Consecuencias políticas del uso excesivo de las pantallas

El uso de internet y de las pantallas de nuestros móviles, tablets y ordenadores se ha integrado en nuestro día a día y está transformando el modo en que nos comunicamos, trabajamos y entretenemos. Según los expertos, este uso generalizado y creciente, tiene efectos negativos en nuestra salud mental (ansiedad, depresión, aislamiento social, adicción, estrés y problemas de sueño) y física (problemas de visión, posturales y sedentarismo).

Susana Alonso

Sin embargo, hay otros efectos negativos que no son menos relevantes debido a que han transformado radicalmente el panorama político global. Estas herramientas digitales, si bien han democratizado la información y facilitado la organización social, también han planteado nuevos desafíos y riesgos para los sistemas democráticos. Algunas de las principales consecuencias políticas negativas del uso excesivo de pantallas son:

  1. La Propagación de noticias falsas. Las redes sociales se han convertido en un caldo de cultivo para la desinformación, donde las noticias falsas se difunden rápidamente y pueden influir en las opiniones públicas y las decisiones electorales.
  2. Polarización ideológica. Los algoritmos de las redes sociales tienden a mostrar a los usuarios contenido que confirman sus creencias preexistentes, creando «cámaras de eco» que distancian cada vez a los partidos, dificultando el diálogo y el consenso entre diferentes grupos ideológicos.
  3. Interferencia en procesos electorales. Los actores políticos y extranjeros pueden utilizar las redes sociales para manipular la opinión pública, difundir propaganda y sembrar discordia. Los sistemas informáticos de los gobiernos y partidos políticos son cada vez más vulnerables a los ataques cibernéticos, lo que puede comprometer la seguridad nacional y la integridad de las elecciones.
  4. Campañas de desinformación. Estas campañas pueden socavar la confianza en las instituciones democráticas y minar la legitimidad de los procesos electorales.
  5. Violación de la privacidad. La recopilación masiva de datos personales a través de las redes sociales plantea serias preocupaciones sobre la privacidad y puede ser utilizada para fines de vigilancia y manipulación política.
  6. Dependencia de las grandes tecnológicas. Las grandes empresas tecnológicas tienen un poder cada vez mayor sobre la difusión de la información y la configuración del debate público. Además, existe el riesgo de que estas empresas censuren o manipulen el contenido para favorecer intereses particulares.

Es necesario tomar medidas para por un lado aprovechar el potencial de estas herramientas, pero por otro proteger a nuestras democracias. Es fundamental, por tanto, fortalecer la educación cívica para fomentar el pensamiento crítico, el debate informado y el compromiso ciudadano. En paralelo se hace necesario regular las plataformas digitales, exigiendo que sean transparentes sobre cómo funcionan sus algoritmos y cómo influyen los contenidos en los usuarios, especialmente los más jóvenes. Las plataformas deben ser responsables de sus contenidos, especialmente cuando desinforman o difunden discursos de odio, racistas o xenófobos. Por otro lado, deben establecerse normas más estrictas para proteger la privacidad de los usuarios, hacer que se cumplan y evitar la manipulación de datos con fines políticos.

Estas medidas, permitirán modernizar las instituciones y adaptarlas a la era digital, si se invierte en ello y se capacita a los funcionarios públicos. Todo ello, facilitará la tan necesaria y demandada transparencia y la rendición de cuentas a todos los niveles de gobierno, a la vez que fomentará la participación ciudadana en la toma de decisiones a través de herramientas digitales y plataformas de participación ciudadana. Estos logros a nivel nacional favorecerán la creación de normas internacionales para regular el uso de las tecnologías digitales en el ámbito político y hará más fácil la colaboración a nivel internacional para combatir la desinformación y la cibercriminalidad.

En resumen, fortalecer la democracia en la era digital requiere un enfoque que combine educación, regulación jurídica y cooperación internacional. Al abordar estos desafíos de manera proactiva, podemos aprovechar el potencial de las tecnologías digitales para construir sociedades más justas, equitativas y democráticas. En conclusión, el uso excesivo de pantallas y las redes sociales plantea desafíos sin precedentes para la democracia. Es fundamental que los gobiernos, las empresas tecnológicas y la sociedad civil trabajen juntos para encontrar soluciones y garantizar que las tecnologías digitales se utilicen para fortalecer a nuestras democracias y no debilitarlas. En este sentido, es básico desarrollar herramientas y tecnologías que promuevan la democracia, siendo fundamental crear plataformas de verificación de hechos y herramientas para la participación ciudadana. En España, contamos con al menos cuatro agencias de verificación que se dedican a combatir la desinformación: i) Maldita.es; ii) Newtral, fundada por la periodista Ana Pastor; iii) EFE Verifica, es el departamento de verificación de la agencia de noticias EFE y iv) Verificat, con sede en Cataluña. Todas ellas cuentan con financiación pública, de fundaciones privadas y con donaciones de los ciudadanos.

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