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Junts apuesta a fondo por el juego sucio contra Salvador Illa

Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) y los partidos que han ocupado su espacio político hasta llegar a la actual Junts han tenido siempre una Estructura B similar a la que se ha conocido recientemente que funcionaba en Esquerra Republicana. La historia del pujolismo y sus herederos está repleta de campañas lanzadas desde el anonimato para atacar y desprestigiar a sus adversarios. Al nuevo presidente de la Generalitat, el socialista Salvador Illa, le ha caído este juego sucio neoconvergente en forma de silbidos y abucheos contra él instigados cuando participa en actos públicos o de insultos y campañas orquestadas en las redes sociales.

Los socialistas han sido, preferentemente, los objetivos de estas campañas anónimas. Pasqual Maragall, a quien CDC y Jordi Pujol consideraban su principal adversario político fue víctima especial de ellas. Militantes convergentes se instalaban en los ascensores del almacén de El Corte Inglés de la plaza Catalunya de Barcelona para comentar en voz alta que el alcalde, primero, y presidente de la Generalitat, después, era un borracho. Para contrarrestar esta campaña, los asesores de Maragall se esforzaban para evitar que en los actos oficiales se le viera con una copa en la mano porque sabían que la imagen sería utilizada por el juego sucio de sus adversarios políticos.

Quien fue durante muchos años animador de este juego sucio fue David Madí, mano derecha de Artur Mas, en la dirección de su partido y de la Generalitat. Madí organizaba las campañas de desprestigio de los adversarios políticos tanto desde la oscuridad de acciones anónimas como desde los propios despachos oficiales. De él salió la idea de editar un millón de ejemplares de un vídeo contra el tripartito progresista que se encartaron en los periódicos de Catalunya un domingo a pocos días de las elecciones al Parlament de 2006.

Las campañas lideradas por Madí afectaron también a periodistas de los medios de comunicación públicos. Lo ha explicado Neus Bonet, a quien amenazó cuando sustituyó a Antoni Bassas como director y presentador de El Matí en Catalunya Ràdio. En una entrevista que le hizo Àlex Gutiérrez a Bonet y que publicó el diario ARA este 6 de octubre le recordó que alguien se había dirigido a ella diciéndole “No tenemos nada contra ti, pero te montaremos una campañita guapa”. Bonet especificó que fue Madí.

Las campañitas impulsadas desde CDC antes y ahora Junts se han focalizado ahora en Illa. Los silbidos que sufrió en el concurso casteller de Tarragona este domingo llevan la impronta del partido de Carles Puigdemont. Ya le pasó lo mismo días atrás en una visita a Berga. La consigna que circula por Junts es que hay que hacer la vida imposible el presidente de la Generalitat vaya donde vaya. Cargos del partido y militantes de base participan en estos abucheos y en los insultos y mensajes despectivos a Illa que corren por las redes sociales. El propio jefe de Comunicación de Junts, Pere Martí, ha exigido a TV3 que dé más cancha informativa a broncas como la que sufrió en la plaza de toros tarraconense.

Illa se encuentra cada mañana cuando llega al Palau de la Generalitat con unos balcones en la plaza Sant Jaume desde los que cuelgan desde hace años cuatro grandes banderas esteladas. En un acto multitudinario con motivo de las fiestas de la Mercè de este año, dirigentes de la Joventut Nacionalista de Catalunya aparecieron en esos balcones y desplegaron una enorme sábana con una imagen de Puigdemont. Fue la primera vez que alguien daba la cara desde ese balcón. Una muestra más de un juego sucio de la derecha nacionalista ahora independentista contra la izquierda catalana que hace más de cuarenta años que dura.

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