¿Qué le pides al nuevo año? Es la pregunta clásica de estos días en los encuentros de amigos o en las entrevistas en los medios de comunicación. Es una pregunta retórica porque la respuesta no la esperamos de nadie concretamente. Los Reyes Magos son los padres, Papa Noel a saber quién es y el cagatió es un invento del tradicionalismo patriótico catalán que tiene poco que ver con las costumbres de millones de ciudadanos.
Pero si hay que pedir cosas a 2025, se piden y a ver si hay suerte y nos cae alguna. Por ejemplo, yo querría que en 2025 desaparecieran del mapa entidades como Abogados Cristianos, Hazte Oir, El Yunque o Vox. Su función es llevar a los juzgados cualquier comportamiento que contradiga su visión carcamal de la sociedad. Constatdo que hay jueces que están dispuestos a seguirles la corriente y mientras estos jueces no se sienten en el banquillo de los acusados por prevaricación como sería lo más justo opto por desear que desaparezcan estos montajes financiados por la derecha extrema o la extrema derecha, decidlo como queráis. De paso, que se volatice también Desokupa y el facha que dirige este grupo de matones.
Ya viniendo a Cataluña, mi deseo es que la televisión y la radio públicas de la Generalitat dejen de una vez por todas de difundir odio contra España y los ciudadanos que no se someten al yugo del nacionalista antropológico y rancio que campa libremente por ellos. Hace muchos años que es un coto privado de un lobby de humoristas que sólo hacen gracia a sus fieles seguidores independentistas. La llegada del socialista Salvador Illa a la Presidencia de la Generalitat no ha cambiado nada esta dinámica; más bien al contrario, tengo la impresión de que ha espoleado a estos humoristas propagandistas a repartir con chulería su odio. ¡Fuera, fuera!
Y en cuanto al mundo en su conjunto, el listado de deseos es tristemente enorme, empezando por la impotencia ante la asunción de la presidencia de Estados Unidos, el 20 de enero, por parte del delincuente Donald Trump. Algo falla en aquel país si el mismo individuo que envía a los suyos a intentar impedir la investidura del presidente de Estados Unidos en 2020 asume el cargo cuatro años después. Y lo hará del brazo del hombre más rico del mundo, Elon Musk, que ahora no tiene suficiente con haber ayudado a Trump a hacerse con la presidencia yanqui sino que pone su dinero y su red social X a disposición de la extrema derecha alemana, británica y la que haga falta.
¿Quién con dos dedos de humanidad no quiere que se acaben las guerras declaradas por Israel y Rusia, la violencia y conflictos que sufren Sudán, Myanmar y Yemen o la violencia enquistada en tantos países?
Total, que dejémonos de lado los deseos, pongamos los pies en el suelo y arremanguémonos a trabajar contra el odio y a favor de la justicia social que tanta falta hace en todas partes y tanta rabia da a la fachoesfera.