Me pasan tantas cosas en la vida que a veces me cuesta saber dónde estoy, algo debido, no lo negaremos, a una querencia viajera, por otro lado bien útil para comprender cómo en nuestro estimado país jamás ocurre nada, y si algo acaece nadie le da importancia porque el Sistema ha ganado de manera apabullante
Vayamos por partes. La pasada semana fue intensa. Servidor apenas había vuelto de Roma, muy contento y claro, en Italia jamás hablan de España. No les preocupa mucho y, de hecho, tienen razón en no dar relevancia a todas nuestras maravillas, tantas que aún no sé con cual empezar.
Va, sí. La llave maestra del todo consiste en como los acontecimientos ocurren, se informa de los mismos y jamás se profundiza, no vaya a ser que nos dé por pensar un poco más de la cuenta. Es un fenómeno reconocible desde hace decenios y nadie se escandaliza. Pese a ello, miremos todo con un poco más de atención.
El tema del PSOE/ Junts y la inmigración es algo tráfico, pero por la repetición del escándalo empieza a ser cómico. La vieja Convergència tiene tics racistas y supremacistas desde siempre, ampliados durante el Procés. Supongo que, como diría Pujol, ahora no toca recordarlo. Quien se sorprenda de les ideas de Nogueras, Turull y compañía es un bendita y quién sabe, si asimismo, una víctima de cierta desinformación voluntaria.
Una noticia caída en el pozo del olvido a la velocidad del sonido es la del accidente de autocares en la Diagonal, al lado de la Casa de les Punxes, el pasado 3 de marzo. Hubo 3 heridos, 4 en estado crítico. No sé si alguno ha muerto e ignoro la suerte del peatón que, a priori, causó el accidente. En Barcelona estamos demasiado acostumbrados a cruzar en roja; lo único, pues es algo arquetípico de la idiosincrasia capitolina, es hacerlo cuando el ancho de calle es más corto. Otra cuestión es reflexionar sobre el motivo del accidente, pues nada ser casual, pero tampoco veo a nadie con ganas de poner el dedo en la llaga.
¿Informamos y basta? Eso parece, incluso con el otro gran drama semanal. Rodalies va peor que una escopeta de feria y por salvarse, ni se salva la R2, la excepción a la norma. Las personas se quejan, llegan tarde al trabajo y no pasa nada, al menos esa es la sensación captada en el aire que respiramos.
Y jamás pasa nada y nadie se escandaliza de cómo en Catalunya y España dos gobiernos van hacia delante sin presupuestos mientras nos consolamos en seguir por los medios de comunicación la opereta de unos señores y señoras con pose muy profesional sin que eso repercuta en el día a día.
¿Va sola la máquina? El presidente Sánchez vive de rentas y de todas las loas por la macro. Con la micro es un poco aquello de no sabe, no contesta, también porque con la situación internacional el socialista se siente una especie de rey del mambo por vocación, permitiéndose omitir la aprobación presupuestaria mientras presume de llevar a España hacia cotas de protagonismo inéditas en la UE, en parte porque es uno de los pocos socios fiables.
De mientras, Salvador Illa habla y habla, no como Collboni, sin nunca mencionar su condición de filial del PSOE, que alcanza acuerdos con ERC y Junts desde Madrid, como si la Generalitat, lo es, fuera sucursalista. Lo es y por ahora nadie se queja porque aquí todo va de excusas, algunas ciertas y sensacionales. Si no hay rupturas sociales es porque todos nos hartamos de política durante el Procés y la resaca es muy dura, de otro modo me gustaría ver el rumbo que tomarían los acontecimientos.
Ese estar hasta las narices es tan formidable y la amnesia tan veloz que nadie recuerda cómo el Ajuntament de Barcelona ha votado estas jornadas a favor de ampliar el aeropuerto del PRAT con los votos del PSC, VOX, Junts y PP, con la negativa de ERC y Comuns, en principio los socios naturales del alcalde.
Este fin de semana decidí pasear para captar el ambiente feminista del 8M en los barrios La única cordura recae en los discursos de las asociaciones de vecinos alternativas. Este sábado una chica hablaba a las mil maravillas ante la sede del Distrito de Nou Barris, donde Collboni tiene muchos seguidores por la longevidad de sus votantes. Los jóvenes no compran la inacción y la ciudad que se prostituye a lo bestia. Al menos, soñar es grauito, y quedan briznas de esperanza.