Las disparatadas historias de la vicepresidenta del Barça Elena Fort en las redes sociales dan para un libro de desafortunadas anécdotas que, sobre todo, tienen que ver con defender ahora todo lo contrario de lo que censuraba y criticaba de las juntas anteriores. Sus contradicciones, sonadas y grotescas, no son tales, sino el resultado ridículo de la misma compulsión que años atrás la impulsaba a echar pestes de Sandro Rosell y de Josep Maria Bartomeu con idéntica irreflexión y rencor con el que ahora se arranca a salvaguardar la imagen de su presidente y sus calamitosas decisiones con la misma falta de criterio y personalidad.
Es la misma vicepresidenta que echaba fuego por la boca con la publicidad de Catar y ahora reza para que Joan Laporta vuelva de Doha con el dinero que hace falta para inscribir a Dani Olmo. Y la misma que hace solo unas semanas aseguraba que era posible jugar en el Camp Nou antes de final de año.
Lejos de dimitir por vergüenza tras ese disparate, que realmente dimensiona el desconcierto y la frivolidad con la que actúa, además fue otro vicepresidente quien al día siguiente la rectificó asegurando que «antes de marzo no podremos volver al estadio».
La última de Elena Fort no tiene desperdicio, pues se pasó el fin de semana criticando a los medios en general que sólo estuvieran informando del horario y del partido del primer equipo de Hansi Flick y, en cambio, ignoraran por completo la cita del femenino, que también disputaba un partido importante. Su acritud y tono provocaron un seguidismo de la militancia que defiende la paridad y el trato equivalente llenando los canales de críticas en el mismo sentido.
Fue un seguidor barcelonista el que finalmente cortó de raíz ese hilo incandescente aclarando que en la información oficial del propio club el presunto horario del femenino era de madrugada debido a un error propio que había provocado la confusión en las redacciones.
En sentido inverso, a partir de ese momento, Elena Fort capitalizó no pocos insultos y comentarios que, especialmente, le recriminaron el abandono del femenino de baloncesto, al que se le negó la participación esta temporada en las competiciones internacionales por los recortes presupuestarios. Es decir, se le echaron encima por el oportunismo y la hipocresía de quien nunca vio un partido del femenino, ni de fútbol ni de baloncesto, mientras no fue directiva.