No a la integración de migrantes y no migrantes

A raíz del acuerdo entre el PSOE y Junts para que el gobierno español delegue ciertas competencias en materia de inmigración al de la Generalitat se ha hablado mucho de esta problemática en los medios de comunicació. Yo mismo participé en un debate en Radio 4 hablando de este acuerdo y un término que salió a menudo en las intervenciones fue el de la «integración» en Cataluña de las personas que vienen de fuera.

«Integración» es una palabra que rechazan muchos especialistas en el ámbito de la inmigración. Me apunto. Cuando una persona llega a una comunidad diferente a la suya de origen no creo que se tenga que integrar. Entiendo que tiene que vivir aportando lo que es su experiencia, compartirla y debatirla con las personas con las que coincida en esta comunidad.

Las comunidades, las ciudades, las naciones, los países, no deben absorber la personalidad, la cultura, las costumbres y gustos de las personas que se incorporan desde fuera, y hacerles tragar un patrón de comportamiento, hábitos, creencias y prácticas determinado.

Vivimos en sociedades cambiantes y aquello de «allá donde fueres haz lo que vieres«, que decía mi padre, me parece una equivocación. Creo más bien en que «allá donde fueres, mira lo que hacen y diles lo que te parece«.

Cada uno se apunta a lo que le gusta de las tradiciones y normas de la sociedad que le acoge. Hay normas que hay que respetar y cumplir. Las leyes vigentes en un país no pueden vulnerarse con la excusa de que son contrarias a las que se aplican en su lugar de origen. Se pueden discutir, evidentemente. Para eso están la democracia y la libertad de expresión, que están fuera de discusión.

Pero no se puede pretender que las costumbres de una parte de la sociedad catalana se reclamen a los que van llegando. No se es más catalán porque te entusiasme hacer cagar el tió, asistir a una jornada castellera, cantar Els Segadors o poner un caganer en un pesebre cristiano. Yo no me siento «integrado» en estas actividades.

No se es más andaluz si eres gracioso, francés si te emocionas cantando la Marsellesa o italiano si te hinchas a comer pizzas.

Una sociedad se construye a base de las aportaciones culturales e ideológicas de todas las personas que forman parte de ella. No es un agujero negro que por el que desaparecen los migrantes y vuelven convertidos en replicantes defensores acríticos de la nueva patria.

Si alguien me viene diciendo que las mujeres se tienen que quedar en casa y salir a la calle con la cabeza cubierta le explicaré que esto es una barbaridad y si alguien me dice que hay que cortar el cuello a los que no piensan como ellos avisaré a la policía. Pero «integrarlo» no quiere decir forzarlo a aceptar como buenas y excluyentes las tradiciones culturales más o menos arraigadas y mayoritarias en nuestro entorno. Entre todos y todas debemos construir las nuevas sociedades.

«Integrando» a los que vienen de fuera nos quedaremos estancados. Escuchemos, discutamos y avancemos. Aquí y en los países de los que proceden.

 

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