El anuncio por parte de la directiva del FC Barcelona de un acuerdo nunca visto con Nike se presta a especulaciones, dudas y sospechas, seguramente demasiadas, empezando por la forma en que debe formalizarse la aprobación de la asamblea, requisito estatutario imprescindible para los acuerdos vinculantes, como el patrocinio con el fabricante por un periodo de tiempo superior a los cinco años.
La luz verde al final del largo y conflictivo periodo de negociación y de conflictos abierto tras la adenda del actual, incorporada en tiempos de Josep Maria Bartomeu, afecta inicialmente a las compensaciones contractuales, aunque no al tiempo del actual, según las filtraciones posteriores al anuncio. Se da por hecho que las condiciones de mejora del convenio vigente son unas hasta la fecha de su terminación en 2028 y otras distintas a partir del nuevo, por diez años, entre 2028 y 2038.
La precisión de los medios al respecto ha sido detallada y muy completa, estableciendo que el signing bonus (oscila entre los 100 y los 150 millones, según las fuentes) se prorratea a lo largo de los años de duración.
¿Cuál es realmente la duración? Existen dos interpretaciones, pues el comunicado oficial del club del día 9 de noviembre pasado hablaba del «comienzo de un nuevo acuerdo multianual de partenariado, que tendrá vigencia a partir de esta temporada y que aporta un nuevo modelo de asociación estratégica de colaboración entre las dos organizaciones».
Y nada más. Joan Laporta, por tanto, ha repetido la fórmula ya demasiado habitual de ampararse en la confidencialidad que compromete ambas partes para dejar en manos de sus filtradores una versión edulcorada y seguro que un poco más fantasiosa que la realidad de las condiciones.
Puede hacerlo y lo hará. Procurará que los socios dispongan de la menor información posible y les pedirá, como siempre, que confíen en su palabra y, sobre todo, en el crédito de su gestión para la ratificación de una ampliación del acuerdo que si incorpora un aumento de ingreso efectivo a partir de este mismo curso, 2024-25, es precisamente por las angustiosas y precarias señales de la frágil economía del Barça.
Lo ilustra el hecho, desconcertante y dramático a la vez -otra burla a los socios en realidad-, que, a pesar de ese dinero extra, estimado en 45 o 50 millones, ni sirve para desbloquear el margen salarial con LaLiga ni tampoco para aumentar los beneficios, calculados en solo 5 millones a 30 de junio próximo. Laporta había fanfarroneado semanas atrás que si el Barça no había vuelto a la regla 1:1 «es porque no hemos querido firmar con Nike, pensamos que podemos tener un contrato mejor».
Era otra de sus bravatas mediáticas. La duda ahora se centra en cuándo y cómo someterá a la aprobación de la asamblea este amplio y a la vez confuso acuerdo, si hay que atender al escueto comunicado oficial. El artículo de los estatutos aplicables es el 20.8, que exige «ratificar los acuerdos de la Junta Directiva para la formalización de contratos con terceros para ceder la explotación de los derechos del Club sobre la propia imagen, nombre, símbolos, publicidad o retransmisiones a los medios de comunicación, cuando la duración de esta explotación sea superior a cinco años o temporadas».
La cuestión es si Laporta interpreta -o mejor sería decir si le interesa- considerar que se trata de un nuevo contrato por 14 años (desde 2024 a 2038) y, por tanto, someterlo próximamente al criterio de los socios o establecer que tras el actual, ya ratificado en su día, entrará en vigor otro por diez años y es susceptible, por tanto, de ser incorporado a una asamblea más adelante, cuando llegue el momento.
Parece claro que cuando Laporta perciba una corriente social favorable, si puede ser en un momento en que no se escuche ruido de fondo de la oposición que pueda complicarle la vida, no dudará en validar todo el paquete.
Por dos motivos, el principal porque no puede correr el riesgo de que pueda llegar a ser carne de asamblea después de unas eventuales elecciones -posibles en 2025 o 2026- y otra junta proponga directamente no aprobarlo para reiniciar negociaciones.
La segunda, ligada a esta primera, radica que en que seguramente Nike ha incorporado penalizaciones en ese supuesto que afectarían al propio signing bonus, pero sobre todo al incremento anual desde ahora hasta 2028, una cantidad que si hay que devolverla o restarla del siguiente periodo de contrato por década, provocaría un elemento más de ruina.
Todo el mundo sabe que en realidad estos 14 años cerrados con Nike es el contrato del siglo para la multinacional americana y otro mal negocio de Laporta, que solo ahora puede tratar de deslumbrar a sus socios con magnitudes de millones que, en apariencia, son insuperables.
En cambio, si se acepta que el Barça ingresará 1.700 millones en 14 años, solo dejando de aplicar el IPC (índice de precios al consumo) en el porcentaje de los últimos 14 años, Nike se habrá ahorrado casi 500 millones. Nadie discute que a mayor duración, más pierde el Barça y más gana Nike.
Por tanto, Laporta ya debe estar preparando una asamblea lo antes posible, telemática seguro y en un día sin partido, más o menos en la línea de la última, vergonzosa en esta era barcelonista postfranquista.