El futuro de Barça Vision, amenazado otra fuga de inversores en breve

Laporta ya no habla de empresas muy interesadas en entrar en el negocio, como hace menos de un mes, y ahora apuesta por recomprar las acciones y recuperar el ciento por ciento de la propiedad para explotar esa "mina de oro"

El president del Barça, Joan Laporta

Cada vez que Joan Laporta y sus filtradores han de afrontar una solución a la recurrente y cada vez más grave falta de inversores para ese pozo sin fondo en el que se ha convertido Barça Vision han de darle un giro imaginativo, buscar otro enfoque y, finalmente, darle forma a un relato que no se sostiene por ninguna parte.

Ni por sí mismo, porque el negocio ya nació inerte y desamparado, ni mucho menos sobre las retorcidas e infundadas salidas que le intentan dar desde la directiva. Hace menos de un mes, el propio presidente Laporta casi ni le dio importancia al hecho de que el auditor, Grant Thornton, le hubiera revertido 141 millones por los ingresos fantasma que desde hace dos años han de justificar los 200 millones obtenidos de la palanca de urgencia del verano de 2022, ese regate a LaLiga y al auditor que el exvicepresidente Eduard Romeu reconoció como un ejercicio de imaginación porque en aquel momento «había que ganar tiempo».

«Hay dos empresas que, ahora mismo, están interesadas en invertir. Están finalizando sus due dilligence porque estos son procesos que llevan algo de tiempo», dijo dando por hecho que solo era cuestión de días que, al confirmarse las inversiones, el auditor revirtiera esa enorme deuda provocada por la deserción, huida y rechazo de Socios.com, Orpheus Media y Libero, tres de los cinco valientes que hasta ahora se han prestado a jugarse su dinero, al menos una parte, antes de darle la vuelta al invento.

Quienes ahora mismo siguen en el final de esta agónica carrera son Nipa Capital, la misteriosa sociedad chipriota que nadie sabe a quién representa ni cuál es su papel en este juego, y la canadiense Armarak, un gigante de la restauración que ha sido víctima de las circunstancias y de una envolvente por parte de Laporta, que le ha concedido la exclusiva de los bocatas del futuro Espai Barça a cambio de una cantidad licitada y una derivada de inversión de 25 millones en el accionariado de Bridgeburg Invest, la sociedad propietaria de la marca Barça Vision. Ni el auditor se ha creído que Armarak tenga, realmente, el menor interés en apuntarse a esta ruleta rusa del negocio audiovisual, el metaverso, los NFT y cosas por el estilo.

El caso es que la misma junta que, como el presidente, daba por hecho que la llegada de nuevos inversores estaba prácticamente cerrada, ahora ha cambiado esta versión por otra de sus ideas de bombero. Algunos periodistas ya han escuchado de boca del propio Laporta estos días que están meditando muy seriamente no vender más acciones de Bridgeburg Invest y, por el contrario, recomprarlas para, además de seguir controlándola con esa mayoría superior al 50%, retomar el control absoluto y, de este modo, apropiarse sin necesidad de compartir con nadie el pastel de los millonarios beneficios que a la larga convertirán ese brazo digital en una de las principales fuentes de ingresos del Barça. O al menos eso es lo que creen que va a pasar a corto plazo. Laporta sigue utilizando en privado ese mismo cínico y osado argumento aunque la realidad no dejar ver a nadie, solo a él, que «Barça Vision es una mina de oro».

Eduard Romeu, en su día, también dejó dicho que en el momento que el Barça pusiera en circulación esas acciones «habrá cola de empresas» compitiendo por entrar en el negocio.

Este nuevo giro, pasar de estar a punto de cerrar la entrada de capital fresco o evaluar la recuperación de las acciones en manos de terceros, solo puede ser indicio de más malas noticias como la posibilidad de que Armarak también haya puesto el dinero, como en su momento lo hicieron Socios.com y Orpheus Media, con carácter provisional. Es decir, con la promesa y el compromiso de la junta de encontrar otro inversor que recompre su parte.

La opción de recuperar la totalidad de la compañía sería desde luego otro revés para la contabilidad azulgrana, pues se supone que los actuales accionistas no querrán perder el valor de participación vendiendo por menos, y mucho menos arriesgarse a mantenerse bajo la amenaza de que al final de este ejercicio el auditor insista en depreciar el valor de Bridgeburg Invest, que Laporta se empeña en defender, de 408 millones, cada vez con menos argumentos.

Este tipo de informaciones, que demuestran una gestión errática y tan poco profesional por parte de Laporta, desacreditan la imagen del FC Barcelona y, desde luego, no alientan que el mercado y el dinero confíe en este tipo de proyectos.

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