El futuro de Laporta y de Dani Olmo está en manos del criterio político del CSD

El organismo, que depende directamente de Moncloa y de la presión que Barça y Athletic intenten ejercer sobre Pedro Sánchez, puede retrasar su decisión porque pedirá alegaciones a LaLiga y a la RFEF antes de atender y resolver la petición de medidas cautelares

José Manuel Rodríguez Uribes, presidente del Consejo Superior de Deportes

La propia dinámica de los fluidos barcelonistas ha provocado una situación de conflicto entre el club y el deporte español que hace solo unas semanas era perfectamente evitable, pues ahora depende del Consejo Superior de Deportes (CSD) como instancia administrativa, que no judicial, la posibilidad de otorgar una medida cautelarísima que, en todo caso provisionalmente, permitiría sofocar el incendio más urgente de la sala de máquinas de Laporta, la inscripción de Dani Olmo y de Pau Víctor, evitando que al final del mercado de invierno quedasen liberados de su relación contractual con el FC Barcelona.

Sería otro parche, otra solución de emergencia a una situación que, resulta evidente, a la junta de Laporta se le ha ido de las manos. La inscripción por esta vía continuaría dependiendo de una futura resolución sobre si la denegación de las licencias por parte de LaLiga y de la RFEF ha sido una medida acomodada a la normativa o una irregularidad flagrante. Objetivamente, al CSD le tocará decidir si en base a esa cuestión de la causa de “fuerza mayor”, la tesis de la junta del Barça puede abrirse paso contra la determinación de la patronal y de la federación de aplicar la literalidad del articulado que, por un lado, fijaba la provisionalidad de las inscripciones de los jugadores a la fecha del 31 de diciembre de 2024 y que, por otro lado, no han tenido en cuenta los presuntos problemas de transferencia bancaria de última hora argüidos por Laporta para que el fair play necesario hubiera sido efectivo a tiempo.

Las razones jurídicas y los matices legales que puedan esgrimirse pasan ahora igualmente a un segundo plano desde el momento en que el CSD debe decidir entre limitar la guerra a una cuestión interna del barcelonismo o ampliarla a un escenario bélico en el gran escenario del fútbol español y hasta europeo, porque la posibilidad de que Dani Olmo  pueda ser alineado a partir de ahora como resultado de una patada a seguir vía cautelar sugiere una cadena de impugnaciones y del inicio de una batalla campal interclubs si el resto de los rivales del Barça en cada una de las competiciones se siente agraviado por esta situación.

La decisión, una vez elevado al CSD el recurso del Barça, recaerá más en el ámbito de la política que de la propia regulación de las competiciones, ya que la simple decisión de no entrar en el fondo de la cuestión inmediatamente, o sea la concesión de la cautelar al club azulgrana, sería considerada de hecho una injerencia en la dinámica de la Liga, un impacto directo desde el mismo momento que el Barça pueda alinear a Dani Olmo en el primer partido, probablemente en una eventual final de la Supercopa de España el próximo domingo. Y lo mismo al revés, si no consigue la cautelar y es el Barça quien se siente víctima de una persecución por tierra, mar y aire desde todos los estamentos y emprende, por su parte, la propia defensa de sus intereses también recurriendo a la justicia ordinaria.

Si estará detrás de la postura del CSD la mano poderosa de Pedro Sánchez porque el mismísimo Carles Puigdemont, amigo y baluarte del laportismo en la misma medida que Alejandro Echevarría, el cuñado franquista del presidente, está presionando en la Moncloa para salvarlo es una de la conjeturas que circula a favor de la directiva, ahora amenazada por la intención de la oposición laportista de la presentación de un voto de censura. Otra complicación añadida a una tensión que con el paso de las horas se está poniendo al rojo vivo.

La patata caliente es de las que hacen historia para el CSD, actualmente presidido por un madridista confeso, José Manuel Rodríguez Uribes, que, por lo menos, no recibirá esta vez ninguna llamada directa desde el Bernabéu, porque para el Real Madrid, por la relación cómplice entre Joan Laporta y Florentino Pérez, que por su parte no se habla con Tebas ni le interesa medrar en la Federación Española, esta es una batalla en la que por ahora no quiere entrar.

En cambio, el Athletic sí que emerge como un peligroso enemigo para Laporta porque su presidente y sus aficionados se sienten directamente ofendidos y agraviados por las maniobras azulgrana del verano pasado cuando, siendo imposible que Laporta pudiera afrontar el traspaso de Nico Williams y mucho menos inscribirle, estuvo tentando a la joven estrella de San Mamés provocando una peligrosa situación interna, porque el jugador a punto estuvo de caer en la misma red de embustes en la que finalmente quedó atrapado Dani Olmo. El Sevilla y otros clubs que, con mucho menos ruido, aunque con idéntico sufrimiento y estrecheces han padecido los rigores del control económico de LaLiga, también están dispuestos a levantarse en armas si les parece que al Barça le han consentido retrasos, errores y la ventaja jurídica de poder ir trampeando inscripciones sospechosasde ser completamente irregulares.

La primera mala noticia para los intereses del presidente Joan Laporta ha llegado desde el propio seno del CSD que ha decidido, como medida prudente y ciertamente lógica, no aplicar ningún automatismo a la solicitud de la medida cautelar del Barça, que entrará hoy oficialmente en su registro, y solicitar alegaciones previas tanto a LaLiga como a la Real Federación Española de Fútbol antes de darle una respuesta.

Los razonamientos de ambos organismos, que han ido de la mano firmemente a lo largo de este proceso de denegación de las licencias, sin duda van a pesar en el criterio del CSD a la hora de entender la naturaleza del conflicto y sobre todo de sus consecuencias, pues está claro que cualquier reconocimiento de los fundamentos del Barça a favor de la cautelar sin atender a las motivaciones de la otra parte (LaLiga y RFEF) podría dar pie a otro tipo de incendio.

El CSD, por tanto, aunque no está obligado a entrar ahora en el fondo de la cuestión, sí que tiene la intención, coherente y justificada, de valorar con absoluto conocimiento de causa las consecuencias de conceder o no la cautelar antes de darle trámite al proceso posterior de resolución sobre si procede la decisión de haber desinscrito de la plantilla azulgrana a Dani Olmo y Pau Víctor a criterio de la LaLiga y de la RFEF.

Traducido, puede que no sea posible acortar la primera medida que el CSD está obligado a adoptar sobre la medida cautelar como el Barça de Laporta pretendía a tiempo de la presunta final del domingo, puede que contra el Real Madrid. La petición de alegaciones y el trasiego de documentos para su estudio y percusión en el primer veredicto parece ahora causa de un retraso que, desde luego, no beneficia a Laporta si se van acumulando los partidos que Hansi Flick debe afrontar sin poder contar con ambos jugadores, lo cual no deja de sentar una base para que estas ausencias vayan tomando carta de naturaleza, también jurídica, de momento con afectación directa a dos competiciones, Copa del Rey y Supercopa de España. Cuando toque jugar el primer partido de Liga, con o sin Olmo, su futuro como jugador del Barça y el de Laporta de algún modo también entrarán en una dimensión desconocida y de inevitable y superlativa tensión.

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