El presidente Salvador Illa ha iniciado su mandato con paso firme. Ha compuesto un gobierno sólido y potente; ha normalizado rápidamente la vida institucional, con la visita al rey, la asistencia a los actos de la Hispanidad y las reuniones con sus antecesores en el cargo; ha rehecho los puentes rotos con el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) y, coincidiendo con su segundo mes al frente de la Generalitat, ha superado con éxito el debate de política general celebrado en el Parlamento. Y esto, teniendo en cuenta que el grupo del PSC solo tiene 42 diputados en la cámara catalana, lejos de los 68 escaños que marcan la mayoría absoluta.
Para superar este escollo, Salvador Illa ha empleado tres estrategias: conseguir el apoyo del bloque de investidura (ERC y Comuns) para pactar y sacar adelante las resoluciones que tocaban temas económicos y sociales; votar con PP y Vox para rechazar las propuestas identitarias que emanaban de los grupos independentistas, y mantener el cordón de aislamiento a Vox y Aliança Catalana.
Ahora, el presidente Illa tiene por delante las asignaturas de la financiación singular y de la aprobación de los presupuestos de la Generalitat para el año que viene.
