Finalmente, como no podía ser de otro modo, el auditor del FC Barcelona, Grant Thornton, impuso una reversión del valor de Bridgeburg Invest en la contabilidad azulgrana de 141 millones. O sea, de pérdidas, provocadas por la provisión necesaria de los sucesivos impagos de sus inversores en esa operación ficticia e ilusoria que Joan Laporta consiguió colar al propio auditor, a LaLiga y a los socios al final del verano de 2022 por un valor de 200 millones. Hoy, dos años después, la broma de Laporta le ha costado al club registrar un quebranto de 91 millones después asentar diferentes beneficios por traspasos de jugadores de la Masía (40 millones prácticamente netos) y otros del primer equipo por otros 40 millones, además de desaprovisionar algunas cantidades con las que cargó absurdamente las cuentas del ejercicio 2020-21, un enorme esfuerzo y consumo de los recursos del club para maquillar y reducir el impacto negativo de esos 141 millones obligadamente restados por orden del auditor
A largo del fin de semana, con la excusa igualmente impropia y falsa de que el auditor necesitaba unos días más para acabar de cerrar las cuentas, a lo que se ha dedicado la junta es a planificar cómo comunicar unos resultados desastrosos que, como es evidente, niegan y desmienten el embuste de los 12 millones de beneficio obtenido de las actividades ordinarias tan repetidamente anunciado por el presidente desde el mes de junio, cuando ya sabía que el cierre debía incluir ese descuento por los impagos de Libero y el fracaso de Barça Vision como negocio.
La estrategia fue retrasar hasta última hora del lunes la puesta en circulación de una nota informativa absolutamente manipulada y sesgada sobre el balance económico que ponía énfasis en ese truco de destacar los 12 millones de ganancias como el gran éxito del ejercicio y reducía a un criterio de prudencia contable y solo provisional el apunte en rojo de -141 millones por la falta de capitalización de la compañía. De manera que los espacios deportivos audiovisuales de la tarde no pudieron analizarlo y las redacciones de la mayoría de los medios no pudiera reaccionar a tiempo de examinarlos convenientemente y traducir los resultados a titulares reales.
Desde el club, gracias a su poder de control mediático, la junta se aseguró de que TV3 ni tocara el tema y de que tanto Mundo Deportivo como Sport encabezaran la información, en páginas interiores y sin demasiada cobertura, bajo el mismo titular: «El Barça presenta doce millones de beneficio, pero Barça Studios lastra el resultado hasta -91 millones». La llegada de un portero, Szczesny, y la previa del estreno de la Champions en Montjuic fueron noticias mejor tratadas. En cambio, La Vanguardia, con un rigor y corrección periodística, no siguió las consignas de la junta: “El Barça cierra la temporada 2023-24 con 91 millones de pérdidas”.
Es que no caben interpretaciones sobre los resultados del balance del ejercicio ni a efectos del auditor ni de la fotografía tétrica de unas cuentas que, como consecuencia de perder 91 millones, provocarán un incremento de los fondos propios negativos de hasta 92 millones en la misma línea inestable y negativa de la gestión de la actual junta desde 2021.
Volver a caer en ese mismo pozo, después de haber agotado hasta 1.000 millones de ingresos netos de las palancas, generados contra ingresos de futuro y una merma de patrimonio irrecuperable, representa un batacazo de dimensiones colosales estimado en 1.000 millones de pérdidas en las cuatro últimas temporadas bajo el mandato de Laporta, ahora ya sin la excusa de la herencia de Josep Maria Bartomeu.
La tentación de doblegarse ahora ante Nike, a cambio de anticipar 100 millones del nuevo contrato, puede abocar al presidente a ceder en la negociación a las pretensiones americanas de llevarse parte del botín de BLM e imponer cláusulas leoninas y condiciones que, por atractivas que parezcan a corto plazo, someterán al Barça por muchos años a una explotación absolutamente ventajista a favor del patrocinador.
La fechoría laportista se originó con la venta de Barça Studios por 200 millones sobre la infundada posibilidad de que, una vez agrupados los activos audiovisuales y los digitales (Web 3.0, Metaverso y NFT’S) en Barça Vision, la marca de la compañía Bridgeburg Invest, su comercialización iba a ser el negocio del siglo y el Barça, el primer club del mundo en capitalizarlos en el Nasdaq de Nueva York por 1.000 millones de dólares. Aquel sueño americano de Laporta, mal parido, inoportuno e improvisado, además de haber resultado un completo fracaso y de haberse convertido en una pesadilla para su propia economía, lo que ha conseguido es precisamente cerrar esa puerta al resto de los clubs del mundo que en algún momento se hubiera planteado una aventura similar.
Del cierre 2023-24, histórico e inexplicable por haberse demorado hasta apenas unas horas antes del límite de los tres meses contemplados por la ley, solo se conoce el contenido de la nota de prensa facilitada por la junta el lunes por la noche, un relato oficialista e interesado con datos y gestas sobre registros récord de ingresos y del control del gasto gracias a la gestión de la junta de Laporta. Pero será necesario conocer los matices de la auditoría y la totalidad de las cifras para extraer más conclusiones reales y ver si ese entusiasmo directivo está justificado o, como ha sucedido con el patrañero envoltorio de Barça Studios desde hace dos años, es necesario cuestionar la credibilidad de una junta y de un presidente como Laporta, poco amigos de la verdad y de la transparencia ante los socios.
En este resumen avanzado, por ejemplo, Laporta no ha sido capaz, siquiera, de informar sobre el dato básico de los ingresos y de los gastos, se limita a habla de récord de patrocinios y de una plausible y meritoria bajada de la masa salarial de 660 millones a 500 millones, lo que invitaría a pensar en números de facturación también destacables. Solamente se sabe que Laporta, con esos 91 millones en rojo, ha establecido un récord de pérdidas en una temporada completa a lo largo de sus diez años acumulados de mandato. Su anterior plusmarca la estableció en la última de su primer mandato, 2009-10 con 79 millones.