Carme Solé, en su pregón de las fiestas de Mercè, explicó, el viernes, que una niña, cuando escuchó las explicaciones que daba sobre sus dibujos de niños, dijo “Carme pinta la guerra para hacer la paz”. La ilustradora y escritora barcelonesa lleva muchos años trabajando para hacer la paz mediante sus dibujos y cuentos.
He asistido a bastantes pregones de Mercè. Pocos se han seguido con tanta atención como el de este año. Carme Solé nos enganchó explicándonos recortes de su vida y reivindicando el derecho de los más pequeños a ser felices. «No entiendo las guerras, no entiendo la muerte de tantos y tantos niños y niñas, el sufrimiento de niñas y niños maltratados, niñas y niños soldados, de los que son moneda de cambio por tráfico de órganos o prostitución», dijo hacia el final de su intervención. La cerró diciendo que “necesitamos luchar para que el único lenguaje universal sea la sonrisa de un niño. Hagamos que su llanto se convierta en una sonrisa”.
El día antes, Vicenç Fisas había recibido en el Parlament de Catalunya el premio Constructores de Paz que entrega cada año el Instituto Catalán Internacional de la Paz (ICIP). Reivindicó la necesidad de «reactivar el movimiento por la paz con la complicidad de las instituciones». «Las estrategias y esquemas de hace veinte años ya no sirven», dijo. Y acabó su intervención al recoger el galardón afirmando que «hay que repensarlo todo» y «volver a movilizar a la gente para crear una sociedad más digna y más decente».
Fisas, barcelonés como Carme Solé, ha dedicado su vida al activismo por la paz. Ha realizado una labor pública, expresada en setenta libros e intervenciones en los medios de comunicación y en la docencia universitaria, y una más discreta, contribuyendo a negociaciones de paz en conflictos como los del País Vasco, Colombia, el Sáhara, el Kurdistán turco o Filipinas.
Hay mucha gente que lucha para que la paz se imponga a la violencia y las guerras. Carme Solé y Vicenç Fisas son dos buenos ejemplos. En la ceremonia de entrega del premio Constructores de la Paz, este colectivo estaba muy bien representado en el Parlament. Cuando veo las atrocidades diarias en Gaza, las guerras y conflictos bélicos que hay en el Planeta, desde Ucrania a Sudán pasando por Yemen, busco acercarme a gente como ellos, con la esperanza de que su esfuerzo y el de otras muchas personas impongan algún día la paz en el mundo. Esta paz que necesitan niños y adultos para sonreír y vivir en una sociedad digna y decente. Fisas tiene 72 años. Solé, 80. ¡Gracias por haber contribuido tanto a acercarnos esa paz!
