Icono del sitio El Triangle

La semana más importante del año

Jaume Reixach

Periodista de vocació i, per això mateix, fundador i editor d’EL TRIANGLE des de 1990. Militant de la causa per un Món millor
Totes les Notes »

Con EL TRIANGLE, he llegado a la cima. La Generalitat está presidida por un político tarradellista y la gran mayoría de la población catalana vive en ciudades gobernadas por ayuntamientos progresistas y de izquierdas. He invertido 34 años de mi vida para conseguir llegar a este momento de plenitud, con la ayuda imprescindible e inestimable de centenares de personas –compañeros y amigos– que me han apoyado en esta apasionante aventura profesional, empresarial y política. Gracias a todas ellas, de todo corazón.

El otro día, me encontré con un antiguo periodista, que me recordó y alabó el libro que escribí, en 1978, junto con los colegas Santiago Vilanova y Xavier Garcia: El combate ecologista por Cataluña. Aquel fue un libro polémico, en el cual denunciábamos todas las barbaridades que se estaban perpetrando contra el medio ambiente y el equilibrio territorial (contaminación del aire, autopistas de peaje, centrales nucleares, especulación urbanística, barrios-enjambre, degradación de los ecosistemas, macroembalses, ríos malolientes, uso de peligrosos pesticidas en el campo, vertido incontrolado de residuos…), a la vez que proponíamos una serie de soluciones alternativas a todo aquel colosal desastre provocado por el voraz capitalismo franquista.

Se podría pensar, en su momento, que este libro era obra de unos inadaptados, de unos románticos o de unos utópicos. Pero cuando paseo por Cataluña y veo los aerogeneradores en el horizonte o las placas solares en los tejados de muchas casas; cuando constato que la bicicleta y otros vehículos no contaminantes llenan las calles; o cuando se ha llegado a la conclusión que el tren –con Cercanías o AVE– es la gran y mejor solución para la conexión entre las ciudades, estallo de alegría, porque esto es, precisamente, lo que propugnábamos –¡hace 46 años!– los tres jovencísimos autores de El combate ecologista por Cataluña.

Tenemos tendencia a pensar que todo va de mal en peor y que nuestros ideales han sido derrotados por la losa insoportable de la “realidad”. Yo no lo veo así, yo no lo vivo así. Ideas revolucionarias y rupturistas de décadas pretéritas, como el ecologismo o el feminismo, se han convertido hoy en hegemónicas, aunque su implementación sea, de momento, solo parcial y gradual. Y esto vale para España, para Europa, para los Estados Unidos, para América Latina o para China.

Solo hay que leer los 17 capítulos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el 2030, aprobados por la Asamblea General de las Naciones Unidas, para tomar conciencia que avanzamos, si una III Guerra Mundial no lo echa todo a rodar, hacia una nueva civilización, basada en la erradicación de la pobreza, el respeto a los derechos humanos y la lucha contra el cambio climático. Cataluña también forma parte y está comprometida en esta esperanzadora dinámica mundial.

Aquí hemos avanzado mucho, pero todavía queda mucho trabajo por hacer para conseguir un país plenamente ecológico y sostenible. Celebro, en este sentido que, en línea con lo que reclamaba en el artículo de la semana pasada, el Gobierno de Salvador Illa haya aprobado un paquete de 16 medidas para impulsar, de una forma decidida, la expansión de las energías renovables en el territorio catalán, con el objetivo de conseguir que en 2030 el 50% de la electricidad producida en Cataluña sea de origen verde.

Desgraciadamente, los grupos ecologistas locales y comarcales que, desde los años 70 del siglo pasado, han proliferado en Cataluña han sido incapaces de vertebrar una opción política sólida y potente, como tienen en Francia, Alemania, Suecia, Austria… Esta es una carencia que ha alterado negativamente el mapa político catalán. Estoy convencido que un partido ecologista serio y estructurado podría tener, desde hace años, una importante presencia en el Parlamento de Cataluña.

Por el contrario, el discurso ecologista -como el feminista- ha acabado siendo asumido e interiorizado por la mayoría de los partidos, si bien matizado desde su óptica particular. Tanto el PSC, como ERC, la CUP o los Comunes (y, antes, ICV) se erigen en defensores del medio ambiente, pero este propósito no constituye el eje central de su programa político y les lleva, a veces, a entrar en contradicciones.

Además del cierre de las tres nucleares de Ascó y Vandellòs y el impulso a la expansión de las energías renovables, Cataluña afronta tres graves retos ecológicos: la sequía endémica y el avance de la desertificación que sufre el área mediterránea; la contaminación del agua de las capas freáticas, a causa, principalmente, de la enorme densidad de granjas de cerdos que soportamos y la deficiente eliminación de los purines; y el insostenible sistema de tratamiento y depósito de los residuos urbanos, en especial en el área metropolitana de Barcelona.

Del mismo modo que el presidente Salvador Illa ha puesto en manos de una comisión de expertos el estudio de la mejor solución para la ampliación del aeropuerto del Prat, habría que hacer lo mismo con estas tres crisis ecológicas que amenazan nuestra calidad de vida colectiva. Encuentro un disparate, por ejemplo, que el vertedero de residuos más grande de Cataluña, ubicado en Hostalets de Pierola (Anoia), se asiente sobre un riquísimo yacimiento paleontológico de gran interés para la comunidad científica internacional.

Cataluña, más allá otras consideraciones (patria, nación, autonomía, estado federado…), todas ellas respetables, es, hoy y aquí, una comunidad de 8 millones de vecinos que habitamos un territorio delimitado por los Pirineos y el Mediterráneo, que está gravemente amenazado por los estragos del cambio climático, como ya podemos constatar tierra adentro (sequía) y al borde el mar (regresión y desaparición de las playas). Nuestro primer deber, y el del Gobierno de la Generalitat, es proteger y cuidar el patrimonio natural, que es el que nos permite respirar y vivir.

Esta semana se celebra en Nueva York la Cumbre del Futuro y la Asamblea General de las Naciones Unidas, con la participación de los dirigentes de los 193 estados miembros. Es el gran momento para que la humanidad (de la cual los catalanes representamos el 0,001% de la población) encarrile el destino luminoso y en paz que queremos para este pequeño planeta, perdido en un rincón de la galaxia de la Vía Láctea, una entre los 200.000 millones de galaxias que se calcula que pueden existir en el Universo…

Salir de la versión móvil
Ir a la barra de herramientas