La muerte de Francesc Antich me ha rememorado un acto, cargado de simbolismo, al que asistí, en el año 2009, al castillo de Bellver de Palma. La transmisión del mandato de la presidencia de la Eurorregión Pirineos-Mediterráneo que ostentaba el entonces presidente de las Baleares, Francesc Antich, al presidente del Languedoc-Rosellón, George Frêche, con la presencia del presidente catalán José Montilla, fue un homenaje al gran dinamizador de este proyecto político, económico y cultural, Pasqual Maragall. Siempre he pensado que la Eurorregión, una institución plenamente reconocida e implantada en la Unión Europea (UE), era la traslación al siglo XXI del viejo sueño del rey Jaime I y de la dinastía del Casal de Barcelona. Un proyecto que se adentra en la memoria de los siglos y que convierte los Pirineos no en una frontera entre dos Estados, como ocurrió a partir del siglo XVII, sino en la columna vertebral que une los territorios que se extienden a ambos lados de las crestas. ¿Qué fue la batalla de Muret (1213) sino una expresión de esta solidaridad interpirenaica? Cada vez que viajo a Montpellier me gusta acercarme a la calle donde nació Jaume I. Y cuando voy a Perpiñán, si tengo tiempo, siempre vuelvo a hacer una visita al Palacio de los Reyes de Mallorca. El proceso independentista mató el proyecto de la Eurorregión, que se iba tejiendo poco a poco. También lo dejó cojo la salida de esta institución del Gobierno de Aragón, por desavenencias con la Generalitat a propósito de las obras de arte del monasterio de Sixena y de las iglesias de la Franja. Pero todo eso ya es agua pasada. El presidente Salvador Illa es un firme defensor de la Eurorregión Pirineos-Mediterráneo y es consciente de su enorme potencia geopolítica y geoeconómica. De momento, sólo formamos parte las regiones de Occitania, Cataluña y Baleares, pero yo abogo por que también se invite a Aragón, a la Comunidad Valenciana y a Murcia, el espacio vital de Jaume I. Andorra, aunque no forma parte de la UE, encontraría su encaje en esta dimensión euroregional. El Corredor Mediterráneo nos marca, en este sentido, el destino. Cuando entre plenamente en funcionamiento -la conexión entre Tarragona y Valencia está prácticamente culminada- se crearán unas dinámicas intersticiales muy intensas que, sin duda, ayudarán a fortalecer el concepto y el sentido de la Eurorregión. Es una buena noticia que Renfe empiece a operar, en el segundo trimestre de este año, un servicio entre Barcelona y Tolosa del Languedoc. Y que el ministerio de Transportes haya comprometido inversiones en la mejora de la línea Sagunto-Zaragoza. En cambio, es una mala noticia que Francia no haga los deberes y demore la adaptación a la alta velocidad del tramo Perpiñán-Montpellier, vital para las conexiones del Corredor Mediterráneo con el centro de Europa. Tenemos que trabajar con la mirada puesta en el horizonte. La realidad que tenemos en la esquina es la conexión con alta velocidad (y velocidad alta) entre Murcia, Alicante, Valencia, Castellón, Tarragona, Barcelona, Girona y Perpiñán.
Este pasillo, que actualmente ya es factible por autopista gratuita, incrementará la densidad del tráfico de personas y mercancías cuando entre plenamente en servicio el Corredor Mediterráneo, al menos hasta Murcia. A la comunicación recorriendo el litoral, debemos añadir la doble conexión con el nodo de Zaragoza: el AVE Barcelona-Zaragoza, en funcionamiento desde 2008, y la revitalización de la línea que une la Comunidad Valenciana, a través de Sagunto, hasta el Cantábrico (Bilbao). Quedará, de esta manera, compactado con tecnología del siglo XXI el espacio euroregional: seis regiones de dos Estados y el Estado andorrano, con 23,5 millones de habitantes y una economía muy diversificada que combina la industria, la logística, la agricultura, el comercio y el turismo. Una asociación institucional basada en la cooperación, homologada e incentivada por la UE, que puede convertirse en el gran polo de atracción del sur de Europa. Seis grandes ciudades trabajando en red, con una gran capacidad de atracción de talento y de generación de riqueza –Tolosa de Languedoc, Montpellier, Zaragoza, Barcelona, Valencia y Palma– y una densa trama de ciudades intermedias (Perpiñán, Girona, Lleida, Tarragona, Castellón, Alicante…) que vertebran este territorio de 182.000 kilómetros cuadrados, equivalente a la mitad de Alemania. Además, con un clima de mar y montaña con una inmejorable calidad para vivir en él, emprender, trabajar y disfrutar de actividades de ocio. El proyecto de la Eurorregión trasciende las siglas políticas, con la explícita exclusión de la ultraderecha xenófoba e identitaria. El modelo de gobernanza de la Comisión Europea -con la participación de democristianos, socialdemócratas y liberales- es perfectamente aplicable al proyecto euroregional. No todos los del PP son unos cafres, ni mucho menos. La presidenta de las Baleares, Margalida Prohens, por ejemplo, ha demostrado que sabe plantar cara y desmarcarse de las excentricidades fascistas de Vox. El empresariado valenciano, que deposita sus intereses en el PP, es un actor primordial en el «lobby» a favor del Corredor Mediterráneo y el presidente de Aragón, Jorge Azcón, mantiene un discurso muy sereno y constructivo en relación con Cataluña, en contraste con las salidas de tono de su antecesor, el socialista Javier Lambán. Por lo tanto, la construcción del entendimiento euroregional no es ninguna utopía. La presidenta de Estonia es la socialista Carole Delga. Más allá de las diferencias ideológicas, es muy plausible que Salvador Illa también pueda entenderse y pactar con representantes regionales del PP moderado y asustado, que los hay, para construir proyectos comunes en ámbitos concretos y factibles, con el apoyo de Bruselas y en beneficio de este gran polo meridional europeo y de los 23,5 millones de personas que lo habitamos. Mi buen propósito para este año 2025 que acabamos de estrenar es hacer de EL TRIÁNGULO el primer medio de comunicación que integre la actualidad de la Eurorregión y de Andorra, con el fin de ayudar a hacer realidad el sueño de Jaume I de Aragón: lo que éramos y lo que somos.