El mercado global de la medicina estética ha experimentado un crecimiento significativo en los últimos años, y España se ha consolidado como uno de los países líderes en Europa en este ámbito. Según los últimos informes de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), el sector está valorado en miles de millones de euros y registra un crecimiento anual sostenido. En algo más de una década, el número de intervenciones ha pasado de las 65.000 en 2013, a las más de 500.000 en el último año.

El aumento de la demanda se ha visto impulsado por varios factores. Por un lado, se ha detectado una mayor participación masculina, que actualmente representa aproximadamente el 28,2% de las actuaciones. Además, se ha observado una disminución de la edad media de las personas que recurren a estos tratamientos. Según un informe de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME), hay un incremento notable de pacientes jóvenes de entre 16 y 25 años. La franja de edad que va de los 18 a los 29 años, concentra actualmente un 30% de las intervenciones. Todo indica que los menores de 18 años han incorporado la cultura de la belleza como parte de su identidad. Ya no es extraño y socialmente está aceptado que los padres regalen un aumento de pechos o de labios a adolescentes para llevar buenas notas.
Cabe recordar que la Seguridad Social no cubre las operaciones por motivos exclusivamente estéticos, con la excepción de reconstrucciones por cáncer, accidentes o malformaciones congénitas.
El negocio de la medicina estética está, pues, en auge. El capital internacional, siempre atento al beneficio, ha apostado fuerte por España, y muchas clínicas han establecido alianzas con fondos de inversión. La medicina estética se ha convertido tanto en una práctica médica como en un negocio, y esta dualidad plantea desafíos. Aunque puede ofrecer beneficios para la salud física y emocional, también conlleva riesgos, sobre todo cuando el lucro se prioriza sobre la ética. Un ejemplo preocupante es que, a menudo, el primer encuentro de un paciente con una clínica es con un comercial y no con un profesional sanitario cualificado, lo que puede comprometer la transparencia en la información sobre los riesgos inherentes a cualquier práctica médica.
Paralelamente, la lucha contra el envejecimiento es una parte importante del sector. Los avances en terapias genéticas y celulares, así como tratamientos como el botox, el ácido hialurónico, los láseres, los hilos tensores o la hormonoterapia, intentan minimizar los efectos de la edad, aunque sea inevitable. No obstante, también se está extendiendo un movimiento que promueve la aceptación del envejecimiento natural y la belleza a cualquier edad.
En cuanto a los jóvenes, las redes sociales ejercen una presión determinante en la búsqueda de un modelo de belleza estándar y perfecto. Un estudio de Top Doctors revela que el 33% de los menores de 30 años se fija en influencers o personajes públicos como referencia para decidir si someterse a tratamientos estéticos. Hoy en día, lo que antes representaban las revistas ilustradas y las películas de Hollywood, ahora lo reproducen Instagram y TikTok, con una influencia multiplicada exponencialmente. Este fenómeno genera banalización, creación de necesidades artificiales, cánones imposibles y fomento de la falta de autoestima.
Los influencers que comparten abiertamente sus experiencias con procedimientos estéticos contribuyen a normalizar estos tratamientos entre sus seguidores. Esto puede ser más efectivo que la publicidad tradicional, ya que las recomendaciones se perciben como auténticas. Muchos de estos creadores de contenido colaboran con clínicas para promocionar servicios que pueden generar expectativas poco realistas o promover ideales de belleza inalcanzables.
Años de esfuerzos feministas para fomentar la aceptación del propio cuerpo y la libertad de quererse tal como uno es chocan con esta realidad. Sin embargo, cada vez hay más voces que contraprograman esta presión. Figuras como Lalachus dando las campanadas en Nochevieja con una audiencia espléndida, o Mara Jiménez (@croquetamente), con más de un millón de seguidores, ayudan a promover una visión más diversa y realista del cuerpo. ¡Lo bueno es que este tipo de mensajes sigan ganando peso!