Al mejor guionista le habría costado hilvanar un relato menos consistente, más deslavazado, contradictorio y finalmente caótico que acabara por ridiculizar a la junta de Joan Laporta por culpa de la fecha cada vez más incierta de regreso al Spotify tras el exilio a Montjuic. El último episodio, propio de una comedia sin demasiado refinamiento, lo ha propiciado el vicepresidente del área social, Antonio Escudero, declarando que por lo menos hasta marzo no será posible jugar en Les Corts.
Tal afirmación no tendría mayor trascendencia si no fuera porque contradice lo manifestado por la vicepresidenta Elena Fort el lunes en una rueda de prensa monográfica sobre cómo y cuándo se producirá la vuelta al estadio: según sus propias palabras, aún podría ser antes de final de año si se dieran determinadas circunstancias. A su lado, el director de operaciones, Joan Sentelles, no confirmó ese extremo, se mostró mucho más difuso a la hora de pronosticar una fecha fiable y, finalmente, con motivo de la puesta a disposición de los socios de Montjuic de la reserva de los abonos para la segunda parte de la temporada, el anuncio del club fijaba el retorno no antes del inicio de la segunda vuelta de la Liga, prevista para finales de enero.
En apenas cinco días han circulado hasta cuatro versiones oficiales desde la propia junta que, en cualquier caso, para los expertos, ninguna es la presumiblemente posible a causa del retraso en las obras, su complejidad y la enorme dificultad que plantea alternar obras y partidos, retrasándola hasta prácticamente abril o mayo, cuando ya no tendría sentido habilitar el regreso de los espectadores.
La burlesca actuación de la junta de Laporta, incluido el presidente con sus fanfarronadas, es la resultante del cúmulo de mentiras y de invenciones que, desde el primer día, se contaron para justificar la no menos problemática elección de Limak con el absurdo argumento que como el Barça había exigido estrenar el nuevo estadio el 29 de noviembre de 2024, en la fecha del 125º aniversario, la única constructora que se comprometía a su reapertura con un sesenta por ciento del aforo era Limak. En realidad, ese fue un anuncio completamente falso desde el principio, una excusa mediática a la que se sumaron dos embustes más: que la constructora turca también era la más barata y que se había fijado en un millón la penalización por cada día de retraso.
Una trola lleva a la otra y así hasta el día de hoy, habiendo convertido la fecha de vuelta a Les Corts en un divertimento y vergüenza públicos a causa de esa cadena de falsedades, que, por cierto, aún no han terminado y ocultan otras peores, pues no hace falta repetir que, por ejemplo, los 1.500 millones prestados por Goldman Sachs y otros inversores no alcanza para el resto del Campus Barça ni tampoco para el nuevo Palau y el resto de los equipamientos previstos.