Migraciones y trabajo en el primer mundo

Bluesky

Depende de hasta dónde nos remontemos migrantes somos todos, pues la Eva mitocondrial y el Adán cromosómico aparecieron en África. Las culturas que surgieron en los asentamientos humanos, desde la prehistoria hasta la actualidad, evolucionan con la mezcla de intransigencia, integración e innovación que inducen las antiguas y las modernas migraciones. Los estímulos principales para emigrar siguen siendo los mismos: la búsqueda de un entorno mejor para la subsistencia y el progreso o la huida de la violencia y el saqueo en el lugar de procedencia.

Fuesen conquistadores que usaban la fuerza o personas acuciadas por la necesidad, la llegada de nuevos habitantes a lugares donde los recursos eran escasos encontraba la espontánea oposición del vecindario.

Susana Alonso

Hoy en la Unión Europea el derroche es una seña de identidad. Que los bienes y derechos estén desigual e injustamente repartidos es utilizado por los acaparadores de riqueza y sus lacayos para aseverar a los que no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas que la culpa es de otros más pobres que ellos: los recién llegados.

La ideología ultraliberal propugna la libre circulación de mercancías, capitales y personas sin restricciones. No obstante, mientras la movilidad de trabajadores hacia lugares con mejores oportunidades laborales encuentra obstáculos físicos, legales, etc., los capitales circulan por la fibra óptica a la velocidad de la luz y las mercancías despilfarran energía y contaminan el medio ambiente con su alocado transporte por tierra, mar y aire, de productos que se fabrican en el otro extremo del planeta para obtener beneficios espurios.

Cínicos del “primer mundo” despotrican contra inmigrantes a sabiendas de que son imprescindibles. La baja natalidad y las tareas que no podemos o no queremos hacer los autóctonos debería considerarlos bienvenidos que nos facilitan la vida.

Es evidente que una población inmigrante “sin papeles” puede ser más explotada, obtener menor salario y trabajar en peores condiciones laborales al tener que hacerlo de forma clandestina. Ese dumping laboral junto a otros sociales, como el deterioro de la vivienda, enerva a buena parte de las clases desfavorecidas autóctonas. Sin embargo, los sindicatos y partidos de izquierda parecen poco sensibles, mientras la extrema derecha se emplea a fondo en la iniquidad. Tampoco la solidaridad internacional con empresas en conflicto aparece con suficiente garra. El ejemplo de Tesla en Suecia por derechos tan básicos como la negociación colectiva es paradigmático.

No parece improvisado. La simplificación del trabajo, la evaporación de la cualificación laboral reconocida en convenios colectivos y la dependencia del salario no del trabajador sino del puesto asignado y diseñado para que pueda ser ocupado en cualquier momento por cualquiera con una formación mínima, facilita la sustitución de trabajadores, la precariedad y el fin del ascensor social por mérito y capacidad, lo que desincentiva el aprendizaje profesional y la mejora en la educación.

La revolución digital disruptiva controlada y dirigida por multinacionales acentúa las desigualdades y la discriminación. Los poderosos complejos financieros-industrial-militar-tecnológicos, dificultan sistemas políticos avanzados capaces de regularlos, imponer modelos fiscales progresivos y avances sociales, es decir, legítimos poderes democráticos que les disputen el liderazgo de los procesos en curso y el control de las entidades sociales, financieras, mediáticas, redes, etc., que influyen en la opinión pública y prohíban el anonimato en la emisión de opiniones en plataformas e internet.

En 2019 la Comisión Mundial sobre el futuro del Trabajo de la OIT escribió: Nuestra subsistencia se basa en el trabajo. Gracias al trabajo podemos satisfacer nuestras necesidades materiales, evitar la pobreza y construir una vida digna. Más allá de satisfacer nuestras necesidades materiales, el trabajo puede contribuir a darnos una sensación de identidad, de pertenencia y de propósito. También amplía el abanico de opciones que se nos presentan y nos permite vislumbrar un futuro más optimista.  El trabajo también tiene importancia colectiva al establecer una red de conexiones e interacciones que forjan la cohesión social. La organización del trabajo y de los mercados laborales es esencial para determinar el grado de igualdad que alcanzan nuestras sociedades.”

Pero parece evidente que nos llevan en sentido contrario, hacia el nacionalismo excluyente y la inanidad personal.

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