Laporta convierte la presentación del nuevo contrato con Nike en un cuento de Navidad

En la asamblea telemática, manipulada y antidemocrática del sábado pasado, el único final feliz fue la confirmación de una comisión millonaria (de unos 50 millones) a favor de Darren Dein, el amigo comisionista del presidente, por ser el héroe que salvó el acuerdo

Bluesky
Votación del contrato con Nike en la Asamblea del Barça (FC Barcelona)

Pocas representaciones teatrales pueden superar la puesta en escena de la asamblea del sábado pasado en el Auditori 1899 del Barça, donde el presidente Joan Laporta convirtió la narración del acuerdo Barça-Nike en un auténtico cuento de Navidad, desbordante de imaginación y de héroes como Darren Dein, que se llevará una comisión de aproximadamente 50 millones, sin cuya intervención nunca hubiera sido posible conseguir un acuerdo a tiempo de convocar una asamblea extraordinaria y urgente para que LaLiga no le retire al Barça las credenciales para seguir jugando.

Eso sí, sin que gracias a esta catarata de millones sea posible todavía volver a la regla 1:1 y poder inscribir a Dani Olmo a partir del 1 de enero.

De momento, el único final feliz es el del intermediario amigo del presidente Laporta, Darren Dein, el afortunado personaje que, de repente, fue llamado a intervenir en las negociaciones de la recta final del acuerdo con Nike, del mismo modo que, hace dos años, también le tocó el gordo cuando terminó de rematar el acuerdo con Spotify.

Poco importa que, en aquel momento, ya resultara sospechoso e inverosímil que el FC Barcelona tuviera que recurrir a la intermediación de Darren Dein, un agente de futbolistas, para atajar un acuerdo -confidencial, por supuesto- con una plataforma de streaming de contenidos musicales.

También el Barça, de acuerdo con el relato de Laporta, se encontró perdido en un momento dado, casualmente después de que el club decidiera no aceptar en octubre la propuesta de Nike «porque podemos conseguir mejores condiciones», tras afirmar que «si hubiéramos querido ya estaríamos en la regla 1:1 firmando el nuevo contrato con Nike».

Los acontecimientos y la secuencia de los hechos han demostrado que Laporta no es precisamente una fuente creíble. No sólo por el cronograma del acuerdo con Nike, el presidente lo ha acreditado repetidas veces y en todos los frentes, como por ejemplo con las repetidas falsedades sobre la inscripción de Dani Olmo, por no referirse a cómo le levantó la camisa a Leo Messi dos veces.

Sobre Nike, el cuento de Nadal dice que había una vez una encrucijada en la que, rotas las negociaciones, a Darren Dein se le ocurrió una idea maravillosa: acudir a Puma para que hiciera una propuesta al Barça y, sobre esta oferta, que Nike decidiera si la igualaba o se retiraba. Nike, siempre según la versión asamblearia, aceptó encantada entrar en este juego y, finalmente, no sólo sube la apuesta de Puma, sino que complace los deseos de Laporta de pagar un porcentaje de aproximadamente un tercio de la comisión para Darren Dein.

Además, se rinde a todas las peticiones y planteamientos del Barça para acabar aceptando las mejores condiciones de la historia a favor del club por un periodo también nunca visto antes de catorce años. Con las hadas voloteando por las Megastores, claro.

Más allá de los enormes e inexplicables vacíos cronológicos, cuesta encajar en toda esta historia que el Barça, por orden y respondiendo a una compulsión de Laporta, decidiera presentar una demanda a Nike por incumplimiento de contrato y dar por seguro que él podía romper unilateralmente el acuerdo vigente hasta 2028, filtrando en paralelo que se había reunido con Puma para sustituir al primer patrocinador y que, por otro lado, también como alternativa a Nike, ya había fabricado miles de camisetas propias en previsión de un escenario de emergencia. Otra locura que no se sabe tampoco cuánto le ha costado al club.

Sin embargo, cuando más presumía Laporta de poder romper el contrato, las medidas cautelares solicitadas por Nike y dictadas por un juez prohibieron al FC Barcelona, amenazado con penalizaciones ruinosas, hablar cuanto menos con ningún otro fabricante de ropa. Además le recordó que incluso en el supuesto de poder afrontar el coste de una indemnización para liberarse del contrato, siempre debería advertirle con dos años de anticipación, ya que Nike necesita este tiempo para los procesos de producción, comercialización y distribución que finalmente garanticen beneficios para ambas partes.

Tal fue el efecto disuasivo de las medidas cautelares contra la entusiasta y temeraria demanda de Laporta que no tuvo otro remedio que retirarla de los tribunales como indicativo de la rendición azulgrana de conseguir independizarse de Nike.

Suponía otra devastación para la frágil economía azulgrana, una perspectiva agravada por culpa de la catástrofe provocada por BarçaStudios y por nuevos recortes de LaLiga en el margen salarial. Laporta se encontró, de repente, que antes de final de año al Barça se le exigía confirmar la entrada de más dinero de Nike -prometido por Laporta a LaLiga- aunque tampoco fuera suficiente para inscribir a Dani Olmo.

A correr, aunque con esa especial sensibilidad suya hacia sus amigos como Darren Dein, al que situó en el eje de la negociación final, acelerada y marcada por la necesidad de cerrar un trato a contrarreloj así como por la estupefacción de Nike por el nuevo emisario del Barça, un completo desconocido al que, encima, Laporta pedía que Nike se hiciera cargo y silenciosamente de su comisión.

El desenlace, tal y como lo ha relatado Laporta, le atribuye al amigo comisionista del presidente, Darren Dein, el papel protagonista de salvador en un plano coloso de Marvel con superpoderes, capaz de duplicar las contraprestaciones de la marca norteamericana, de doblegarse con genuflexión a todas las propuestas comerciales y de hacerse cargo de casi un tercio de la comisión, ahora sí absolutamente necesaria y justificada.

En previsión de posibles contingencias, como que los socios no entendieran que sólo con la comisión de Darren Dein el Barça podría inscribir a Olmo y fichar a dos laterales, Laporta forjó un parejo escenario de asamblea, telemática, manipulada, cerrada y antidemocrática, forzando incluso la presencia de embajadores de la marca que no sabían qué cara poner cuando Laporta les señaló y nombró como muestra de agradecimiento.

En realidad, esta complicidad, lo mismo que la ilusionista narrativa laportista sin aportar una sola cifra, fue a cambio de cesiones y sacrificios por parte de Laporta que el Barça pagará muy caros en el futuro.

Las razones son obvias, porque de entrada un acuerdo por catorce años supone que cualquier contraprestación quedará desfasada en apenas tres temporadas. Sin conocer con certeza el verdadero impacto económico, sólo que puede ser por un total de hasta 1.700 millones -es decir con primas por títulos-, lo único cierto es que Laporta ha ingresado hoy un signin bonus íntegro, de unos 140 millones según las fuentes, que alivia la tesorería, pero que a efectos contables se prorrateará por cada temporada a lo largo del contrato. Es decir, sin que a partir del año que viene y hasta 2038 sea un ingreso real, sólo un apunte contable.

Al montante hay que restarle la comisión de Darren Dein, que por más que diga Laporta se paga contra las cuentas del club y el hecho no menos sintomático de que, pese a registrarse un incremento sustancial -se habla de unos 40 millones- esta misma temporada, los beneficios previstos no van más allá de los 5 millones. Esto teniendo en cuenta que si el primer equipo sigue jugando en Montjuïc uno o dos meses más, estas posibles ganancias serán rápidamente consumidas.

La verdad sólo se sabrá con el paso del tiempo y puede ser que de la mano de los auditores a los que Laporta, según afirmó, aún no se ha informado del verdadero calibre del nuevo contrato. De momento, solo es un cuento de Navidad.

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