La victoria de Donald Trump da alas a Vox y a Silvia Orriols

Desde Junts x Catalunya salen voces autorizadas que consideran que el nuevo presidente de Estados Unidos puede favorecer la causa independentista catalana

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Donald Trump

Donald Trump vuelve a la escena política convertido en un héroe y un malvado a la vez. Su elección como presidente de los Estados Unidos ha hecho que algunos independentistas se muestren esperanzados de que pueda hacer gestos de aceptación hacia la independencia de Cataluña o, como mínimo, de no rechazo frontal. Pero hay una contundente paradoja: el resultado de las elecciones ha hecho saltar de alegría a la extrema derecha española, con Vox al frente, pero también a la extrema derecha catalana, con Sílvia Orriols, algunas plataformas vinculadas a los nuevos fascismos y sectores de Junts per Catalunya exultantes.

Donald Trump despierta pasiones y eso se puede ver en la reacción de algunas entidades y partidos, o incluso en los sueños de algunos activistas de aquí. Pero también ha dejado un regusto amargo en otros. Carles Puigdemont, por ejemplo, ha escrito que «el presidente Emmanuel Macron y el canciller Olaf Scholz han hablado esta mañana. Es una oportunidad para Europa, y lo bueno es que la sabemos aprovechar. Pero ahora mismo, la preocupación por las consecuencias de la victoria de Trump es muy grande».

Esta frialdad de Puigdemont contrasta con los comentarios de su círculo más cercano de asesores. Su jefe de oficina, Josep Lluís Alay, decía: «Veo todo tipo de opiniones sobre el resultado electoral en Estados Unidos. Creo que nosotros nos lo tenemos que mirar desde el respeto que corresponde a la diplomacia y sobre todo pensando en nuestros intereses para crear un Estado catalán independiente en los próximos cuatro años».

Aleix Sarri, otro hombre muy cercano a Puigdemont y su principal asesor en Bruselas, publicó una foto de la quema de una bandera de EE.UU. en la que prendieron fuego las Juventudes de EE.UU., preocupadas por el impacto de la victoria de Trump en el retroceso en derechos sociales y humanos. «Qué manera más rara de trabajar por la independencia: quemando la bandera del país más poderoso del mundo», se quejaba Aleix Sarri.

Las opiniones sobre la elección de Donald Trump del jefe de la oficina y el asesor europeo de Puigdemont no tienen nada que ver, pues, con la «preocupación muy grande» que expresa el expresidente. Lo que hacen los hombres más cercanos a Puigdemont es blindarlo y facilitar que en el futuro se puedan construir puentes hacia la administración Trump, alegando que el posicionamiento políticamente correcto era el expresado por sus colaboradores. Sergi Perramon, concejal del FNC en Manresa, es uno de los que critican la frialdad de Puigdemont. «El presidente Puigdemont, no felicitando al nuevo presidente de EEUU y afirmando que hay que estar preocupados por las consecuencias de su victoria, ha hecho lo contrario de tener sentido de Estado. El independentismo tiene que buscar amigos, no enemigos, sean del color político que sean».

Los hiperventilados, contentos

Más grosero fue el abogado vigués Josep Rossell Fossas, que espetó a los cachorros de ERC: «Holi, hijos de puta. Con vuestro voto habéis investido un tío del partido que creó los GAL». Olvidaba, quizá inconscientemente, que JxCat, el partido que no hace mucho defendía afianzadamente, también fue clave para la investidura de Pedro Sánchez, dejando de lado que los GAL desaparecieron ya hace 40 años. Otro independentista de pro, Corto Maltese, se muestra también esperanzado con Trump al frente de EE.UU.: «Es mucho más fácil conseguir la indy con Trump y Musk que con los demás. Solo es necesario que la operación les sea rentable».

Al circo de los trumpistas locales se sumaba con euforia Alfons Ribagorza, que había sido vicepresidente del Barça: «Ha ganado Trump con la gorra. Los medios oficialistas hablaban de ‘frec a frec’… Ya hace bastante tiempo que los medios no informan, hacen propaganda e intentan condicionar a la opinión pública. Me refiero a los medios públicos y parapúblicos de la Cataluña woke». Esta crítica a la presunta desinformación de los medios públicos catalanes es común en muchos activistas del independentismo hiperventilado, como Josep Lluís Alay. El exconsejero Joan Carretero, líder de Reagrupament, el partido escindido de ERC y hoy dentro de Junts, también abundaba en la materia: «A pesar de los diagnósticos y pronósticos apocalípticos (siempre demagógicos) de nuestros periodistas y políticos, pienso que la victoria de Trump es buena para EEUU, para Israel y para el mundo. Él no comenzó ninguna guerra en los cuatro años que fue presidente y propició los acuerdos de Abraham».

En cambio, Abel Riu, directivo del Catalonia Global Institute (CGI), hace una valoración más pausada: «El 73% de los sectores que más han sufrido el impacto de la inflación (más vulnerables económicamente) han votado a Trump. Donde más ha crecido el voto republicano ha sido entre minorías raciales jóvenes. Los demócratas tienen un problema grande que no es muy diferente al de la izquierda europea». Jordi Graupera, líder de Alhora, el partido fundado junto a Clara Ponsatí, sacaba las uñas con cautela, y se situaba en la equidistancia: «Estamos muy influenciados por la prensa norteamericana que viste a Trump como un monstruo moral, pero los líderes europeos hacen políticas tan inútiles como las de Trump».

El abogado portugués Tiago Amado, alineado con el independentismo catalán (ha llegado a decir que cuando ve una pulsera con la bandera de España siente inmediatamente una energía negativa), también se muestra categórico: «Honestamente, yo veo el reconocimiento de la independencia de Cataluña más fácil con Trump que con cualquier presidente del Partido Demócrata. Trump es menos diplomático, mucho más imprevisible. Quizá si se entera de lo que pasa en España decide apoyarnos».

Y VogelfreiCAT, una institución en el ámbito soberanista en X, llevaba el agua a su molino: «Trump ha ganado con todos los medios oficialistas en contra, como Sílvia Orriols. La verdad es incensurable. La libertad es sagrada. Pero no es una burbuja, sino la punta de lanza que desciende el futuro. Que Dios bendiga América. Que Dios bendiga Cataluña». En la misma clave se expresaba otra referencia del independentismo radical, Daniel Cardona el Irlanda: «Trump ha ganado el wokismo, el buenismo, la mentalidad de perdedor y la debilidad a pesar de tener toda la prensa y ‘pensamiento’ oficial en contra. Su victoria nos encierra en el nacionalismo catalán hacia la victoria. A pesar de la adversidad, Sílvia Orriols puede dar la sorpresa».

Las lecciones de Trump

En realidad, a quien verdaderamente deslumbró la elección de Trump, aparte de Santiago Abascal, es a Silvia Orriols y los suyos (o la mayor parte de los suyos, porque hay contadas minorías que rechazan al presidente norteamericano electo). La complacencia de Aliança Catalana se deja ver en la felicitación pública de este partido al presidente electo: «AC felicita a Donald Trump por haber sido elegido el 47º presidente de los Estados Unidos de América. Una nueva etapa de prosperidad y libertad se extiende por América».

Paralelamente, una serie de influencers que hace poco le hacían la gara-gara a Carles Puigdemont se acercan ahora a la acaldesa de Ripoll y líder de Aliança Catalana para convertirse en sus faros ideológicos, como algunos de los anteriormente mencionados. Los mensajes emitidos por muchos de estos prescriptores coinciden con los del propio Trump, especialmente en cuanto al rechazo de la inmigración y al recorte de derechos de los foráneos.

Pero más allá de los posicionamientos ideológicos, es interesante observar cómo la victoria de Trump se convierte en objeto de estudio para aplicar las mismas técnicas en Cataluña. Y en eso sí coinciden activistas de Aliança Catalana, del Frente Nacional de Catalunya (FNC), de Resistència Catalana o de Junts per Catalunya.

El portal Estat.cat, que defiende los posicionamientos de Aliança Catalana, explicaba, por boca de Maria Llopart, «las tres lecciones de la victoria de Trump para los nacionalistas catalanes». La primera lección es la que muestra «el poder que tienen las redes sociales a la hora de difundir los mensajes y las ideas de los partidos y los movimientos alejados del establishment político, social y económico». Loa, así, el papel de la red X, propiedad de Elon Musk, que apareció junto a Trump en varios mítines.

La segunda lección es que «la superioridad moral de los demócratas ante los republicanos se ha acabado hundiendo». Culpa del desastre del Partido Demócrata una frase de Joe Biden que afirmó que «los votantes de Trump son basura», lo que demuestra, a su juicio, que «la autoconfianza de los demócratas en sí mismos se esfuma cuando aparecen las descalificaciones y los insultos. Trump es un histrión y un maleducado, pero, a diferencia de los demócratas, él va de cara».

La tercera lección es la constatación de que es la segunda victoria de Donald Trump, lo que demuestra «que es posible vencer a las élites globalistas (…). En Cataluña también es posible derribar la dictadura mediática y política procesista que, con la envoltura de su discurso buenista y globalista, nos mantiene subyugados en España. Y esto es posible con un discurso valiente, coherente, patriótico, que abra la ventana de Overton y consiga que el sentido de Estado (y el sentido de nación) gane la batalla cultural al rendicionismo que hasta ahora ha controlado las instituciones catalanas». En otras palabras, que hay que repetir los pasos de 2017 y volver a un embate final contra España para conseguir la independencia.

*Puedes leer el artículo entero en el número 1596 de la edición en papel de EL TRIANGLE.

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