Mazón no da la talla

Bluesky

España afronta su peor catástrofe desde la Guerra Civil de 1936-39. La DANA que ha arrasado las comarcas de la Horta Sur, la Ribera, la Foia de Bunyol y la Plana de Utiel, en la Comunidad Valenciana, ha provocado una devastación de la que será muy difícil recuperarse y que tiene un gravísimo impacto sobre la economía, las comunicaciones y el equilibrio emocional, no solo de las poblaciones damnificadas, sino de todo el país.

La pérdida de vidas humanas no para de aumentar cada día y se desconoce todavía el número de desaparecidos. Además, los daños materiales en viviendas, infraestructuras, equipamientos, vehículos, empresas y comercios es, ahora mismo, incalculable, con miles de trabajadores que se han quedado, de repente, sin trabajo y centenares de profesionales, comerciantes y pequeños empresarios que tendrán que volver a empezar de cero.

En números redondos, hay 100.000 viviendas afectadas, 30.000 comercios, 7.000 empresas y 80.000 vehículos dañados o destruidos. Una hecatombe que deja una factura milmillonaria para pagar y que deberá contar con todo el apoyo económico de la Unión Europea.

Sobre el terreno, todo el mundo coincide: rehacer el intenso tejido empresarial y comercial de la zona damnificada será cuestión de años; reparar las viviendas dañadas y dar soluciones habitacionales a las personas que se han quedado sin hogar es una tarea urgente, pero que costará mucho tiempo; reconstruir las redes de trenes de cercanías y de metro, que han quedado destruidas, será laborioso, largo y pesado. Volver al 28 de octubre es un viaje incierto y sin calendario.

València es un cruce fundamental en el esquema de comunicaciones por carretera entre la Meseta y el eje mediterráneo. Las graves afectaciones que han sufrido las autovías que convergen a la ciudad han convertido este nudo en un cráter, y hacen falta enormes trabajos para volver a ponerlo a punto.

La AP-7 es la gran arteria que conecta la cornisa del Mediterráneo con Europa. Antes del apocalipsis de la DANA circulaban, en algunos tramos, más de 100.000 vehículos diarios, de los cuales un 25% son camiones. Esta vía es fundamental para dos de los grandes motores económicos de la zona del Levante: los productos hortofrutícolas y el turismo. Resulta del todo prioritario rehacer el tramo destrozado de esta autopista y, en este sentido, es encomiable el esfuerzo y la energía que despliega el ministro de Transportes, Óscar Puente.

¿Y mientras tanto? ¿Qué pasa con las 325.000 personas que viven en la zona asolada por la DANA? Cada día que pasa, el peligro de infecciones por la insalubridad reinante es más alto. ¿Habrá que prever deportaciones masivas del vecindario ante el riesgo de epidemias? ¿A dónde?

La magnitud del desastre es colosal, sin ningún referente en la historia reciente de España. Las herramientas para hacer frente a esta crisis son básicas: unidad (institucional, política, empresarial, sindical, social…) y solidaridad permanente. Pedro Sánchez ha ofrecido diálogo y consenso, y ahora le toca a Alberto Núñez Feijóo responder al gesto, desde la evidencia que Carlos Mazón es un inepto y un inútil que hay que desplazar sin dilación.

Su desprecio a las alertas procedentes de la AEMET desde la mañana del terrible 29 de octubre tuvo una incidencia directa en el elevado número de víctimas mortales y en el naufragio de miles de vehículos, que ha provocado una exasperante ralentización de las tareas de rescate y de limpieza. También su intento de convertirse en un “pequeño Napoleón” que quiere controlarlo y dirigirlo todo, sin capacidad para hacerlo, demuestra que está completamente sobrepasado por los acontecimientos.

Hace falta que, en aplicación de sus prerrogativas legales, el presidente Pedro Sánchez proceda al nombramiento de un delegado especial del Gobierno sobre el terreno que concentre la capacidad de decisión y sea un referente para la opinión pública en la gestión de esta crisis apocalíptica y los colosales trabajos de reconstrucción que habrá que emprender a continuación.

La peligrosa extrema-derecha populista, como hemos visto este pasado domingo en Paiporta, intenta aprovecharse de la debilidad de Carlos Mazón para sembrar la cizaña y el odio con el objetivo confesado de cargarse, desde la calle, al presidente del Gobierno español. La maniobra, que ha contado con la colaboración -¿consciente? ¿inconsciente?- del rey Felipe VI, es muy burda y tiene que ser desmontada a continuación desde la Moncloa, tomando la situación por la mano.

La DANA de la Comunidad Valenciana marcará, en muchos sentidos, un antes y un después. Los negacionistas del cambio climático y los conspiranoicos han quedado, definitivamente, borrados del mapa. Las autoridades, y todos nosotros, también aprenderemos a seguir más atentamente y a actuar en función de las informaciones y los consejos de los meteorólogos, aunque a veces no acierten con precisión. Más vale prevenir…

La sociedad valenciana y española está viva. Lo ha demostrado con las extraordinarias y emocionantes muestras de solidaridad que ha canalizado hacia los damnificados, a pie de calle y con la donación masiva de víveres y de productos de primera necesidad. Se ha demostrado que en este país la buena gente es la abrumadora mayoría y, a partir de esta certeza, será factible superar este traumático y horroroso trance, aunque vaya para largo. El problema es quién sabe cuándo.

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1 comentario en «Mazón no da la talla»

  1. Me ha caído un referente moral.
    Yo tenía admiración por el
    Reixach que habló del caso Pujol en el Parlament.
    Se defiende al culpable Sánchez y se quiere ensuciar al rey sin motivo.
    Por cierto ya han detenido a los pobres que enrabiados se desahogaron, todos vecinos de los pueblos afectados…, nada extrema derecha.

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