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¡El consejero Berni Álvarez tiene que actuar!

Jaume Reixach

Periodista de vocació i, per això mateix, fundador i editor d’EL TRIANGLE des de 1990. Militant de la causa per un Món millor
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El mundo del fútbol mueve enormes intereses económicos y esto hace que sea un pastel muy goloso que, indefectiblemente, atrae a personas oportunistas y sin escrúpulos, ávidas de dinero y de poder. Desgraciadamente, en Cataluña tenemos dos importantes directivos futbolísticos que son unos tramposos y unos caraduras.

¿De qué vive Joan Laporta? Esta es una pregunta que tendrían que hacerse todos los socios barcelonistas, que son los verdaderos propietarios del club azulgrana. Joan Laporta ha convertido el FC Barcelona en su finca particular, que aprovecha para vivir como un multimillonario, a pesar de que, según los estatutos de la entidad, su cargo no está retribuido.

Para eludir el control democrático de los socios, Joan Laporta hace uso de las medidas excepcionales decretadas durante la pandemia de la covid para impedir las asambleas presenciales de los socios compromisarios y convoca, en sustitución, unas etéreas y opacas asambleas telemáticas para validar las polémicas decisiones económicas que adopta y que han llevado el club a la ruina.

El confinamiento obligatorio a causa de la pandemia se levantó hace más de cuatro años (!), pero Joan Laporta se escuda en que no han sido derogadas oficialmente las medidas de prevención adoptadas en aquel momento crítico por las autoridades sanitarias para burlar la obligatoriedad estatutaria de hacer las asambleas de socios de manera presencial. Esto comporta, entre otras consecuencias muy graves, que la asistencia de los socios compromisarios a la “sala telemática” sea muy minoritaria.

Por ejemplo, en la última asamblea extraordinaria convocada para aprobar el polémico acuerdo con la multinacional norteamericana Nike para esponsorizar la camiseta azulgrana hasta el año 2038 estaban convocados 4.331 socios compromisarios, en representación de los 110.531 socios que, oficialmente, tiene la entidad. En cambio, según los datos facilitados por el club, solo participaron en la votación telemática 468 socios, de los cuales 419 votaron a favor. Es decir, menos del 10% de los compromisarios avalaron esta decisión de la junta directiva, de la cual se desconocen la mayoría de detalles, excepto la escandalosa comisión (unos 40 millones de euros) que se lleva un amigo de Joan Laporta, el intermediario inglés Darren Dein.

Los errores, locuras y burradas que ha hecho Joan Laporta desde que volvió a la presidencia del Barça, en 2021, darían para escribir un libro. Pero, como síntesis, valga decir que ha secuestrado la democracia, que es la esencia del club; ha provocado un agujero estratosférico en las finanzas de la entidad, dejándola arruinada y endeudada durante décadas; y no ha sido capaz de crear un equipo ganador (el balance de este año 2024 en cuanto a títulos conseguidos es un vergonzoso Real Madrid, 5-Barça, 0), a pesar de los 800 millones que ha invertido en fichajes de jugadores.

Esto, sin hablar del hedor de corrupción que rodea su gestión autocrática, con su hermano y su ex-cuñado, el franquista Alejandro Echevarría, rondando permanentemente por los despachos del club sin saber qué hacen exactamente. La sospecha que Joan Laporta está llenándose los bolsillos desesperadamente, a expensas de la miseria del Barça, es, a falta de conocer el detalle concreto de sus cuentas en Dubai, el pan de cada día en los cenáculos bien informados de Barcelona.

El otro caso lacerante es el del presidente de la Federación Catalana de Fútbol (FCF), Joan Soteras, que falsificó un montón de firmas para poder ser reelegido en las últimas elecciones celebradas en la entidad, en 2023. Estas elecciones eran la repetición de las celebradas en 2022 y que ya fueron anuladas por el Tribunal Catalán del Deporte (TCE) al detectar gravísimas irregularidades.

El Juzgado de Instrucción n. 2 de Sabadell y los Mossos d’Esquadra mantienen abierta una investigación sobre este vergonzoso pucherazo, que ha sido confirmado por numerosos presidentes de clubes catalanes a los cuales se les falsificó la firma, con la complicidad de una notaría de Sabadell. El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) también tiene pendiente de emitir una sentencia sobre la presunta inelegibilidad de Joan Soteras por haber compaginado el cargo de presidente de la FCF con la condición de candidato a las elecciones.

Esto, mezclado con otros asuntos escabrosos, como el misterioso robo de la caja fuerte de la FCF, aprovechando la Nochevieja, o las denuncias que hay por enchufismo o acoso sexual contra miembros de la junta directiva. Además, Joan Soteras ha sido reprobado por el Parlamento de Cataluña a causa del apoyo que dio al ex-presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, en el episodio de la agresión sexual a la jugadora Jenni Hermoso, que acabó provocando su dimisión.

A pesar de estas investigaciones y denuncias, el hecho es que hoy Joan Soteras, que tiene la condición de jubilado, continúa ejerciendo tranquilamente el cargo de presidente de la FCF y cobrando por eso unos emolumentos de 10.000 euros mensuales, en espera que algún día le caiga una sentencia condenatoria, que bien seguro recorrerá. No solo esto: en las pasadas elecciones a la RFEF, ha renovado su cargo de vicepresidente, a pesar de la reprobación del Parlamento de Cataluña y sus estrechos vínculos con la “trama” de Luis Rubiales.

¡Basta! El consejero de Deportes de la Generalitat, Berni Álvarez, tiene que asumir sus responsabilidades de tutela sobre el fútbol catalán y acabar con estos escándalos impresentables. Joan Laporta y Joan Soteras han demostrado, sobradamente, que son unos facinerosos que se mean en la democracia y el fair play que rige el funcionamiento del deporte y que se saltan reiteradamente las normas más elementales para poder continuar disfrutando de las prebendas de los cargos que ocupan.

El Barça, la entidad deportiva más importante de Cataluña, está en la ruina. La FCF es una madriguera de víboras y de aprovechados. El consejero Berni Álvarez, que además es de Tarragona, conoce de primera mano las arbitrariedades y las corruptelas de la junta directiva de Joan Soteras.

El Gobierno de la Generalitat no puede permitir que la situación del fútbol catalán continúe degradándose de este modo. El consejero de Deportes tiene en las manos los instrumentos necesarios para frenar la deriva grotesca y peligrosa que sufren el FC Barcelona y la FCF. ¿A que espera para actuar y emprender una limpieza a fondo?

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