, denunció las infiltraciones policiales en los movimientos. Luego lamentó las detenciones «por un acto de protesta contra el fascismo» y se conjuró a «seguir combatiendo por la consecución de derechos para todas, para acabar con este sistema capitalista y la preocupante amenaza que es la extrema derecha para la vida».

El líder de AC en Barcelona, Lluís Areny, replicó en Su Capellades: «A ver si hay que combatir a ella misma. Porque este discurso es un discurso de odio contra aquellos que no pensamos como ellos. A menudo me pregunto si piensan lo que dicen». Josep Maria Mainat, ex de La Trinca, se sumó al carro de los especuladores malpensados. «Algunos de la CUP tienen una técnica muy depurada para reducir las personas mayores. Concretamente, estos de las fotos hacen un tufo de piolines que hace caer de espaldas. ¿Queda alguien en la CUP que no sea un infiltrado?», se preguntaba en las redes sociales publicando fotos del incidente.

La teoría de la conspiración

En diciembre pasado, radicales de izquierdas recibieron una charla de AC en Vilafranca del Penedès, en un acto que acabó en batalla campal y sillas volando. Fueron detenidos una militante de la CUP y dos miembros del Ateneo Popular X. Esther Baldajos, presidenta comarcal de AC de L’Alt Penedès, señaló: «Estábamos haciendo una charla sobre el decreto de Nueva Planta y el expolio fiscal que sufre Cataluña. Vinieron y nos pegaron ellos a nosotros. Nos insultaron, amenazaron y rompieron un móvil». Dos meses antes, había pasado lo mismo en la misma localidad: los cupaires interrumpieron un acto de AC al que estaba invitado el concejal de Canet de Mar Jordi Castellà.

La gran baza de la CUP y Aliança Catalana, no obstante, ha tenido como trasfondo el conflicto de Salt, en el que las plataformas cupaires se alinearon con los jóvenes musulmanes para crear disturbios ante las críticas ácidas de AC. Lluís Areny alertaba de que «Salt es Cataluña. Y si es necesario, la reconquistaremos». Las delirantes teorías de la conspiración tienen su súmmum en la afirmación de Jaume Sastre, el referente balear del independentismo y un auténtico francotirador que ha conseguido convertirse en guru de un puñado de fanáticos. Tras los disturbios de Salt, apeló a la teoría de la conspiración, la herramienta más desinformativa que se utiliza: «Otro imam confidente del CNI dirigido por el poli bueno de Felipe VI, Pedro Sánchez del PSOE, que ha reclutado 100 encapuchados gracias a las cloacas del Estado con la intención de desestabilizar la retaguardia catalana», dijo Sastre.

Poco después afirmaba que «el alcalde de Salt, Jordi Viñas, de ERC, afirmó que la quema de contenedores comenzó con la llegada de un grupo organizado de encapuchados que empezaron a quemar contenedores, a destrozar mobiliario urbano y a apedrear coches y ventanas. ¿Quiénes son estos encapuchados? ¿Quién los ha enviado? ¿Son realmente yihadistas? ¿Son agentes provocadores enviados por el ministro español del Interior, Grande Marlaska, o por el jefe de los Mossos del PSOE, Trapero? ¿Los encapuchados eran delincuentes reclutados por Vox para ir a incendiar Salt? ¿Eran ‘independentistas’ al servicio de las cloacas del Estado?». Plantó la semilla de la duda razonable. Demasiada teoría de la conspiración por tan poco resultado.

En El Maresme también ha habido problemas. A mediados de marzo, AC tenía permiso para montar una carpa en Premià de Mar, pero en el último momento el alcalde, el juntaire Rafael Navarro, intentó prohibirlo. Eso es lo que denunció el partido de Orriols. AC, no obstante, consiguió levantar la paradoja y la CUP se personó en el lugar. Los aliancistas presumieron después de que «esta mañana, en Premià de Mar, la CUP ha ejercido la democracia con la que nos tiene acostumbrados, sin licencia, que por eso no hace falta. A pesar de tener todos los permisos, Rafael Navarro nos ha amenazado con sancionarnos si montábamos la carpa. El mismo miedo que a Salt».

Josep Maria Andreu, expresidente del CADCI, ha salido en defensa del partido islamófobo. «No hay que olvidar que las CUP defienden el mismo sistema fascista que ha causado millones de víctimas en el mundo».

Los cupaires han decidido llevar la batalla al centro de Ripoll y han convocado una concentración en la plaza de la Lira para el 30 de marzo. «Tumbemos la extrema derecha», es el lema. La alcaldesa de Ripoll se lo toma en broma. «Pensé en ‘hacer gasto’ al comercio local… y aproveché para visitar la tumba del conde Guifré, fundador de la Patria Catalana (sic), muerto en combate contra los sarracenos. Ripoll es inspiración. Ripoll es tendencia», ha dicho, haciendo broma, la alcaldesa.

La sede de AC en Ripoll ya fue víctima del vandalismo: en octubre de 2021, la CUP había convocado una marcha de antorchas junto a Arran, Òmnium Cultural y el Casal La Metxa. Durante la marcha, alguien lanzó una antorcha contra la puerta de la sede y provocó un pequeño incendio. En Vic, los cupaires protestaron también en estas fechas por una parada de Aliança. Y en Girona, lo mismo…

Los cañones están encarados. El cupaire Jordi Salvia recordaba con motivo del Foro de Davos de hace solo unas semanas que «el fascista Javier Milei, desde Davos, hizo un despliegue delirante de ideas reaccionarias que promueve la extrema derecha internacional. Es un documento esencial para entender las aberraciones y atrocidades que defienden desde Aliança Catalana de Sílvia Orriols«. Y acusaba más tarde: «Primero lo intentaron con Inés Arrimadas, después con Ignacio Garriga y ahora el juguete se llama Sílvia Orriols. Objetivo: romper Cataluña». Le contestaba Lluís Areny: «Te lo explico, Jordi Salvia: Arrimadas (Cs) vino a romper la nación catalana. […] Garriga (Vox) está por romper la comunidad autónoma. […] Y la que llamas juguete Sílvia Orriols, también viene a romper…, pero no Cataluña, sino las cadenas de la sumisión, para recuperar la soberanía y restituir el Estat català. Normal que os moleste tanto Aliança Catalana». El ambiente está caliente.

*Puedes leer el artículo entero en el número 1615 de la edición en papel de EL TRIANGLE.

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