El drama económico que supone encajar unas pérdidas de 91 millones a estas alturas del mandato de Joan Laporta, junto con la amenaza de un incremento de 208 millones más, consencuencia de la salvedad planteada por el auditor por culpa de la operación fatal de Barça Studios, continúa llevando el sello inequívocamente estúpido del exvicepresidente Eduard Romeu, personaje clave en el empobrecimiento del club desde su llegada a cargo en marzo de 2021.
Romeu, igualmente responsable, como el resto de la junta -o, quizá, incluso más-, del batacazo monstruoso y negativo que supone haberle dado una dentellada de 141 millones al balance del ejercicio 2023-24, ha establecido en sus tres años como directivo un récord absoluto de catástrofes económicas y financieras directamente vinculadas a su capacidad para enredar las cuentas, además de haber impulsado, de la mano de Ferran Reverter, la baja de Messi bajo el peregrino e inexperto argumento de que su salario estaba fuera del alcance de la junta en el momento de su desembarco como directivo. Como es sabido, Romeu compró el cargo de vicepresidente con el dinero de otro, el de su jefe en Audax, José Elías, que avaló hasta donde no llegaban ni Laporta ni sus directivos del núcleo duro, de clase media baja desde el punto de vista empresarial o directamente asalariados, algunos de ellos con demasiadas ínfulas.
Lo de jugar a los negocios con un exceso de frivolidad, temeridad e imprudencia con el patrimonio y los recursos de terceros lo descubrió José Elías a tiempo de salvar su holding cuando despidió a Eduard Romeu hace ya casi un año. Los socios del Barça no han tenido, por desgracia, la misma suerte, pues precisamente su cobarde dimisión al frente del área económica del Barça se produjo después de saber que Grant Thronton, el auditor, descubrió que la venta de Barça Studios no era más que una patraña, pura economía especulativa, y planteaba una reversión de casi 400 millones de un dinero fantasma e imaginario que se habían inventado entre él y un presidente como Laporta, incapaz de comprender los principios más básicos de la economía, pero al que le vino muy bien eso de engordar salvajemente y sin medida las pérdidas del ejercicio 2020-21, hasta 481 millones, para demonizar la herencia de Josep Maria Bartomeu y así justificar la baja de Messi. Aquella terrible decisión fue el origen de todos los males.
No fue casual que Laporta y Romeu, habiendo sumido al club en el pozo más profundo de la historia por culpa de ese déficit artificialmente inflado, lejos de acometer un plan de ajuste, ahorro y de viabilidad, ambos reaccionaran intentar gastar el máximo de dinero posible en fichajes, razón por la cual se activaron las primeras palancas, una por la venta de los derechos de la Liga (10%) por 200 millones y la siguiente por el 15% por 400 millones, 600 millones en total para compensar con ese beneficio neto los 481 millones tontamente tirados por la borda un año antes.
LaLiga, sin embargo, le admitió la de 200 millones a efectos de margen salarial, pero inmediatamente puso fin a esa locura para impedir que, por mimetismo y por la tentación de cometer el mismo pecado de avaricia, el resto de los clubs y el propio FC Barcelona acabaran vendiendo más ingresos de futuro para comprar jugadores. De modo que Javier Tebas le permitió la segunda venta de los derechos de la Liga (un 15% más por 25 años por 400 millones) a efectos contables y de balance, en ningún caso para aumentar el fair play financiero más allá del 5%.
El problema fue que, para entonces, Laporta ya se había desmadrado y comprado los derechos de Lewandowski, Raphinha y Koundé por casi 200 millones que no tenía, poniendo en serio riesgo la inscripción de una plantilla con siete caras nuevas esa temporada, con las añadidas de Bellerin, Kessié, Marcos Alonso y Pablo Torres.
La palanca de Barça Studios, por tratarse de un negocio no recurrente ni asociado a la explotación directa de la actividad futbolística, era la solución cien por cien perfecta que hubo de activar ese tándem Laporta – Romeu porque esa venta sí que inyectaba directamente dinero en el margen salarial. La solución perfecta, si de verdad Barça Studios hubiera valido los 408 millones registrados en la contabilidad azulgrana, si fuera cierto que los primeros inversores estaban realmente interesados en el negocio (Orpheus Media y Socios.com), y si los incautos inversores americanos se hubieran jugado 1.000 millones de dólares en capitalizar la salida a bolsa de una sociedad inerme absolutamente desde el punto de vista comercial.
Hoy, Eduard Romeu reconoce que la operación tenía mucho de «imaginación» y bastante menos de solidez y de negocio. «Era una apuesta y una ayuda a la vez, no lo niego. Pero esto no está penado. Y arriesgaron su dinero. No fue un préstamo. Si la cosa no hubiera ido cómo tenía que ir se hubiera ido al agua. En aquel momento necesitábamos ganar tiempo. No nos permitían obtener fair play y teníamos que hacer algo», acaba de manifestar a la cadena SER. Por tanto, fue un truco premeditado, consistente en conseguir que los dos primeros inversores aparentaran comprar el 49% por 200 millones, cuando en realidad el acuerdo era que ponían 10 millones cada uno sin más compromiso que el asumido por parte de Laporta de devolvérselos en cuanto encontraran un inversor de verdad.
La expresión «necesitábamos ganar tiempo» es lo bastante explícita y elocuente sobre ese ilusorio ingreso de 408 millones con el que distraer a LaLiga y engatusar al auditor con un negocio sin futuro y con una capitalización que sigue sin atraer a nadie. Una burla sobre la que Eduard Romeu sigue haciendo escarnio con un cinismo que pone los pelos de punta. Sobre la salvedad de Grant Thornton, lo bastante importante como para tomársela en serio, el exvicepresidente parece cachondearse: «El auditor no dice que no valga nada, dice que no ha tenido elementos para poderlo valorar. Se tiene que presentar un plan de negocio nuevo. A partir de aquí se podrá hacer una nueva valoración y sabremos si estamos en los números correctos. Por requerimiento del auditor, ya se ha hecho un primer ejercicio de prudencia, depreciar o aprovisionar los importes pendientes de cobro».
Lo que la auditoria dice explícitamente es que la directiva no ha respondido a su amable invitación a presentar una estimación voluntaria a la baja, ni desde el club se le ha presentado un plan de negocio que pudiera atenuar el criterio del auditor basado principalmente en que tanto las previsiones de inversión como el desarrollo de la actividad no se han cumplido dos años después de repetir las mismas promesas finalmente quebrantadas.
Romeu, capaz de mentir sin pestañear como ya ha demostrado en sus tres años en el Barça, sostiene satisfecho que «el objetivo era parar el desagüe, tapar el agujero, y esto se ha hecho. Veníamos perdiendo 200 millones y hemos seguido perdiendo 200 millones. Ahora lo hemos enderezado, hemos neutralizado el golpe gracias al plan de viabilidad que se ha hecho». Dos afirmaciones que sus propias actuaciones desmienten, pues sin los ingresos fantasma de Barça Studios esa fisura de pérdidas ordinarias aumenta de 200 a 300 millones por ejercicio y si se ha aplicado un plan de viabilidad ha sido a partir de que LaLiga, visto el desmadre y la falta rigor de la junta de Laporta, le impuso ese plan desde abril de 2022, prohibiéndole gastar un solo euro de más en cada una de las partidas inicialmente cubiertas por los ingresos asegurados. De ahí que, cada verano, desde entonces, la junta haya tenido que avalar porque no ha sido capaz de contenerse y porque si se sale y descarrila, la consecuencia directa es la de quedarse fuera de la Liga.
LaLiga, con todo, se creyó la operación de Barça Studios en su momento y luego no ha tenido otra alternativa que exigirle llenar ese vacío con otros ingresos como la venta o regalo de jugadores, patrocinios alternativos como el de Armarak y la reversión de provisiones. Y, aun así, Laporta ha sudado tinta para inscribir apenas a 22 futbolistas de los 25 posibles, tres de ellos provisionalmente y de rebote gracias a las lesiones de Araujo, Christensen y Ter Stegen. Cuando Eduard Romeu habla de una economía enderezada no debe referirse desde luego ni a la del Barça ni a la de Audax cuando estaba bajo su tutela. ¿Acaso se refiere a su propia economía?











