Todos los esfuerzos de Joan Laporta para salvar la continuidad de Dani Olmo y de Pau Víctor parece que serán inútiles después de todo, una vez expirada la fecha límite del 31 de diciembre pasado, conocida, admitida y regulada en función de la ficha provisional que el Barça y el jugador aceptaron tramitar en su momento, cuando, tras las dos primeras jornadas de liga, en agosto pasado, se abrió la puerta de atrás y oportuna de la lesión de un compañero, Andreas Christensen.
La directiva de Laporta ahora afirma haber vuelto a la regla 1:1 del fair play financiero y no admite otra solución que la reinscripción de ambos futbolistas, una postura de intransigencia y de denuncia contra la actitud en su juicio hostil de LaLiga y de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), con la amenaza añadida de acudir a los tribunales ordinarios a partir del martes que viene para solicitar una cautelar que obligue a la LaLiga a readmitirlos. Los lamentos y las quejas del equipo directivo suenan menos convincentes y sólidos de como los pregona la prensa laportista y de como lo argumentan las filtraciones desde el despacho de la presidencia.
Si se echa la vista atrás de verdad, no al viaje de Laporta deprisa y corriendo a Catar y Dubai en diciembre pasado; ni tampoco a la esperpéntica jornada del último 31 de diciembre, cuando Laporta no fue capaz de aportar medidas judiciales a favor de sus tesis ni tampoco quiso prestar el aval que lo hubiera arreglado todo; ni mucho menos ese dinero que, de repente, podía aparecer para volver a la regla del 1:1 y afrontar sin trampas ni trucos las fichas de los jugadores, entonces la perspectiva cambia completamente.
Laporta y su junta, tras acordar y aceptar en agosto la ficha precaria de Dani Olmo, con la fecha de caducidad anunciada para el 31 de diciembre, inexcusablemente sabían que antes de esa fecha terminal debían encontrar una solución, la cual no fueron las empresas inversoras de Barça Vision, ni la gira asiática millonaria, ni la venta de lonjas VIP anticipada, ni el magnífico signing bonus del contrato de Nike o las astutas maniobras procesales para conseguir la cautelar sin recurrir finalmente al aval personal. No existe, para este fatal desenlace, nadie más culpable y responsable que Laporta.
La solución actual para esta nueva exhibición de incompetencia de Laporta es elevar ante los tribunales una demanda que disponga ahora, a su beneficio y antojo, un cambio de la normativa para que Dani Olmo pueda ser inscrito en el mercado de invierno. Es decir, con margen hasta principios de febrero, como si se tratara de un fichaje de invierno y no de un futbolista que, por culpa de tantos errores de soberbia y arrogancia, fue tramposamente dado de alta meses atrás con un certificado médico y, por tanto, sujeto a unas determinadas condiciones.
Si no hay un cambio inesperado, porque LaLiga de Javier Tebas todavía no ha confirmado que con el dinero que Laporta afirma haber ingresado el Barça esté en la regla 1:1, Dani Olmo y Pau Víctor no podrán viajar este sábado con el equipo a Barbastro para jugar el partido de copa. Ni tampoco, claro está, a Arabia Saudí para disputar la Supercopa la semana que viene, ni consecuentemente ser alineados en lo que queda de temporada, con las dramáticas consecuencias que se deriven de la posible desvinculación de Dani Olmo del FC Barcelona.
El jugador, por contrato, puede convertirse en agente libre en virtud de una cláusula que incluyó acertadamente en verano en previsión, como ha ocurrido, de que Laporta no pudiera cumplir con su promesa de inscribirlo sin problemas.