En la web de Aliança Catalana (AC) se detallaban antes todas las reivindicaciones –algunas con tintes xenófobos– sobre los inmigrantes y las medidas en su contra. Se trataba de un detallado software con algunas frases que podían levantar polémica. En la web actual solo constan algunas de las propuestas que los de Sílvia Orriols han llevado a sus últimos programas electorales.
Así, mantiene el díptico de su programa electoral en las últimas autonómicas, que recogía aspectos como «repatriación de los inmigrantes ilegales y deportación inmediata de todos los que delinquen; cierre de las mezquitas salafistas que prediquen contra Occidente e ilegalización de las asociaciones islámicas que las gestionen; prohibición de exhibir el velo islámico y misógino en equipamientos, edificios e instituciones de titularidad pública. Prohibición del burquini en las playas y piscinas públicas; en caso de necesitar mano de obra, contratación temporal en país de origen, esquivando reagrupamientos familiares y la carga social, cultural y económica que suponen».
En materia económica, un buen puñado de medidas que rozan el populismo más barato: «Detener el expolio fiscal español; aumentar los sueldos de los catalanes; mejorar la competitividad de las empresas; eliminar el impuesto de sucesiones; crear un fondo soberano para comprar empresas, trasladar su producción a Cataluña y fomentar el ahorro de las familias mientras fomentamos el nacionalismo industrial».
No hace falta decir que algunas de estas propuestas económicas podrían ser asumidas por los otros partidos independentistas. Desde las mismas filas de AC, se critica que Junts copia algunos rasgos de Aliança. «No podemos considerar catalán a todo el que pone los pies en la cima de Cataluña», publicaba esta semana pasada Oriol Ges, secretario de organización y uno de los fieles escuderos de Orriols. Es una de las máximas que han sido adoptadas por buena parte de Junts, e incluso algunos sectores de ERC y de la CUP. Otra máxima: «El catalán está muriendo. No necesitan campañas que lo sensibilicen, sino que sea imprescindible y necesario en Cataluña». Todos a la una suscriben reflexiones como esta.
Son los postulados sobre inmigración los que separan AC de los demás partidos soberanistas. O al menos, el grueso de sus propuestas. Por las medidas citadas anteriormente en materia de inmigración es por lo que los partidos parlamentarios acordaron al inicio de la legislatura hacer un cordón sanitario en torno a Sílvia Orriols, prohibiendo apoyarla de alguna manera o votar sus iniciativas.
Particularmente crítica con sus ideas es la izquierda independentista, que ve a Aliança Catalana como una prolongación de Donald Trump y establece paralelismos con Vox. El diputado de ERC Gabriel Rufián decía en RAC 1 el jueves pasado: «Lo que te tienes que preguntar es por qué la gente trabajadora escucha y vota a Trump, Meloni, Milei, Abascal, Ayuso, Orriols. ¿Es una buena cosa decirle a quién vota a toda esta gente que son fascistas? No. Es un mal negocio. Es gente que vota pasado, aunque sea inventado. Y gente que no tiene una perspectiva por parte de las izquierdas, porque las izquierdas, durante mucho tiempo, no hemos legislado hacia lo que a la gente realmente le importa. Es un problema que de repente haya fascistas indepes. ¿Por qué? Porque los fascistas, de siempre, habían sido españoles».
El republicano se despachó a gusto afirmando que «un convergente despistado puede votar a Aliança Catalana. Incluso a gente nuestra le puede sonar bien lo que dice Orriols, con una dicción perfecta, con un catalán perfecto. De hecho, suena mucho a Vox: un despistado del PP puede votar a Vox. Un despistado muy indepe puede votar AC. ¿Por qué? ¿Por qué son valientes y son patriotas? No. Son unos cobardes y hacen bullying, porque decir que el responsable de la opresión de Cataluña es alguien que llega en cayuco es de cobardes. Yo no he sentido a Orriols criticando al presidente de Repsol, por poner un ejemplo. Nunca. Siempre es de alguien que llega en cayuco. Y no es patriota. Odiando la mitad de tu país no eres patriota. Y creo que es una victoria del españolismo».
A Rufián le contestó Magí Hildebrandt: «Te lo explico, Gabriel: la clase trabajadora vota a Orriols porque sufre vuestros delirios inmigracionistas, queda excluida de los servicios que paga y ya no reconoce Cataluña».
*Puedes leer el artículo entero en el número 1611 de la edición en papel de EL TRIANGLE.