Al padre de una de las habaneras catalanas más universal, El meu avi, José Luis Ortega Monasterio, fallecido en Barcelona en 2004, le llueven las críticas y ayuntamientos que en su día lo homenajearon, están retirando los homenajes o se lo están planteando.
La polémica lo salpicó cuando hace una semana 3Cat emitió el documental Murs de silenci. Gran Escala 2000 , donde se explica el caso que llevó a desmantelar el prostíbulo Gran Escala 2000 en Ventalló, en L’Alt Empordà, donde se prostituían menores. Gracias a varios testimonios, el documental explica que la mujer de Ortega Monasterio tenía una agencia que habría enviado chicas a varios clubes, y que él mismo sería socio de unos de los principales acusados de la trama.
Esta información ha dividido el mundo de las habaneras, donde algunos grupos ya han decidido no volver a interpretar canciones de Ortega Monasterio como, por ejemplo, El meu avi, y, en cambio, otros están pendientes del posicionamiento general del sector. El caso también ha llegado a ayuntamientos que tienen homenajes a la figura del compositor.
El Ayuntamiento de Palamós ha tapado provisionalmente la placa que dedicó al músico hace ahora 40 años en la calle del Canó, que inspiró al compositor para crear la canción El canó de Palamós.
El Ayuntamiento de Puigcerdà, donde está enterrado Ortega Monasterio, y a quien se le dedica una escultura, estudia si retira los dos monumentos que le homenajean en la ciudad.
El fondo musical de Ortega Monasterio se conserva en la Fundació Ernest Morató. La entidad también se plantea qué medidas deben tomar.
En cambio, Platja d’Aro, que tiene una escultura en una de las rotondas principales de la población desde hace 24 años, no se ha pronunciado sobre el tema. Tampoco la Generalitat, que homenajeó a Ortega Monasterio con la Creu de Sant Jordi en 1999.
