La lluvia de millones de Nike sobre el Barça tampoco mejorará el flojo resultado del ejercicio 24-25

Laporta ha activado antes de tiempo el contrato por exigencias del plan de viabilidad con LaLiga y la necesidad de compensar los 37 millones extra que cuestan volver al Spotify, mantener BLM y los 40 millones de menos previstos por la reversión de provisiones

Joan Laporta - Foto: FC Barcelona
Joan Laporta - Foto: FC Barcelona

Al margen de los pagos inexplicables, como el que se restará del contrato con Nike a favor de Darren Dein, en el mismo formato aún no justificado por su presencia en la mesa de negociaciones con Spotify, el drama del fair play financiero bloqueado del FC Barcelona no lo ha podido solucionar ni ese torrente de millones. Y el tiempo de esa cuenta atrás, que hace pender de un hilo el futuro de Dani Olmo, sigue implacablemente transcurriendo con la necesidad de que alguien pueda poner dinero en ese negocio de Barça Vision y sin que, por otra parte, nadie pique por ahora.

«Si no estamos en la regla 1:1 es porque no queremos -dijo Laporta a los socios recientemente-, es porque no hemos querido precipitarnos y firmar un acuerdo con el patrocinador técnico de la ropa deportiva. Pensamos que podemos obtener unas mejores condiciones», fue el mensaje presidencial en la asamblea de la que apenas han transcurrido tres semanas. Era otro de sus brindis al sol, una bravata embustera más de las suyas para justificar lo injustificable, pues fue él mismo quien condicionó y vinculó directamente esa firma con Nike para poder volver a la norma 1:1. No solo para complacer a los compromisarios, sino que ya venía relacionando el maná de Nike con esa normalidad económica desde hace meses, desde que avanzó un cierre con beneficios ordinarios antes del 30 junio en una de sus trolas más recurrentes y prolongadas en el tiempo. También la agitó en vísperas del cierre del mercado y el propio tesorero en la asamblea la ratificó incluyendo ese ingreso en los presupuestos sometidos a la aprobación de la asamblea, hecho que debía poner fin a los problemas de fair play financiero que no han hecho más que agudizarse con el paso de los días.

¿Qué credibilidad puede concederse a un presidente que, de forma sistemática y reincidente, miente a los socios cada vez que necesita colocar una cortina de humo entre el relato edulcorado y manipulado y la realidad, normalmente desfavorecida cuando se trata de asuntos económicos? La respuesta a esa pregunta sigue siendo todavía favorable a un presidente al que ni siquiera la oposición se atreve a discutirle sus bravatas, caprichos y atrocidades como, recientemente, haber convocado una asamblea telemática contraviniendo la propia ley y desafiando, hasta aplastarlos, todos derechos, hasta los mínimos, democráticos y de participación de los propietarios del club. Realmente, si tras aprobar las cuentas repudiadas por el auditor en una votación sin ninguna garantía real de absolutamente ninguno de los requisitos -ni los estatutarios ni los del artículo 31 bis de la ley covid, al amparo del cual se desarrolló la asamblea del pasado día 19 de octubre- no se atisba un solo indicio de impugnación o de protesta, Laporta puede seguir gobernando los años que quiera desde el nepotismo, el totalitarismo y la impunidad sin limitación alguna.

La diabólica sucesión de hechos que han envuelto el acuerdo con Nike es una demostración inequívoca de ese oscurantismo sobrevenido en el horizonte de la vida azulgrana. Del contrato solo se conoce la versión filtrada desde la junta a los medios, abundando en los grandes beneficios y condiciones que, desde el primer minuto, aporta a las cuentas. Así lo avanzó el tesorero Ferran Olivé a los socios, precisando que los presupuestos sometidos a su aprobación ya incluían le mejora del contrato de Nike con unos efectos que pueden conjeturarse no superiores a los 72 millones -el aumento de 374 a 446 millones para los ingresos del área comercial- y no por debajo de los 50 millones, según los medios que, de forma uniforme, estiman en esa cantidad el incremento Nike.

A pesar de esta perspectiva, inicialmente optimista y esperanzadora, el resultado previsto del ejercicio a 30 de junio será solo de 5 millones, menos aún que esos 12 millones del ordinario inventado por Laporta del ejercicio pasado, principalmente a causa de un incremento de los gastos. La junta estima en 37 millones el coste extra de volver a Les Corts (?) y de mantener BLM (?) de la misma forma que, como se ha utilizado el exceso de provisiones de 2021 en minorar el palo de Barça Studios de 141 millones en el curso pasado, se esperan 40 millones menos de reversión respecto al último cierre, dando por hecho que la nómina salarial irá creciendo en lugar de reducirse por las renovaciones a alza y crecientes de la nueva generación de la Masía, por otra parte lógicas y necesarias, aunque Laporta las haya criminalizado y utilizado propagandísticamente en el pasado.

Los expertos coinciden en señalar que si Laporta ha accionado el contrato ahora, apenas tres semanas después de ir tan sobrado y soberbio en la asamblea, donde hasta puso en duda que Nike siguiera siendo el proveedor y patrocinador de la camiseta, es porque el estricto plan de viabilidad al que le somete la LaLiga exigía el cumplimiento de determinados parámetros de ingresos en el primer semestre, uno de los cuales es la verificación de ese aumento de la renta comercial sin el cual se descalabraría el presupuesto y asomarían pérdidas amenazadoras.

Si la confirmación del acuerdo es, al menos en apariencia, una buena noticia, la mala es que no aporta por ahora ninguna mejora estructural a la facturación ni a la posibilidad de un incremento que pueda augurar una reducción sustancial y sostenible de los fondos propios negativos, que hoy son de 94 millones, al final del ejercicio. Una de las exigencias que la junta de Laporta tiene ante sí es el pago los intereses de carencia del préstamo del Espai Barça y la necesidad de ir ahorrando cada año para afrontar el primer tramo de la devolución a Goldman Sachs en 2028, superior a los 400 millones, más allá de que el Spotify ya pueda estar operativo en esa fecha y puede empezar a retornar la parte financiada con la emisión de bonos por el resto de los inversores.

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