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La oposición a Laporta es incapaz de impedir la asamblea telemática del 19-O

Joan Laporta

Contra el desacato a los estatutos protagonizado por Joan Laporta, convocando para el día 19 de octubre la asamblea en formato telemático y en un día sin partido, la respuesta de la oposición solo puede calificarse de desalentadora si se compara con el talante amenazador exhibido días atrás por los tres principales actores de la oposición, Víctor Font, Som un Clam y ÀgoraBlaugrana en representación de los colectivos de opinión que, además, instaron a la directiva a responder a su propuesta de someterse voluntariamente a una cuestión de confianza mediante una consulta telemática vinculante para todos los socios del club.

Àgora Blaugrana, integrada por Dignitat Blaugrana, Compromissaris FCB, El Senyor Ramon, Seguinment FCB, Un Crit Valent y Transparència Blaugrana, avanzó que si no había respuesta o era negativa transcurridos diez días “exploraremos otras vías para garantizar que se escuche la voluntad de socios y socias”. Ahora que ya “ha finalizado el plazo que dimos a la junta para aceptar una cuestión de confianza y no hemos recibido ninguna respuesta, buscaremos y encontraremos alternativas para que todos los socios y socias tengan voz y sean escuchados”, ha advertido en un escueto mensaje del que prácticamente no se ha hecho eco ningún medio con cierta capacidad de penetración en el barcelonismo.

Los citados grupos, por otra parte, se encuentran hoy a años luz de poder imitar ni recuperar aquel destacado protagonismo social y mediático en las semanas previas al voto de censura contra Josep Maria Bartomeu en otoño de 2021, cuando su movilización y poder de convocatoria dieron la impresión real de activar la recogida de miles de firmas (hasta 20.687) con una exhibición de capacidad, medios y organización que invitó al presidente y a su junta a dimitir sin necesidad de pasar siquiera por las urnas.

Especialmente Dignitat Blaugrana, que capitalizó la denuncia original del Barçagate ante los juzgados, con su líder RicardFaura al frente, pareció dominar la escena con la indispensable aportación de su portavoz, MarchDuch, un personaje embustero que luego emergió como una pieza del engranaje de Víctor Font, y el no menos inefable JordiFarré que, sólo meses más tarde, en solitario, apenas reunió unos centenares de avales para su candidatura a la presidencia a pesar de regalar una pizza y un tatuaje por firma.

¿Por qué ahora ninguno de ellos pinta absolutamente nada en ese presunto entorno barcelonista? La respuesta no es que hayan perdido fuelle ni se hayan desgastado al cabo de sólo tres años, la explicación es tan simple como admitir que su papel en aquella movida histórica fue, en realidad, de comparsa. Fueron utilizados por el poder político, básicamente por el brazo forzudo del soberanismo en aquellos días, con la intervención directa del propio Govern de la Generalitat, desde la plaza de Sant Jaume y desde Waterloo, así como de la ANC y de Òmnium, igualmente reclutadas en favor de los intereses de la oposición a Bartomeu, que en una primera instancia estuvo capitaneada por Víctor Font hasta que Joan Laporta, por libre, se decidió a irrumpir y a aprovecharse de la brecha abierta por ese rompehielos pseudo-convergente y el viento de cola ideal para ganar luego las elecciones.

Hoy, esas fuerzas telúricas, a las que deben añadirse las mediáticas, las económicas y hasta las policiales, están precisamente en lado opuesto al que han ido a parar esos grupos de opinión a los que Laporta, una vez en la presidencia, ha ninguneado, pisoteado, humillado y, sobre todo, ignorado, como está haciendo ahora sin que haya perdido un solo minuto en responder a sus inútiles e infantiles plegarias. Ya no son nadie ni poseen por sí mismos el gramaje suficiente para dejar atrás su invisibilidad, entre otros motivos porque desde la gestapolaportista se han dado instrucciones para que los medios no les presten el menor caso.

Les queda asumir ese rol a Víctor Font y a Som un Clam con una reacción que tampoco llama la atención demasiado. Font ha enviado otra nota de prensa en la que censura el formato de asamblea y la fecha porque “limita de forma inaceptable el debate y la participación de los propietarios del Club». «En un contexto deportivo favorable, es una oportunidad magnífica para que el Presidente sea valiente y transparente, respondiendo a todas aquellas cuestiones que malogran demasiado a menudo la reputación de la institución (…) Desde Sí al Futur -ha añadido- creemos que, del mismo modo que se pudieron hacer las dos primeras asambleas del año 2021 íntegramente presenciales en el Camp Nou y en el Palau Blaugrana en pleno contexto marcado por el Covid, ahora no tiene ningún sentido mantener el formato únicamente telemático que se implementó en la Asamblea de abril de 2022 y que se ha mantenido hasta en la última celebrada en octubre de 2023″.

«Insistimos en la necesidad de combinar una asistencia presencial y digital que aproveche todo el potencial que tiene el voto electrónico para aumentar la participación, pero que también facilite el turno de palabra presencial de todos aquellos socios y socias que lo deseen. El Presidente Laporta se comprometió públicamente durante la Asamblea de 2023 y ahora no cumple con su palabra. Una Asamblea cien por cien telemática limita mucho la participación del socio. ¿A qué le tiene miedo el Presidente Laporta?, se pregunta Font”.

Esta recriminación pública es la que le ha servido a Laporta para replicar públicamente que fue él, Vìctot Font, quien lideró la batalla por el cambio de la esencia presencial de las asambleas a la transición a una dinámica virtual. Font, claro está, ni le ha respondido ni ha anunciado si piensa adoptar alguna medida, más allá de anunciar una comparecencia cuando disponga de un informe de auditoría para abundar en su acertado diagnostico sobre el enfermizo estado de salud del Barça, prácticamente terminal. Poca cosa más se espera por su parte.

En cuanto a Som un Clam, todos sus recursos y opciones pasan por el acto público de su puesta de gala el día 17, a dos días de la asamblea, y el impacto mediático que pueda provocar su contenido y desarrollo, así como el anuncio probable de empeñar su todo esfuerzo y compromiso en la derogación del decreto de la Generalitat de excepcionalidad por la Covid en el que Laporta se ampara para aferrarse al formato telemático. Con suerte, antes de la asamblea de 2025.

No es casual ni extraño, al contrario, que el propio gobierno catalán y sus tentáculos sigan sosteniendo la tiranía, el abuso y el totalitarismo de Laporta. Entre otros motivos porque todavía nadie lidera una alternativa creíble.

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