Carles Puigdemont se encuentra en una encrucijada, pero no sabe por dónde debe continuar. La última exigencia a Pedro Sánchez de someterse a una moción de confianza no deja de ser un brindis al sol para ocupar un lugar destacado en las portadas de la prensa. Así lo reconoce una fuente de Junts per Catalunya (JxCat) a EL TRIANGLE: «Sabemos que es potestad del presidente del Gobierno someterse a la cuestión de confianza, incluso aunque se apruebe en el Congreso. Pero se consideró necesario darle un toque de atención por el incumplimiento de los pactos a los que vamos a llegar para la investidura».
En círculos críticos con el expresidente, se carga contra esta exigencia. «¿Que quizás cumplió el mandato y el resultado del referéndum, Puigdemont? Ambos hacen lo mismo: prometer y traicionar a los votantes», gritaba este viernes a Puigdemont una activista en un foro privado. En estos ambientes acusan a Puigdemont de lanzar un discurso radical para llamar la atención y como arma de supervivencia política.
La advertencia de Puigdemont a los suyos de estar preparados para lo que sea necesario, en una velada alusión a una ruptura de relaciones con el PSOE, es parte de esta escenificación. En Junts tienen claro que la amenaza de desestabilización del Gobierno no es sólo una bravata, sino un riesgo real al que se enfrenta Sánchez. «Junts votará en conciencia, a favor siempre si la cuestión es beneficiosa para Cataluña, pero en todas las demás cuestiones, votará en contra del Gobierno, materializando la inestabilidad con la que se amenaza. No son escaramuzas, sino una advertencia a Sánchez para que cumpla lo que firmó», justifica un dirigente de Junts.
En algunos sectores del independentismo, no obstante, existe la sensación de que el PSOE mantiene acorralado a Puigdemont, que aún no tiene su anhelada amnistía y que tampoco tiene una gran influencia sobre Sánchez. En sectores influyentes de Junts hay preocupación: «Puigdemont ha salido por la puerta falsa del Consejo de la República. La presidencia de Junts ha sido su salvación. Es una cuestión evidente: Junts necesita a Puigdemont y Puigdemont necesita a Junts. No escondamos que estamos en la peor crisis desde el nacimiento del partido, pero hay luz al final del túnel», dice un miembro de la dirección. Para situar el papel de Puigdemont no hay que perder de vista su nueva situación, fuera de la presidencia del Consejo de la República, que le daba una considerable proyección pública. Ahora podrá ganar visibilidad desde la cúpula del partido, y para ello necesita acaparar portadas, ya que su ausencia del Parlamento no le permite mantener una asiduidad en los medios.
«Todo se queda en palabras. Puigdemont no hará caer al Gobierno español porque no puede. Si no se aprueban los presupuestos, se prorrogan. No es la primera vez. Y, por otro lado, nunca apoyará una moción de censura en la que se debería aliar y hacer frente común con PP y Vox. Todo lo que hace Puigdemont son escaramuzas para llamar la atención», acusan sus rivales políticos.
El líder de Junts consiguió una reunión exprés en Suiza para calmar los ánimos, lo que permitió poner el foco mediático otra vez sobre el papel de Junts, que es lo que le interesa. A la reunión del pasado viernes en Suiza, asistieron Puigdemont, Josep Lluís Alay, Jordi Turull y Míriam Nogueras por parte de Junts, y Santos Cerdán y Juan Francisco Serrano por parte del PSOE. Acabó sin pena ni gloria. Y eso es malo para Puigdemont y da oxígeno a Sánchez, aunque no lo parezca.
Por lo tanto, las cosas no van tan bien como se esperaba. «Las negociaciones en Suiza continúan, pero no van por buen camino», dice otra fuente, parafraseando un comentario en un foro restringido cercano a los de JxCat. Desde ERC se asegura que lo que hace Puigdemont es marear la perdiz, dejar pasar el tiempo simulando que presiona al Gobierno central «cuando lo que pasa es todo lo contrario».
En esta estrategia, el presidente de Junts cuenta con la inestimable ayuda de la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC), que va abriendo camino proclamando que hay que cortar amarras con el PSOE y optar por la vía unilateral. «Puigdemont juega con la amenaza constante de pasarse a la unilateralidad y hacer ingobernable España. Esta es su única fuerza, pero no representa ningún gran peligro para el PSOE. No puede aliarse con PP y Vox en una moción de censura porque sería una decepción para todo el electorado catalán», subrayan desde Esquerra.
El Consejo de la República
La guerra entre los dos grandes partidos independentistas, ERC y Junts, es otra de las herramientas de Puigdemont: un día carga contra Sánchez y, al día siguiente, contra ERC. Se trata, según denuncian desde posiciones republicanas, «de una huida desesperada hacia adelante, cansado de ver que ERC puede materializar acuerdos y Junts se queda siempre fuera de juego».
El círculo íntimo de Puigdemont va sembrando dudas en la opinión pública sobre lo que ha conseguido ERC. Los diputados de Junts insisten casi diariamente con la consigna de que Esquerra apoya el Gobierno del PSOE a cambio de nada y que no ha conseguido resultados. «Si ponemos encima de la mesa lo que ha conseguido cada uno, no hay color. Puigdemont ha vivido de hacer volar palomas y de promesas etéreas mientras que Esquerra ha conseguido cosas tangibles», apostillan sus rivales independentistas.
Las hemerotecas son como el algodón delator de la suciedad: los indultos fueron pactados exclusivamente por los republicanos, al igual que la financiación singular para Cataluña o la condonación de una parte de la deuda con el FLA. Incluso en la amnistía participaron los republicanos, que alcanzaron en marzo pasado un acuerdo con el PSOE y JxCat. La guerra sucia de Junts hace aguas cuando acusa a ERC de ofrecer votos a cambio de nada. Además, por el camino vienen algunas concesiones a las competencias de los Mossos d’Esquadra y el traspaso efectivo de fondos para gestionar y modernizar Rodalies, todo ello fruto del trabajo de Esquerra.
Estas concesiones se le atravesan a Puigdemont, que a pesar de las publicitadas y exóticas negociaciones en Suiza no ha arrancado de los socialistas ningún acuerdo concreto. La prueba está en que el expresidente sigue esperando el perdón de sus pecados y no ha podido, de momento, acogerse a la ley de amnistía. Una vez justificada la espantada de Puigdemont amenazando a Sánchez, en algunos sectores soberanistas se abre paso una reflexión sobre el momento político. Y aquí algunos encuentran el talón de Aquiles del líder de Junts. «La precipitada salida del Consejo de la República sin cerrar el escándalo Comín puede pasar factura más tarde», admiten en privado. Es cierto que el principal protagonista del escándalo del Consell es Toni Comín. «Es todo un poeta. Él desgastando al propio Consejo, a nosotros, sin miramientos. Mientras tanto, ¿qué hacía el gobierno del Consejo? Seguramente, trabajando y mirando hacia otros lugares. Todo muy catalán. Aix, todo muy musical de Palau, aix, muy Millet», ironizan los críticos desde las plataformas digitales recordando el dinero distraído desde el Palau de la Música.
Desde estos posicionamientos, se exige que se haga una auditoría más amplia, que incluya todos los años, ya que, aseguran, como reflejan los diálogos en algunos foros, que lo que ha salido es muy poco y que puede haber más salpicados por el escándalo del dinero utilizado en gastos personales. El punto de mira está en Puigdemont, ya que era la persona más cercana a Comín de todo el Consell. Y podría resultar tocado por el escándalo, fuera por acción o por omisión.
Pero confían en que el tiempo cure las heridas. «La consigna es retirarse a los cuarteles de invierno y dejar que pase el frío. En primavera, las cosas se verán de manera diferente», reconoce otro militante. En torno a Puigdemont se empieza a coquetear con la vuelta del expresidente para la primavera. Lo peor es que ahora ya nadie se lo cree. «El retorno será bajo la amnistía o sin ella», han difundido en los foros puigdemontistas para animar a los militantes. Nadie confía en él. «Todos coincidimos en que un MHP libre en el Parlamento y libre del exilio, pisando país, como un Fénix, podrá exceler a tejer de nuevo el movimiento», se evoca en este foro.
De la primavera como nuevo hito del regreso comenzó a hablarse en los círculos más cercanos al expresidente cuando se conoció que el apoyo a la independencia está en mínimos históricos, según el último sondeo del Centro de Estudios de Opinión (CEO). Uno de los suyos puso sobre la mesa el hecho de que ahora es más fácil recuperar posiciones en el apoyo a la secesión. «Podemos remontar bien», advierte el administrador de la plataforma puigdemontista La Resistencia. Y, a continuación, la carta oculta: «De entrada, que pueda volver el MHP Puigdemont. Iría bien que fuera hacia la próxima primavera…». Así, si en el barómetro de verano de 2025 ha subido de nuevo el apoyo ciudadano al independentismo, se puede atribuir la remontada a Puigdemont. Una estrategia maquiavélica, pero que tiene su lógica. La continua consigna que diferentes plataformas han ido difundiendo en los últimos días es que «hace falta un Puigdemont prisionero o amnistiado para recorrer el país». Y un veterano activista rubrica que sólo con un Puigdemont activo y en el Parlament el soberanismo puede volver a dominar la escena política.
En Junts, de momento, defienden el posicionamiento de Puigdemont porque se trata de realizar su labor: presionar al Gobierno español para que cumpla sus compromisos y conceda lo que ha prometido en Cataluña, desde una nueva financiación hasta la amnistía total, pasando por otras concesiones. Pero no es menos cierto que Puigdemont, que ve como su estrella se va apagando día tras día, necesita situarse de nuevo en el centro de la actualidad política, y para ello nada mejor que poner en duda la estabilidad del gabinete de Sánchez. Es lo más fácil y lo más efectivo, pero también lo más superficial e insustancial.
*Puedes leer el artículo entero en el número 1602 de la edición en papel de EL TRIANGLE.