Piqué, el comisionista que puede suceder a Laporta

Dice que le deben una estatua por ganar 44 millones con la Supercopa

Gerard Piqué podria ser un futur aspirant a la presidència del Barça ha acumulat experiència en els negocis i en el món de les comissions

Mientras el rentable invento de la Kings League crecía, Gerard Piqué tuvo, por el contrario, la mala suerte de que el escandaloso mandato de Luis Rubiales se acabó, de repente, con un tocamiento inapropiado y un beso juzgado como agresión sexual, y se abrió la veda para llevar ante el juez la repentina necesidad de jugar la Supercopa de España en Arabia a cambio de una presunta millonada para la RFEF y también de unas comisiones a quien hizo de mediador.

Gerard Piqué consiguió una comisión de 44 millones que no queda claro si fue una retribución para su empresa de representación, Talent, a la que Rubiales concedió el mandato de buscar un patrocinador internacional, o bien esa fue la tapadera para que directamente Kosmos se quedara con el pastel. Los audios filtrados entre Piqué y Rubiales, poco delicados y bastante explícitos de su codiciosa relación para dar un buen palo a los sauditas, pero sobre todo la investigación de la UDEF, apuntan a que ambos se saltaron algunas reglas.

Pase lo que pase en el juicio, nadie le puede discutir a Piqué la habilidad y el oportunismo de transformar su buen rollo con Luis Rubiales en una operación desenfrenadamente atractiva y provechosa. Otra cosa diferente son las formas y el hecho de atravesar líneas rojas, según la acusación.

A ojos de los barcelonistas es difícil extraer conclusiones sobre si esta polémica y sus consecuencias pueden desdibujar su imagen y su encanto de cara a unas elecciones al Barça, para las que ya estaría maduro, a la vista de su currículum al margen del fútbol como empresario polivalente, ambicioso, imaginativo y con audacia ante las dificultades y los reveses. Algo de Laporta, con el que ha convivido en dos etapas, se le puede haber contagiado, especialmente esta tendencia a envolverlo todo en comisiones. Se diría que, como alumno, Piqué ha adelantado incluso a su maestro Laporta, porque ha sido capaz de llevarse una comisión de 44 millones solo por una negociación.

Aunque el presidente las genera superiores, de hasta 50 millones, no son para él, sino para sus amigos, como Darren Dein, para darle un golpe de mano en el contrato de Nike. Lo que no se ha atrevido a hacer Laporta, al menos hasta ahora, es lo que ha pedido Piqué ante el juez, ni más ni menos que un homenaje en reconocimiento de su pelotazo. «En otro país –ha dicho– me habrían levantado una estatua», por facilitar la internalización de la Supercopa.

Esta ha sido una afirmación poco afortunada ante una imputación en la que corre el riesgo de recibir una condena penal. Si, por el contrario, queda absuelto, Piqué seguirá siendo igualmente el beneficiario de una comisión de 44 millones, una cantidad indecente de dinero que la absoluta mayoría de sus conciudadanos no ganarían ni en mil vidas.

Solo por este motivo es probable que a nadie le pase por la cabeza levantarle un monumento a Piqué, que además se puso sentimental en su declaración ante el tribunal, como si fuera la víctima y no el presunto autor de un delito financiero.

Quizá este es el camino, demostrar que si Laporta se atreve a pedir incluso una ovación para sus comisionistas a costa del dinero del Barça, él puede superarlo y plantearse de verdad concurrir a la presidencia del Barça.

La verdad es que, en su momento, esta idea llegó a calar entre miles de barcelonistas ilusionados con la posibilidad de coronar algún día a un presidente con cinco Champions en su palmarés, dos tripletes, todos los títulos posibles en su vitrina, incluidos Mundial y Eurocopa con la selección, pero sobre todo a un barcelonista de cuna, nacido en el seno de una familia vinculada al Barça por la vía de su abuelo, Amador Bernabéu, directivo con tres presidentes diferentes, que cuando nació Gerard ya lo inscribió como socio antes incluso que en el registro civil. Por eso recibió la insignia de plata del FC Barcelona hace ya 13 años, mucho antes de colgar las botas.

Un perfil insuperable que, además, prometía completar con una experiencia de éxito en el ámbito de los negocios, al principio limitada a los videojuegos y la restauración. Después se estrelló estrepitosamente con la Copa Davis y demostró poca habilidad en la dirección a distancia del Andorra. Le ha ido mucho mejor con la Kings League, indiscutiblemente, y por descontado con la paternidad de la Supercopa de Arabia, aunque no tanto como para levantarle una estatua.

*Puedes leer el artículo entero en el número 1614 de la edición en papel de EL TRIANGLE.

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